Rick y los Kathaw

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Rick nunca creyó que podría sentirse peor.

A sus quince, casi se había vuelto loco. Ruby, su chica, había desaparecido un mes, justo luego de que unas criaturas mixtas se la llevaran, arrastrada, hasta los confines más tenebrosos del Tártaro.

Eso había bastado para ponerlo paranoico al extremo. En esos tiempos no sabía que era un semidiós, ni tampoco sabía qué eran aquellas cosas tan monstruosas. Sólo quería saber dónde estaba su chica.

Nunca olvidaba lo especial que lo hacía sentir Ruby. Desde que la había conocido, le había nacido cierto aleteo en el estómago, algo así como miles de maripositas revoloteando entre sus intestinos; también se sentía nervioso cada vez que ella andaba cerca. Le sudaban las manos, empezaba a transpirar y el ritmo cardíaco se le aceleraba a tal punto que llegaba a creer que tenía unas castañuelas dentro del pecho en lugar de un corazón.

Aquella chica le fascinaba y, conforme iba creciendo, le iba pareciendo cada vez más atractiva. Y esos ojos...esos ojos de diamante...relucían como mil estrellas bajo la luz de la luna...simplemente lo habían cautivado. Esa voz tan dulce con la que le hablaba...esos besos tan suculentos que le plantaba...la forma tan tierna en que, levemente, le mordía el labio...cómo lo miraba con esos ojitos de diamante, tan profundos como el mar...simplemente Ruby lo había fascinado.

Él siempre la había cuidado, lo cual fue casi toda su vida, ya que Ruby tendía a enfermarse con facilidad. El maldito pirata que los había secuestrado la hacía trabajar días y días seguidos, sin siquiera dormir, comer o descansar aunque fuera cinco segundos. Y simplemente le parecía de lo más tierno cuando Ruby llegaba a la celda y les preguntaba cómo estaban ellos y les vendaba sus cortes, mientras que ella tenía una fiebre de mil grados y estornudaba como loca.

Cuando a los catorce Ruby se había enfermado gravemente...Rick pensó que la perdería para siempre. La chica vomitaba sangre con solo moverse un poco, la fiebre no le bajaba de los cuarenta y siete grados, siempre estaba pálida, ni siquiera era capaz de abrir los ojos...y aquel disparo. Toda esa terrible enfermedad había empezado con el bendito disparo que le había dado aquel desgraciado capitán...Ruby se había estado desmayando en cubierta, ya que ya no aguantaba más tanto trabajo. Llevaba más o menos semana y media sin ver siquiera la celda, ya que la mantenían en cubierta, limpiando todo y sacándole brillo.

Era necesario lanzarle un cubo de agua helada para que pudiera reaccionar, pero apenas era capaz de levantarse y seguir con la labor.

Rick sabía que Ruby estaba mal. Él la conocía como nadie. Se daba cuenta cuando llegaba a la celda, y veía su piel pálida como la leche en polvo, su frente perlada de sudor frío, sus ojos inyectados en sangre, los cortes tan profundos por su piel...él sabía que ella estaba mal, y que estaba enferma, pero no podía cuidarla si no lo dejaban acercarse a ella. La mantenían todo el día en cubierta mientras que a él y a Angie y los Will en los pisos inferiores.

Pero Ruby ya estaba muy mal. Cuando por fin la dejaban bajar a descansar, Rick tenía que recogerla inconsciente del pasillo, ya que la pobre no aguantaba las piernas y no era capaz de llegar a la celda. Él la cuidaba, mientras ella no tenía conocimiento, y veía con atención su rostro angelical. Se daba cuenta como las arrugas de preocupación desaparecían de su frente, como sus músculos se destensaban y la calma invadía su cuerpo.

Pero el capitán perdió la paciencia con ella. Un día, cuando ya Ruby estaba muy grave, vomitó sangre en la cubierta, y para el capitán ese era el mayor insulto que podía haber; se le acercó a la chica, que temblaba como nunca, y le dio un disparo en la boca del estómago.

Rick lo escuchó desde el último piso del barco, y supo que el grito que Ruby dio era el peor sonido que podía llegar a sus oídos.

Cuando llegó a cubierta, vio a la chica de sus sueños desangrándose, tirada en cubierta. Los compinches del capitán le quisieron impedir que se acercara, pero él los esquivó y se acercó a ella. Se espantó al casi no sentir su pulso, y ver que por nada del mundo despertaba.

La Joya del Mar (Percy Jackson Fanfic) Book 1. The Children of PoseidonOnde histórias criam vida. Descubra agora