6.- Sin tocar

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— Estoy lista — se repite así misma antes de salir de su escondite, disparando con pistola de alto calibre sin tener idea de puntería, su suerte le estaba ayudando, logró derribar a 8 soldados antes de ser atrapada. Lisa se había mentalizado para morir.

Pronto las plantas se llenaron por otra élite de soldados KENYA de mayor rango que los anteriores, sus uniformes eran militares azul y gris, ya que el logotipo original de la empresa tenía esas tonalidades.

Desgraciadamente no todos los especímenes de los pisos 3, 4 y 5 lograron escapar, muchos fueron atrapados y puestos en celdas móviles para ser trasladados a un nuevo centro pues el fuego se estaba esparciendo por todo el edificio.

— Tenemos que evacuar. — Ordenó el general movilizando a sus equipos para sacar la mercancía viva y no viva de la manera más rápida posible. Incluyendo a Lisa como rehén y traidora de la empresa.

— Está es la sala de control dónde monitoreamos todo el edificio, yo soy el que da las indicaciones para autorizar el pase al personal.— Reveló el ingeniero en sistemas que era amenazado por Kurapika y además tenía a su compañero herido de gravedad.

— ¿Quienes son ellos? — Interrogó el rubio levantando su casco para verlos mejor por el monitor más grande.

— Son... el comando de seguridad de KENYA, tienen autoridad para llevarse a los especímenes de la superficie en caso de ataque.

— Quiero que te comuniques con ellos y les digas que todo está bien aquí abajo, que no bajen o mataré a tu amigo y a ti.

— S... sí, está bien — temblando de nervios el ingeniero tomó una radio comunicadora de la planta principal, donde el comandante del escuadrón que ya había enviado a la mayoría de sus soldados fuera del edificio con los especímenes contestó.

— Aquí oficial de seguridad. Cambio.

— Soy el ingeniero del sistema central del laboratorio, informo que la base subterránea se encuentra en buen estado, no será necesaria la evacuación por el momento.

— ¿Estás seguro? Ese polizón no apareció por ningún lado, espero que no estés mintiendome para incubrirlo. — al decir esto, el ingeniero tragó saliva pero continuó con su mentira.

— La situación está bien aquí, tengo información de que el sujeto informó a las autoridades y llegarán pronto a la edificación, por lo que no podemos arriesgarnos a trasladar nuestra mercancía de mayor valor por ahora.

— Entiendo, entonces volveremos cuando la situación superficial se tranquilice.

— Gracias señor.— al terminar la comunicación, apagó la radio y Kurapika lo levantó del asiento arrojándolo junto a su compañero. — Por favor, no nos mates.

— Se quedarán encerrados en este lugar hasta que vengan a rescatarlos, no intenten nada o los asesinare.

Kurapika destruyó con sus cadenas todo el sistema de operaciones llenado de humo el espacio lo suficiente para que los sujetos se desmayaran. El camino del vengador continuó ahora adentrándose a la parte más peligrosa y también la fase final de su misión.

— Si aún vives, lucha, por favor. Tienes que sobrevivir. — susurraba para sí mismo mientras bajaba escaleras hacia el subterráneo, el lugar más apartado de la luz solar y lo humano.

Forcejeabas tu cuerpo y gritabas furiosa, desesperada por escapar, por evitar que las manos de Rusk se acercaran a tu rostro con esos bisturis.

— ¡Quédate quieta! ¡Maldita sea!— se molestó golpeandote el estómago, el dolor que sufriste lo expresaste con jadeos y lágrimas, era la primera vez en años que Rusk te lastimaba de esa forma tan brutal. Apenas podías respirar después de ese golpe. Te sostuvo el mentón para mirarte fijamente y volver a amenazarte, a jugar con tu mente.

— Tu cuerpo ya no sirve para nada, lo único que ahora importa son tus ojos, así es, ese único y brillante color rojo será amado por nuestros mejores clientes, ahora puedo por fin hacer lo que siempre quice contigo antes de mandarte al más oscuro de los infiernos. 

Gritaste otra vez, el fin cada vez se acercaba más, tu propia sangre estaba cayendo al suelo, te había perforado el estómago con el bisturí, una abertura pequeña pero en un punto frágil. Ahora ya no eras más la mercancía de alto valor, eras una carne más del matadero.

Sacudiste tus piernas angustiada por tu vida, realmente no querías morir así, no sin haber luchado, sin haber logrado ver de nuevo la luz del sol, tenías que creer en una esperanza final. A pesar del dolor y el sufrimiento. No merecías esa vida, ese destino.

— Como eres una mujer tan atractiva, no voy a desperdiciar nada de ti, mereces un último placer antes de que tus bellos ojos queden como un trofeo.

Pronunció en tono bajo a la altura de tu oído estremeciendote de repente. No podías creer lo que su boca decía. No era necesario, pues te lo demostraría una vez que sintieras como sus dedos sin previo aviso se introducían dentro de ti y con su boca lograba ahogar tus quejas y llantos provocados por el asco, el dolor y la violación que te obligaba a sufrir ese desgraciado.

No podías hacer nada, el dolor de tu estómago te lo impedía, tus manos atadas eran la mayor sofocacion que te volvía frenética.

Lamentarte ya no servía de nada, la soga te bajó hasta el suelo donde débil y vencida, fuiste víctima de violación de tu doctor, lidiabas entre el dolor de tu estómago y la rudeza del abuso sexual que te rompía por dentro.

Ahora más que nunca te sentías sola. Olvidada. Usada como el objeto que te hicieron creer que eras, un trofeo caro pero sin valor como mujer.

— Retrocede — le avisó al sujeto del otro lado de la puerta antes de dispararle al dispositivo de seguridad que mantenía selladas las celdas. Destruyéndolo lograba abrir dichas puertas y liberar a los especímenes de gran valor, que eran humanos fascinantes con características maravillosas o bellezas raras.

Kurapika identificó a cada uno de los sujetos que salvaba y los guiaba junto a él mientras buscaba una salida segura. Faltaban un par de criaturas aún, una chica de cabello de arcoiris de un antiguo grupo caníbal y un miembro sobreviviente del extinto clan Kuruta.

Por obviedad Kurapika estaba más interesado en encontrar al que se decía ser de su tribu, después de todo esa era la motivación inicial para armarse toda aquella rebelión.

Para su suerte los especímenes que llevaba con él eran inteligentes y hábiles por lo que no les costó trabajo darle información a Kurapika sobre los 3 médicos de planta del lugar y además encontrar una salida segura por medio de un viejo túnel que daba a un canal de aguas residuales fuera del hospital.

— Ya casi lo hemos logrado — pensó Kurapika ayudando a entrar al túnel al último de los rescatados, ahora era momento de buscar a los más valiosos y al más importante para él — KENYA, te voy a destruir, lo juro por mi vida que no quedará ni rastro de tu miserable existencia.

K.E.N.Y.AWhere stories live. Discover now