28.- Proyecto T-70

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T-70 Proyecto nen.
Categoría Especialista.
Producto perteneciente a KENYA.

Era una chica humana. Fue entrenada durante años para cumplir con un sólo propósito. Ser un arma de alto riesgo.

Un usuario especialista sin emociones, dominada por Ashtah, quien pudo adquirirla y fue la inversionista durante las pruebas y experimentos que aplicaron en ella por años.

Y es que T-70 alguna vez fue una chica normal, una adolescente entusiasta que soñaba y amaba. Con un nombre y un apellido que fueron borrados de los registros porque un obstáculo se le atravesó desde el momento en que nació. Su propia madre.

Ashtah fue la fundadora inicial de KENYA junto a Eleonor, antes de llevar las siglas que la caracterizan tan sólo eran aliadas adineradas, cada una con sus propósitos ruines.

La ambición y la pobreza orillaron a Ashtah a cometer aquél error. Usar a su propia hija como parte de un experimento de laboratorio. Misma que ahora servía como arma humana, obligada a vivir en condiciones controladas de riesgo para manipular el resultado de su categoría nen y volverla especialista.

El experimento hasta cierto punto había sido un éxito, pero la chica ya no era consciente de sí misma, habían hecho un mounstro que acabó con la vida de cientos de científicos, militares y personal de laboratorio que intervinieron o colaboraron en su desarrollo.

Aquella bestia que ya no era humana acababa de ser liberada por primera vez con una única orden.

Ir por ti

Era tarde. Las 3 am, los pacientes y familiares dormían en las instalaciones del hospital a esa hora, no había visitas ni consultas, sólo velaban por la salud de quienes se encontraban en observación y urgencias médicas. Era una noche tranquila y sin embargo, los pies del rubio daban pisadas una tras otra en el mismo tramo del pasillo cercano donde dormía la niña. No fue hasta que el otro chico apareció y se le acercó pacíficamente, lo conocía, no tenía que decirle nada para que hablara.

— Leorio, no tienes que preocuparte, yo cuidaré de ellas. — insistía Kurapika a su amigo, quien ya había pasado la noche en vela revisando el avance clínico de la niña. 

— Sabes que por mis amigos soy capaz de todo — contestó Leorio sonriendo mientras tomaba notas en su tabla — me puedo quedar despierto toda la noche sin problema. No sería la primera vez. — Concluyó recordando la ocasión en que Kurapika sufrió de altas fiebres y dolor tras su pelea con las arañas tiempo atrás.

— Te lo agradezco, pero quiero hacerlo yo — A Kurapika siempre le costó trabajo demostrar sus sentimientos y en ese momento realmente quería expresarlos —  necesito tiempo con ellas.

Leorio pudo ver en Kurapika su gran preocupación, detrás de su semblante que aparentaba ser fuerte y resistía todo, lo estaba pasando mal emocionalmente, todo el asunto de KENYA lo llenaba de miedo.

Leorio había visto a Kurapika enfurecer muchas veces, ser precavido y sudar frío cuando está bajo mucha presión, pero ahora no se trataba de eso. Tenía miedo. Miedo a perder lo que ahora le parecía más importante que los ojos de su clan.

— Sería una mentira si te dijera que te entiendo — habló despacio Leorio guardando su pluma — ya has pasado por tanto sufrimiento que mereces disfrutar de las bendiciones que tienes ahora, rescataste a una linda chica, la última de tu clan y a su pequeña. Es como si la vida te sonriera después de haberte dado la espalda.

Kurapika no dijo nada, se sentó por fin, después de caminar en círculos había decidido respirar y relajarse, Leorio siempre daba en el blanco cuando hablaban, no tenía que decir mucho y por eso lo apreciaba tanto.

K.E.N.Y.ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora