37.- Último miedo

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En la práctica, la detonación de la bomba Tsar fue 3,800 veces más potente que little boy, la bomba nuclear que destruyó Hiroshima en Japón. 

La ciudad de York, aunque era grande, fácilmente se convertiría en una inmensa nube de ceniza si una bomba de 50 megatones como esa detonaba desde las montañas, el impacto era suficiente para acabar 5 veces con la ciudad y sus alrededores, la oleada golpearía las ventanas de casas a más de 1000 km de distancia.

Kurapika tenía clara esa información y aunque no lo podía demostrar, le aterraba la realidad, no había ningún lugar a donde ir.

Entonces se dió cuenta de lo más importante. T-70 era el nombre de la bomba dentro de la hija de Ashtah, ese era el verdadero proyecto de KENYA, el arma definitiva.

T se refería a Tsar y 70 se refería a la cantidad de megatones, es decir, era incluso más potente que la bomba original.

Habían pasado dos minutos y aún no lograban salir de las instalaciones del casino subterráneo, le temblaban las piernas de sólo pensarlo.

Cayó al suelo de rodillas soltándo a Kenya y a ti. Te asustó verlo de esa manera, no tenías idea de lo que le pasaba.

— ¿Porqué te detienes? ¡ya casi salimos! ¿estás bien? — en tu imaginación una bomba dentro de una persona no podría salir a la superficie, no sabías nada de bombas, fuiste criada la mitad de tu vida en un bosque alejado de la humanidad exterior y la otra mitad en un laboratorio, así que no podías ver la realidad.

— No importa a dónde vayamos... nos alcanzará...

— Kurapika, no digas eso, vayamos rápido, si logramos correr lejos...

— ¡No hay manera de salir del país en 5 minutos! — Subió la voz alternadose, sudando frío. — Nunca debí... ponerte en este riesgo, debí llevarte lejos a dónde estuvieras segura, disculpa que haya sido tan flexible en dejarte hacer esto, en el fondo lo sabía.

— Kurapika, se está acabando el tiempo, vámonos!

— La bomba que va a detonar, se va a tragar la ciudad entera y mucho más. Aún si pudiéramos ir lejos, nos alcanzaría en un instante, desaparecerá todo aquello que puedas ver al horizonte al salir de aquí, no va a quedar rastro de la ciudad.

— Es mentira, me estás engañando, algo está pasando contigo, deja de mentir, es un mal momento.

— Escúchame.

— ¡Es un mal momento para rendirte, Kurapika! — comenzaste a llorar abrazada de él. — Ya llegamos hasta aquí, y sé que no me mentirías ni echarias a la basura todo lo que hemos logrado, mírala — apuntaste a la niña que los miraba con tristeza  — Kurapika, ya no estamos solos, y si tú no puedes hacer nada, déjame ayudarte, siempre va a ser así, yo también soy fuerte. Conoces mi habilidad, soy la única que puede hacerlo en este momento.

Él sabía a lo que te referías, querías desintegrar la bomba con tu nen ya que T-70 pertenecía a KENYA y como miembro de la asociación, tu hatsu aplicaba sus condiciones a ella, sin embargo, era demasiada energía que destruir y cabía la posibilidad de que eso también te matara.

— No lo hagas... — rogó abrazándote aún más fuerte — no me dejes... — su voz se quebraba con cada palabra, era la primera vez que Kurapika lloraba de esa manera — ya no quiero estar solo... no puedo soportarlo otra vez...

Tampoco deseabas dejarlo, encontrarte con Kurapika había sido tu luz de esperanza por mucho tiempo pero no querías depender de esa luz para vivir, estaba mal ser tan egoísta en aferrarte a él como si nada más importara, Kenya también necesitaba de Kurapika y si no había quién cuidara de ella, ambos habrían fallado como clan, y si los tres fallecían, Kenya y la araña, todos aquellos que les hicieron daño habrían ganado.

— Te perdono, Kurapika. — Dedicaste tus palabras como una despedida que él entendía, necesitabas decírselo porque el tiempo juntos pendía de un hilo — En nombre de nuestro clan, debes saber que no te culpo por nada, que lo que hago es mi voluntad y estoy agradecida de haberte conocido, sin ti no tendría la fuerza ni el valor para lo que voy a hacer ahora, pero te prometo que pase lo que pase, fuiste la primera persona que amé después de tantos años cuando creí que no podía más, cuando pensé que mi vida no valía la pena le diste un significado, la verdad, quería estar contigo únicamente, quería conocerte y quedarme porque a tu lado me sentía segura, mi peor temor era que todo esto fuera un sueño y yo volviera a despertar en este lugar y sucedió, pero ¿sabes? ya no sentí nada, entonces lo entendí. KENYA ya no me daba miedo. — Tu valentía alegraba y a la vez entristecía al rubio, desarmado en palabras e imposibilitado de detenerte no tenía otra opción que dejarte ir — Te confieso que ahora mi miedo es alejarme de ti y es por eso que también quiero enfrentarlo, si voy a vivir, no dejaré que siempre arriesgues tu vida por la mía, no más. — Limpiaste sus lágrimas con tus dedos y besaste sus labios de la manera más delicada posible, apenas rozandolos y sintiendo su respiración en tu rostro, tan cálido y suave que podrías estar así durante mucho tiempo, desgraciadamente era lo que menos había, te separaste en cuestión de un segundo mirando sus ojos por última ocasión antes de regresar — Estuve a tu lado porque quise estarlo y no porque no tuviera a dónde más ir.

— Mamá... — te llamó Kenya por primera vez haciéndote flaquear, era tu hija después de todo y no tuviste ni un momento a su lado, sólo pudiste sonreirle y acariciar su mejilla porque ya no tenías la fuerza para seguir hablando, un nudo se te hizo en la garganta y corriste lejos de ellos derramando lágrimas a cada paso fugaz.

Kurapika abrazó a Kenya que permanecia en silencio al no entender porqué su madre volvía a alejarse de ella. Ningún Kuruta quería estar solo en ese momento. Y cualquiera que fuera el resultado, no valdría la pena si no estaban juntos.

— Quedan 2 minutos. — pensó Kurapika llevando la cuenta regresiva en mente y con Kenya observandolo fijamente apuntando con su mano hacia donde habías corrido, el rubio supo que pensaron lo mismo — si no lo logra, al menos podremos verla hasta el último segundo. — dijo bajandola al suelo y dejando que sus ojos escarlata los guiaran lo más rápido posible con la fuerza de sus piernas a encontrarse contigo.

Tuve todo lo que necesitaba.
Cuando te conocí.
Si te vas, me iré también.
Ya no necesito nada.

K.E.N.Y.AUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum