11.- Enseñame

3.8K 414 488
                                    

— ¿Y los demás? — preguntaste tras una hora de viaje, ya habían pasado el desierto y subían hacía un camino montañoso que los llevaría a la ciudad.

— Escaparon por su cuenta, cuando salimos ya no pude ver a nadie, espero que hayan logrado irse lejos.

— Tampoco ví a nadie, pero... ¿Qué tal si los volvieron a capturar?

— No puedo saberlo, pero algo sí es seguro, KENYA va a caer cueste lo que cueste. Aún si los atrapan podré liberarlos si me apresuro.

— ¿Piensas continuar esta matanza? Creí que sólo te importaba liberarme.

— Esa era mi misión inicial, mi objetivo, pero tú deberías saber mejor que yo que la empresa no dejará de buscarte hasta encontrarte y encontrarme a mi. Yo fui quién ocasionó todo esto y debo culminar.

— Tienes mucho valor.

— No es eso. Es odio.

Cuando escuchaste eso querías preguntar a qué se debía dicho sentimiento, pero una llamada en su celular los interrumpió, hiciste como si miraras por la ventana y escuchabas a la vez lo que decía.

— Hola Senritsu, sí, todo salió bien, no estoy herido, gracias por preocuparte, estaré allá mañana en la mañana, por favor, reportame con el jefe para que esté enterado, te llamo luego... sí... está conmigo, es real. — Kurapika estaba emocionado al decir esas palabras pero no lo demostraba, simplemente cortó la llamada y siguió manejando.

— ¿Quién es Senritsu? — Estabas curiosa por conocer a más personas buenas como tú salvador, suponían que todas las personas que fueran amigos de Kurapika también podrían ser de confianza.

— Una compañera de trabajo, salí de mi rutina para venir por ti.

— Lo dices cómo si hubieras ido a recoger a un niño a la guardería, ¿Arriesgaste tu vida destruyendo ese lugar por completo y mañana volverás a tu trabajo como si nada? ¿Qué clase de Kuruta eres?

— Es complicado de explicar.

— Pues cuéntame, tenemos bastante tiempo ahora para conocernos ¿No es así?

— Tienes razón.

Kurapika te contó un poco acerca de su vida en la villa, antes de irse, durante su viaje y después de enterarse de la muerte del clan, su decisión de ser cazador y lo que tuvo que hacer para lograr fortalecerse.

Llegaron a un pequeño hotel un tanto viejo y apartado de la gran ciudad y te guío hasta el tercer piso donde abrió la puerta para que pasaras.

— Este es mi apartamento temporal, nunca estoy más de un mes en un sólo lugar, la próxima semana mi jefe quiere viajar a otra ciudad así que siempre estoy preparando mis maletas.

— Con razón se ve tan vacío. "Y tristemente solo..."

Comida para uno, cama individual, no hay mesa, no hay sillas, un medio baño con regadera de agua fría, una maleta sin desempacar, la soledad y tristeza que se respiraba en ese lugar hacía ver a Kurapika como lo que era detrás de su valor, su poder y sus convicciones.

Un joven solitario que siempre está preparado para avanzar y no conserva recuerdos puesto que también está preparado para morir en cualquier momento. Sin familia, sin alguien a quién proteger o por quién dar la vida.

¿Kurapika podría cambiar ahora que estabas tú ahí?

A pesar de ser un apartamento de soltero, estaba muy limpio y ordenado, tal vez demasiado perfecto, el poco tiempo que Kurapika pasaba en ese lugar posiblemente lo invertia en mantener en orden todo. La cama ni siquiera se veía utilizada, lo notó también al verlo a la cara, sus ojos cansados, no había dormido bien o talvez llevaba un par de días sin hacerlo.

Y qué pensar de su vida amorosa, de estar con alguien, de amar a alguien, Kurapika no se veía como el chico que paga por amor de un rato. Su situación era tan triste que te dieron ganas de abrazarlo, porque su rostro era tan adorable, él no se daba cuenta de lo bien que se veía con ese cabello, esos detalles, esa piel, esa cálida sonrisa que te había regalado una hora antes.

Él te miró explorando con tus ojos el sitio, notó por tu mirada que pensabas en eso, en lo solitario que estaba, lo peor es que ni él mismo se había dado cuenta, siempre estaba concentrado en su trabajo, en servir a Neón, en encontrar los ojos de sus compañeros, en capturar al Genei Ryodan, pero nunca en la posibilidad de pasar un minuto de su tiempo con alguien más, incluso dejó de ver a sus amigos, descuidando lo más valioso que tenía, estaba seguro de que lo extrañaban.

— Mi habitación de tortura tenía más vida que esto. — dijiste burlandote a propósito, no tenía caso sentir lastima por Kurapika, se veía que no era de los que necesitaban ser atendidos de esa forma.

Su reacción fue lo que no esperabas, él soltó una risa agradable al escucharte, tenías toda la razón y no podía negarlo, lo triste de su apartamento no se comparaba con tu celda que aunque parecía una prisión, tenía una mejor iluminación y eras bien atendida para mantenerte sana. Claro, a excepción de este día.

Su risa te contagió, pensaste que era un privilegio verlo sonreír así, se notaba que no solía hacerlo con frecuencia, cada vez te daban más ganas de acercarte a él y abrazarlo con fuerza, se veía que lo necesitaba.

— Es lúgubre, pero de nada sirve arreglarlo, no me quedaré más tiempo. Pero prometo que dejaré que tú te encargues de mejorar el próximo.

Te está incluyendo en su vida con esas palabras, eso quería decir que a dónde fuera él, irías tú, tenías un espacio asegurado a su lado, imaginar una vida al lado de él era difícil ya que no sabías nada sobre su forma de ser o pensar. Pero te protegería y eso era lo que te daba seguridad por el momento. Aún así había algo que no te convencía y era que arriesgará su vida como si nada le importara más que cumplir sus objetivos o morir en el intento.

— Kurapika, yo también quiero hacer lo que haces.

— ¿Ah?

— Quiero luchar como tú, entrenarme, lo que hiciste allá para salvarme, parecía magia. 

Kurapika se ofreció a enseñarte todo lo que él sabía sobre nen y defensa personal, se comprometió a estar contigo cada momento hasta que lograras un control aceptable de tu fuerza, día tras día te entrenaría y en menos de un mes podrías empezar a desarrollar tu propio Hatsu.

Estabas tan contenta de escuchar su aprobación que fuiste a abrazarlo y sin pensarlo ni un segundo dirigirse tus labios a su mejilla muy cerca de su boca, apenas rozando la comisura de sus labios.

Kurapika nunca había recibido un beso y mucho menos uno en los labios, su madre fue la última persona que lo abrazo y beso su mejilla, después de eso no tuvo afecto físico de parte de alguien amado, sus amigos le brindaban con su amistad lo más parecido a eso.

Con mucho cuidado te atrajo hacia él con sus manos, procurando no lastimarte y rodeó tu cintura, pegó su frente a la tuya mirándote a los ojos.

Con tan sólo mirarlo te llenaba un sentimiento de protección, era extraño para ti experimentar aquella emoción, casi ilógico, la manera en que compartían sus miradas, el encuentro entre dos de un mismo clan casi extinto después de 10 años.

Sus acciones eran palabras sin final, además de ser una Kuruta, le parecías hermosa pero no lo diría, no hasta que no estuviera seguro de que confiabas en él.

Tú corazón empezaba a palpitar más rápido, esa aceleración inexplicable de temor y emoción, pero te arriesgaste.

Abrazaste su cuello haciendo soporte para acercar tu boca y brindarle al rubio su primer beso con la primer chica que le había gustado en toda su vida.

En el fondo de tu destrozado corazón tenías la mínima esperanza en que podías arreglarlo con su ayuda, Kurapika había llegado para salvarte y aliviar hasta el dolor más amargo.

Tuviste la corazonada de que una luz empezaría a mostrarte la salida de tu tormento. Una luz radiante desde sus ojos.

K.E.N.Y.ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora