La tercera Gran Profecía

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-Percy, contrólate, ya tragaste bastante en el desayuno. –exclamó Leo, riendo, sentado en la mesa de Poseidón con el resto de sus amigos. Percy rió, mientras dejaba de hacer aparecer platos y platos de comida azul.

-Nunca es demasiada comida, Leo...nunca. –y toda la mesa rió.

El Campamento Mestizo se encontraba, en su totalidad, en el comedor. El almuerzo se había atrasado ese día por unas cuantas horas, a causa de su batalla con los Kathaws, pero ahora todos los campistas estaban allí, sentados juntos y mezclados, comiendo como si no hubiera un mañana. Quirón había dicho que no importaba dónde se sentaran, que ese era un día de celebración y que las antiguas reglas no importaban en lo más mínimo.

Percy, como siempre, se encontraba tragando junto con los seis restantes de la Gran Profecía, en la mesa de Poseidón, ingiriendo toda la comida azul que le podía caber por la boca. Simplemente estaba feliz, y debía celebrarlo.

Lamentablemente, su hermana no estaba allí con ellos.

Luego de la batalla, la chica había caído inconsciente del agotamiento. En esos momentos estaba acompañada de los Cinco Grandes en la cabaña de Poseidón, aún inconsciente y descansando. Era comprensible que se hubiera desmayado: habían sido demasiados poderes a la vez y demasiado fuertes. Percy se acordaba cuando una vez, luchando contra algunos romanos y defendiendo el Argo II había luchado junto con Jason, espalda contra espalda, y habían formado un verdadero torrencial ellos dos juntos. Pero luego habían sufrido las consecuencias. Percy había visto amarillo y montado en un carrusel al mundo por haberse excedido. Y su hermana...había utilizado los poderes más intensos y fuertes que existían y, por si fuera poco, había logrado convertir agua marina en veneno.

Se merecía un descanso.

Y él se merecía comer algo, a pesar de que en el desayuno se hubiera tragado una montaña de panqueques azules ahogados en sirope.

-De verdad, bro, tu hermana es fabulosa. –exclamó Jason, mordiendo un poco de tocino.

-Y muy poderosa. –convino Piper, dándole un mordisco a su ensalada.

-Y hábil. –admiró Annabeth, recostándose del hombro de su novio. Percy le acarició la mejilla, donde tenía un corte algo leve.

-Tienen razón...tengo una hermana increíble. –exclamó el hijo de Poseidón.

-Pues realmente te lo agradezco, Percy. –le respondió Ann Ruby desde la puerta del comedor.

Todo el campamento volteó hacia ella.

-¡Ruby! –exclamaron todos.

El comedor estalló en vítores de gloria para la hija de Poseidón, que se apoyaba en su novio Rick Silver, que le acariciaba repetitivamente su cabellera chocolate y su amiga Angie y los Will detrás, sonriendo ampliamente. Percy se levantó inmediatamente de la mesa y se acercó trotando hacia su hermana, y la volvió a abrazar. Notó que Ruby le correspondía el abrazo, débilmente, ya que le debían faltar fuerzas.

-Hermana –exclamó Percy, cogiéndola de los hombros. –Despertaste.

Ruby rió un poco.

-Sí, desperté. –afirmó, riendo.

-Y se hubiera quedado en la cama si no fuera porque es tremendamente terca. –añadió Rick, acariciándole la mejilla a Ruby.

-Pero, amor, muero de hambre. –dijo la chica, sonriendo.

-Pues apresúrate, Ruby, porque Percy va a agotar la despensa. –le advirtió Leo desde la mesa de Poseidón, riendo junto con todos los demás. Los Cinco Grandes también rieron.

La Joya del Mar (Percy Jackson Fanfic) Book 1. The Children of PoseidonWhere stories live. Discover now