22.- Las súplicas de "Y"

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El portón de madera de cedro era golpeado a puño limpio una y otra vez, era la manera en la que tocaría la puerta un ogro. Dos sirvientas recibieron a quien estaba del otro lado, fueron empujadas al suelo cruelmente por aquel tipo desaliñado y cubierto de gotas de sangre, el olor era inconfundible.

— ¿Ese era el señor Yumei? — preguntó una de las sirvientas mientras ayudaba a la otra a levantarse.

Pasó directamente al segundo piso donde estaba la oficina principal del dueño de la mansión Tao, la pequeña que jugaba con un par de muñecas lo vió pasar, lo reconocía porque iba muy seguido a visitar a su padre, siempre le había agradado, era como tener un tío político.

— Señor Yumei — llamó ella levantándose de la alfombra donde jugaba, no fue escuchada, así que caminó detrás de él, quería abrazarlo como lo hacía cada vez que lo veía.

Justo al verlo entrar a la oficina de su padre se detuvo, no podía entrar sin permiso pero luego recordó lo poco que le importaba eso y se acercó a la oficina, se quedó parada detrás de la puerta mirando por el pequeño hueco de la perilla.

— ¡Kim! ¡tienes que ayudarme! ¡por favor! ¡te lo suplico! ¡escondeme! — suplicaba poniéndose de rodillas frente al escritorio donde Kim escribía pacíficamente en su computadora.

— ¿Quién te dió permiso de entrar a mi oficina? — ignorando el estado de miedo y desesperación en la que Yumei se presentaba ante él siguió con su escrito, Kim era todo menos despistado, sabía perfectamente acerca de los planes de Yumei, el control total de KENYA le permitía tener espías por todas partes, ojos puestos sobre cada uno de sus socios.

— ¡Mi base fue destruída por el mismo bastardo que acabó con N! esta vez lo ví con mis propios ojos, mató a todos, ¡tenemos que detenerlo y asesinarlo!

— ¿como tú asesinaste a nuestros mejores clientes? — preguntó Kim directamente desarmando por completo los argumentos de Yumei — ¿Crees que no estuve enterado de que olvidaste a propósito invitarme a tu grandiosa celebración? dime, ¿te divertiste?

— No es por lo que piensas, era sólo un espectáculo, una simple noche de diversión, hasta que ese desgraciado se coló y...

— Vamos Yumei, ¿desde cuándo eres tan cobarde? no quieras darle todo el crédito a un entrometido, que conveniente es eso para ti, pero a mi no me puedes engañar, sé que tú mismo fuiste el anfitrión en tu gran idea de asesinar a cada cliente potencial de nuestra empresa para crear un inmenso odio de parte del bajo mundo y lograr que nos expongan al resto del mundo mientras tú salvas tu trasero huyendo con mi ayuda. ¿acaso me estoy equivocando en algo?

La fría mirada de "K" precisaba un enojo temible, Yumei jamás se había sentido tan vulnerable, incluso le temía más a Kim que a cualquier enemigo potencial que tuviera la empresa.

— ¡Te lo ruego! Kim, por lo querían mas quieras, ¡por tu hija!

— A ella no la metas en esto, no tiene nada que ver.

— Oh... claro que tiene mucho que ver — aseguró Yumei ansioso por revelarle la información que tenía — y más con ese bastardo.

— Ya me cansé de tus palabras — apuntó a la cabeza de Yumei con una revolver que guardaba en uno de los cajones de su escritorio, podía soportar cualquier comentario mientras no tuviera que ver con su hija — será mejor que pienses bien lo próximo que dirás porque dependiendo de ello será mi decisión sobre mandarte al otro mundo o dejarte vivir.

— Por dios, Kim, tus amenazas son lo que menos me atemoriza — dijo Yumei sabiéndose casi muerto, sólo tenía una oportunidad para convencer a Kim de ayudarlo — ¡ESE BASTARDO ES UN KURUTA IGUAL QUE LA MADRE DE TU HIJA!

— ¿qué? — bajó el arma al escuchar esa frase, ¿se trataba acaso de un juego?

— ... — la niña que escuchaba atenta aquella charla se quedó muda de la impresión, su madre, acababan de mencionar a su madre.

— No estoy mintiendo, estuve cerca de él, era un verdadero demonio de ojos rojos. Tú y yo somos los únicos que sabíamos que Kenya heredó los ojos rojos de su madre.

— No es posible, sólo quedaba una Kuruta, Eleonor dijo...

— Eleonor te ha visto la cara todo el tiempo, sólo para alejarte de la madre de Kenya. Esa chica siempre ha estado viva y al cuidado de nuestra empresa, incluso ahora que escapó puedo asegurarte que el Kuruta y ella están juntos.

— Después de todo, no has venido en vano, fuiste útil al fin. — Kim le dió la mano a Yumei y volvió a tomar asiento — Gracias por todo, Yumei. Es hora de que te vayas.

— ¿No piensas ayudarme a escapar? ¡te acabo de dar información útil!

— Lo único que acabo de escuchar es que mi preciada Kuruta sigue viva y eso ya lo sabía. El resto no me interesa. Y si tanto te interesa irte... Yumei, sólo hay una manera en la que puedo ayudarte a salir de KENYA y ya conoces cuál es.

— Infeliz... tú mismo acabarás con lo que empezaste, espero que fracases, que lo pierdas todo, ¡incluso a tu hija! ¡que muera! ¡que ambas Kenyas mueran!

— Que así sea. — Rápidamente volvió a tomar el arma y disparó el gatillo apresuradamente atravesando el cráneo de Yumei y privándolo eternamente de la vida. La letra "Y", la segunda en caer.

Kim soltó el arma sobre el escritorio, era la primera vez que asesinaba a alguien con sus propias manos, pero su angustia apenas comenzaba, pues su error más grande aparecería unos segundos después cuando dirigiera su vista hacia la puerta al escuchar ruido, específicamente los pasos de alguien corriendo.

Se apresuró a abrir la puerta encontrándose en el suelo una de las muñecas de su hija. Su peor temor hecho realidad, Kenya lo había visto todo.

Ahora sabía que su padre no era tan bueno como siempre creyó. Lo acababa de descubrir asesinando a uno de sus amigos y eso para una niña tan pequeña significaba un trauma que llevaría en su mente toda su vida. Su padre le había mentido, era un criminal.

— ¿Será cierto? ¿habrá otro Kuruta? — decía Kim acariciando el rostro de la muñeca de trapo — ¿No me dejarías por él o sí? — la obsesión que tenía por ti lo haría cometer cualquier crimen, incluso si eso implicaba lastimar a su propia hija. — Kenya... ven con papi.

K.E.N.Y.AWhere stories live. Discover now