8.- No te controles

3.7K 461 412
                                    

El escenario encontrado no fue más que la primera impresión de lo asquerosa que podía ser KENYA. Sobre una silla especial reforzada fuiste sometida para la extracción de los tesoros escarlata de tus ojos. 

El bisturí estaba haciendo su trabajo haciendo pequeños cortes dentro del párpado, por lo que tus ojos sangraban, Rusk disfrutaba verte llorar sangre y gritar de dolor al no ser anestesiada previamente.

Entre tus lamentos notaste entre sangre a otra persona parada detrás de Rusk. Te maldecias pensando que era algún ayudante o miembro de la corporación, No podías estar más alejada de la realidad.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó Rusk a Kurapika quién ignoraba por completo al hombre de momento, sus ojos sólo podían mirar los tuyos, entre sangre y lágrimas, ese color rojo que le brindaba una luz en el alma y a la vez un hueco en el corazón.

Si hubiera tardado un poco más ya no habría cómo salvarte. Estabas viva y tus ojos seguían en tu rostro, eso era lo único que le importaba a Kurapika. Esta vez fue sacado de su momento de felicidad por las palabras del maldito doctor que se había atrevido a tratarte de esa manera.

— Te hice una pregunta, infeliz. — Rusk tomó su martillo dispuesto a golpear a Kurapika, tú cerraste los ojos al no poder mantenerlos más tiempo abiertos, te ibas a perder del espectáculo.

Kurapika estaba tan furioso que no dijo ni una sola palabra, simplemente sacó su pistola y disparó a la mano de Rusk quitándole el martillo para romperle el cráneo ágilmente usándolo. La sanguinaria fuerza de Kurapika haría pedazos al doctor.

En su agonizante paso a la muerte siguió siendo golpeado contra la pared y arrojado sobre el carrito de utensilios que había esterilizado recién, clavándose en el pecho varlos bisturis y cayendo al suelo sangrante.

Tú sólo escuchabas e intuias lo que estaba pasando, un enfrentamiento entre el chico que apareció detrás de Rusk y el doctor mismo. Tampoco sabías quién de los dos ganaba puesto que ninguno hablaba.

Kurapika le regaló un último panorama a Rusk antes de mandarlo al infierno y con ojos escarlata enfurecidos clavó una varilla de acero  delgada en su pecho atravesando su corazón.

Rusk escupió sangre, un estallido en su pecho le arrebató la vida, no sin antes alegrarse por ver a otro Kuruta con vida, las cosas no las tendría tan fáciles y le deseó profundamente a Kurapika el sufrimiento y desesperación de perder sus ojos una vez que los grandes líderes de KENYA supieran que un valioso Kuruta era el protagonista de la rebelión.

Un trofeo para cualquiera que lo matara.

Para Kurapika parecía no ser suficiente, así que con su arma gastó cada bala que tenía en rematar a Rusk dejándolo irreconocible y destrozado.

Cuando fue confirmada la muerte de Rusk, Kurapika se levantó y se acercó a ti, el dolor que tú sentías también era parte de su sufrimiento, pero no lo demostraba, miró un instante tu cuerpo mutilado, la sangre que perdiste del estómago, tu pierna rota, tus ojos lastimados, tu piel llena de moretones y mordidas, los signos de violación entre tus piernas. Porque tu piel desnuda era un mapa fácil de leer, Kurapika seguía molesto por no haber llegado más pronto.

¿Ahora qué haría? Era tu pregunta en mente. Y sentiste un extraño frío que te envolvia, un sonido tintinante y una energía fortalecedora. Después de unos segundos con esa sensación olvidaste el dolor, el sufrimiento y la desesperación, abriste tus ojos.

Tu piel estaba limpia, sin rastro de torturas, tu pierna podías moverla con libertad, y sobre todo tus ojos volvieron a ser normales y ya no tenías heridas. No sabías cómo ni porqué pero ese chico alto y rubio te había curado.

A tu costado yacía Rusk por fin muerto, de la forma más horrible posible, ni tú misma le habrías dado ese final tan merecido. Pero aún así era tenebroso que un chico como ese lograra lo que tú no pudiste en tan sólo unos minutos.

Después de desatarte con cuidado se quedó de pie frente a ti, no paraba de observarte, en especial tus ojos, para él parecía un sueño, aún sentía que lo que veía era falso. En cambio tú que habías estado más que asustada por la forma en que te salvó decidiste aún así ser tú misma.

Y por esa razón lo pateaste en la entrepierna.

Kurapika no esperó esa reacción de tu parte por lo que le tomó por sorpresa y se retorció un poco de dolor cerrando los ojos, sin embargo él no se dió por vencido y fue a seguirte ya que justo después habías salido corriendo de ahí completamente desnuda y sin mucha oportunidad de defenderte si te encontrabas otro enemigo.

— ¿En qué estabas pensando mujer? — se preguntó así mismo el rubio tratando de entenderte, te había salvado, curado y defendido pero tú sólo viste un enemigo más en él. Creer que él te haría daño después de salvarte le parecía ilógico, pero entendía un poco tu urgencia por salir de ahí.

Por inercia inmediata se incorporó ignorando su dolor repentino para seguirte antes de que alguien más te encontrara. Tiró el arma vacía que había descargado en Rusk y fue por ti, no antes sin echar una última mirada de odio al ya muerto Rusk.

Tú resbalabas por cada sendero donde corrías, estabas descalza y el piso mojado por la inundación que subía del sótano más profundo. Escuchaste pasos y voces cerca, más personas, sentías que no podías confiar en nadie más, tarde o temprano todos te querían matar o robar tus ojos.

Corriste y te ocultaste detrás de una máquina parecida a un refrigerador, permaneciste callada hasta que lo que parecían ser más soldados corrían en la dirección de la que venías. 

Cuando dejaste de escucharlos pasar saliste de ahí y corriste por esa dirección, si los soldados venían de allá entonces había una salida en ese rumbo, pero justo antes de dar la vuelta hacia lo que parecía la entrada al laboratorio y el área de investigación te topaste con otro de los soldados azules de KENYA apuntándote a la cabeza.

— ¿Iba a algún lado, señorita? — Preguntó en tono sarcástico acercándose más a ti sin dejar de apuntarte, levantaste las manos haciéndote la frágil, acabaste de salir de un problema para entrar a otro.

K.E.N.Y.ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora