Un consejo de guerra y una aparición inesperada

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Percy escuchó que alguien tocaba la puerta.

Abrió los ojos lentamente.

La luz del sol matutino inundaba su cabaña. En la litera del otro lado, dormían Ruby y Rick. Parecía que el hijo de Ares se había pasado al piso, ya que había unas sábanas bajo él y su cabeza descansaba en el colchón de Ruby; advirtió que las manos de ambos chicos estaban entrelazadas. En serio se amaban esos dos...

Volvieron a tocar la puerta.

Percy retiró las sábanas, bostezando y, vacilante y más dormido que despierto, se acercó a la puerta y la abrió. En el portal estaba su Annabeth, apoyada del marco de la puerta.

-Sesos de alga...te estábamos esperando. –le dijo la chica, mirándolo pícaramente y plantándole un beso en los labios. El calor que le recorrió a Percy por todo el cuerpo bastó para espabilarlo completamente.

-¿Ah sí, listilla? –preguntó, plantándole otro beso. Annabeth asintió.

-Ayer dijimos que íbamos a tener un mini consejo de guerra, recuerdas? –le dijo la hija de Atenea. Percy se golpeó la frente con suavidad.

-¡Claro! Lo había olvidado, listilla...lo siento. –se disculpó, rascándose la nuca, apenado. Annabeth lo miró, enternecida.

-Tranquilo...igual necesitabas descansar. Ayer fue un día largo. –le acarició el alborotado cabello negro. Annabeth miró levemente al interior, advirtiendo a Rick acostado en el piso, junto con Ruby. -¿Cómo siguió Ruby? ¿Tuvieron problemas.

Percy negó.

-Todo bien. –asintió.

Se sentaron en las escaleras de afuera de la cabaña y Percy le contó de la conversación de Ruby y Rick en mitad de la noche.

Annabeth se quedó un momento en silencio, cogiéndole la mano con fuerza.

-24 horas...no hay mucho tiempo... -exclamó la rubia. Percy asintió. –Al menos ya tenemos todas las armas listas, pero estoy segura de que no va a ser nada fácil derrotar a esas cosas.

Percy volvió a asentir. Annabeth lo miró y le sonrió pícaramente.

-Parece que cierta hermanita tuya estaba preocupada por ti, ¿eh? –le dijo, dándole un leve codazo. Percy sonrió.

-Sí...eso parece. –afirmó el hijo de Poseidón. –Y ya hay otros dos más que saben código Morse en el grupo. –agregó. Annabeth asintió.

-Sí. Leo, ellos dos, yo...quién sabe si Angie y los Will también saben código Morse.

-Es lo más probable. –comentó Percy. Volteó hacia su chica. -¿Cómo están los otros Cinco Grandes, por cierto?

Annabeth sonrió de lado.

-Están bien...ayer hablé con Angie. –agregó Annabeth. Percy le sonrió.

-¿Con que hablando con la mejor amiga de mi hermana? –bromeó. Annabeth le volvió a dar un codazo leve, sonriendo.

-Sabes que me cae muy bien Angie. A ella también le interesa la arquitectura...y la historia...Me sorprende que no sea una hija de Atenea.

Percy le sonrió.

-Al menos ya nos estamos uniendo más. Los Will y Leo se la pasan mucho en el Búnker 9, juntos. –comentó Percy –Y Angie, cuando no está contigo, ayuda a Will en las clases de arquería, y Rick...se la pasa con Frank y con Clarisse....Sólo yo soy el que desentona con su hermana.

-Bueno...siendo franca...sí, sesos de alga. –convino Annabeth, aguantándose la risa. Percy la miró, con los ojos entrecerrados.

-No me estás apoyando mucho, listilla. –repuso Percy. Esta rió levemente, mientras Percy hacía lo mismo por su parte.

-No es eso, Percy...sólo necesitas pedirle perdón y...de seguro se arreglarán de inmediato. Además, por lo que escuchaste anoche, Ruby ha estado preocupada por ti...y no creo que si esté molesta contigo lo haga. –agregó Annabeth.

Percy ladeó su sonrisa.

-Sí...puede que sí. –convino.

Annabeth miró hacia los campos de fresas del Campamento, dio un suspiro airado y se volteó hacia Percy, levantándose de los escalones.

Percy la observó.

-Bueno, sesos de alga...sería mejor irnos al consejo de guerra, ¿no crees? Deben haberse quedado esperándonos. –sugirió Annabeth.

Percy, por su parte, también se levantó y la miró amorosamente, cogiéndola por la cintura.

-¿No deberíamos despertar a cierto hijo de Ares primero? –preguntó. Annabeth lo miró atentamente.

-Déjalo dormir...no creo que quiera separarse de su novia. –sentenció la hija de Atenea.

Percy asintió, le plantó un beso en la mejilla y se fueron caminando juntos hacia la Casa Grande.

***

-Bueno...por fin llegaron los dos tortolitos. –exclamó Clarisse LaRue, cruzando los brazos sobre su pecho. Percy rodó los ojos.

-Nos estaban empezando a preocupar, Percy. –comentó Quirón, acercándose a ellos en su silla de ruedas.

Percy le sonrió, soltando la mano de Annabeth y posándose delante de la mesa de ping pong.

-Nos distrajimos un poco, es todo. –dijo sin más. Quirón arqueó una ceja.

-¿Está bien tu hermana? –preguntó. Percy asintió.

-Está con Rick. Ambos están dormidos...creí que sería mejor dejarlos descansar.

-De todas formas... -dijo Angie, cogiendo con fuerza la mano de Charles –Rick ni en un millón de años querría separarse de Ruby en el estado que está ella. Nosotros tampoco, pero...somos los que tienen más experiencia luchando con esas cosas. –agregó, luego de un suspiro.

Annabeth miró pícaramente a Percy, el cual le dio un pequeño codazo. Su chica siempre adivinaba todo.

Observó a los que rodeaban la mesa. Estaba el grupo de los siete semidioses de la Gran Profecía, los cuales uno a uno lo saludaron, los Cinco Grandes, menos dos, Clarisse LaRue, la cual estaba a cargo de las armas junto con Leo; también estaban Nico y Will, que hablaban sentados en un sillón y el entrenador Hedge había estado hablando con Quirón, sugiriendo tácticas de guerra y señalando las áreas del Campamento.

Percy, cuando los saludos matutinos terminaron y las preguntas por la salud de su hermana también, les contó a los demás lo que había escuchado anoche de la conversación entre Ruby y Rick. Claro, solo contó la parte de que probablemente Xaoc atacaría el Campamento en menos de 24 horas, ni modo que fuera a contarles a todos las cosas privadas de Ruby y que la chica se enojara mucho más con él.

Angie se quedó pensativa.

-Entonces...significa que tal vez llegue hoy entre las...cuatro y cinco de la tarde. –aventuró.

-Incluso antes. –supuso Charles.

-O tal vez solo quiere ponernos histéricos. –convino John, rascándose la barba –Tal vez solo quiere asustarnos.

Escucharon que la puerta de la Casa Grande se abría, haciéndoles dar un respingo. Todos voltearon al mismo tiempo.

-Créeme, John... -dijo Ann Ruby Sea Wolf, apoyándose del marco de la puerta y resollando, cogiéndose con fuerza una costilla. -...Xaoc ya asusta bastante con su sola presencia.

La Joya del Mar (Percy Jackson Fanfic) Book 1. The Children of PoseidonWhere stories live. Discover now