30.- De regreso al infierno

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A tales horas de la madrugada la mayoría de las personas de la ciudad dormían, en el departamento que rentaba Leorio estaban Gon y Killua estirados uno sobre otro ya que ambos dormían moviéndose cual gusanos toda la noche.

El celular de Gon sonaba una y otra vez, pero se negaba a contestar. Habían jugado videojuegos hasta media noche y no llevaban más de 3 horas dormidos.

— Contesta. — Regañó Killua abrazándose a su almohada y pateando a Gon al suelo haciéndolo caer. 

El moreno se sentó en el piso aún roncando y se arrastró hasta tomar el celular para contestar mientras bostezaba.

Leorio abrumado y asustado, recién había despertado, se encontraba cubierto de ceniza y polvo, la nube de humo recién se estaba disipando, pero estaba solo, rodeado por patrullas, rescatistas y ambulancias que intentaban en vano sacar con vida a alguien de entre los escombros.

Como pudo desempolvó su teléfono para marcarle a Gon y Killua e informarles lo que había ocurrido, pero no le salían las palabras correctas, le costaba trabajo asimilar lo que acaban de pasar, sobre todo porque no veía a Kurapika por ningún lado e imaginaba lo peor.

— ¡Gon! ¡Goon! Necesito tu ayuda, ¡llama a Killua!

— ¿Leorio? ¿Qué sucedió? Killua está conmigo. — Confirmó arrojándole una almohada a Killua para hacerlo despertar, pero el albino ni se inmuta.

— ¡Es Kurapika! está en problemas, graves problemas, si no nos damos prisa lo van a matar.

— ¿Qué? dime qué sucedió ¿dónde estás?

— Afuera del hospital, Colocaron una bomba, todo salió volando, el edificio entero se vino abajo, ¡es una masacre terrorista! ¡necesito que vengan ahora mismo!

— ¡Voy para allá! — al darse cuenta de lo grave del asunto colgó enseguida y se empezó a vestir para luego sacudir al otro dormilón — ¡Killua despierta! 

— Huh... ¿qué te pasa? son las 3 de la mañana...

— ¡El hospital donde trabaja Leorio fue atacado! ¡mataron a todos y Kurapika está en peligro!

Aunque Killua no entendía bien la situación, escuchar el nombre de sus amigos junto a la palabra matar ya era de suma importancia. Dió un salto de la cama al suelo y se puso la camisa al revés.

— ¿Qué estamos haciendo aquí? ¡larguemonos de una vez!

Gon que ya estaba listo abrió la puerta para salir a pedir un taxi pero Killua lo alcanzó a tomar del brazo y lo echó a su espalda para lanzarse corriendo con velocidad de dios.

Si algo sabía Killua sobre sus amigos era que cada segundo era de vital importancia para salvar sus vidas.

— Bienvenida de vuelta, K-005.

No sabías de quién se trataba aún mirándola de frente, era la primera vez en mucho tiempo que alguien te llamaba por ese código. Por ello intuiste de inmediato que se trataba de un miembro de esa putrida organización.

No dudaste ni un segundo entonces y atacaste, pero una embestida ruda te llegó por sorpresa justo antes de tocar a tu objetivo. Caíste sobre sangre y restos humanos intentando mantener tu estómago fuerte para no vomitar ahí mismo.

— Mucho cuidado con tus modales, ni siquiera nos hemos presentado. Si vuelves a intentar ser imprudente, T-70 te arrancará la cabeza. — Advirtió aquella mujer señalando a quien acababa de echarte al suelo. Y viste a su mascota humana mirarte con seriedad. — Me llamo Ashtah, soy una de las líderes de KENYA, letra A para ser precisas, aunque quizás no entiendas mucho ya que sigues siendo una fiera salvaje. Pero no te angusties más, yo misma te voy a reeducar.

— ¿Qué hago aquí? ¿dónde está Kurapika? ¡¿qué le hicieron a mi hija?! — No te importaba dialogar con esa mujer, en tu mente sólo te preocupaba saber qué había pasado con ellos y cómo habías llegado a ese lugar.

— Antes de responder a tus preguntas, tú responde la mía. — Sonrió Ashtah tomando asiento sobre una silla reclinable. — ¿Has probado la sopa de ojos?

Ofendida por aquella pregunta escabrosa tus ojos se volvieron rojos, trataste con todas tus fuerzas de soltarte de las garras que te sostenían lastimandote la piel. T-70 era más fuerte que tú y no podías hacer nada para liberarte.

— Si les hiciste algo... — Quisiste amenazarla pero las palabras no te salían, te dabas cuenta de que estabas acorralada cuando veías entrar a más y más miembros de la empresa, te apuntaban con armas como en un pelotón de fusilamiento.

— Te has portado muy mal, K-005. Estás aquí para pagar el precio por tus errores. Nunca debiste salir de tu celda. No eres más que un producto hecho para nuestro consumo. Y te lo pienso demostrar. Traigan a los chefs.

Un par de profesionales de la alta cocina entraron sosteniendo cada uno un platillo de comida cubierto por bandeja de plata. Colocaron los susodichos en una mesa frente a ti y levantaron las cubiertas para mostrar su trabajo.

— Estos son del muchacho, un valiente guerrero, casi logra ganarle a mi hija, pero resultó ser más débil de lo que creí, estoy decepcionada de los Kurutas, no eran lo que yo esperaba — Ashtah se burlaba, lo hacía a propósito, acercó una cuchara a tu mano ocasionandote más ira, lo que había en aquél plato eran dos ojos. Dos ojos escarlata preparados en sopa.

— Cuando termines este, vendrá el plato fuerte, la carne de tu hija podría alimentarte durante días, y será exclusivamente para ti.

Sentías que vomitarías tu corazón, que tu cabeza iba a explotar, que tus ojos se saldrían de sus cuencas debido al horror, al pánico y la impotencia sobre todo lo que habían hecho para lastimarte. Querías que tu vida se terminara en ese momento.

— N..no... ¡¡¡KURAPIKA!!! ¡¡Nooo!! ¡¡Ahhh!! ¡¡¡Aaahh!!! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Sueltenme! ¡Voy a matarlos a todos! ¡Voy a... matarlos... a todos...

Perdiste la razón al sentir una aguja penetrar en la piel de tu cuello, definitivamente estaban volviendo a hacer contigo lo mismo de siempre, acabar con tus nuevas esperanzas de vivir, con las únicas que tenías.

— Llevatelos, gracias. — Ordenó Ashtah haciendo a los chefs retirar los platillos que no eran más que réplicas profesionales de ojos escarlata usando tintes especiales para lograr la misma apariencia de los mismos.

Eleonor había contribuido en ese detalle a cambio del chico y de la niña. Por ello no estaban ahí, y Ashtah tenía muchas ganas de verte suplicando piedad.

— Ahora podremos jugar las cartas a nuestro favor. — Se alegró la mujer acercándose a uno de sus sirvientes — Llama a nuestro colega, la diversión apenas va a empezar. — Después volvió a mirarte inconsciente mientras T-70 te trasladaba a otra habitación — Nos vas a pagar cada centavo que nos hiciste perder.

K.E.N.Y.AWhere stories live. Discover now