35.- Cierra la boca, A.

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— Debemos... dejar de encontrarnos así.— susurró con el poco aire que le quedaba tras aguantar el dolor. 

— ¡Perdóname! no sabía que estabas aquí y pensé que eras... — él no te dejó seguir hablando, se abrazó a ti fuertemente, no le importaba el escándalo que los rodeaba, por un segundo dejó el mundo en pausa para estar contigo, odiaba lamentarse todo el tiempo por hacerse cargo de todo solo sin darte la oportunidad de demostrar que también eras parte de la misión, sin apreciar tu existencia que le daba sentido a su vida.

— Tenía miedo. Cuando no te vi en el hospital traté de... ¿te lastimaron? — la preocupación del chico se hizo grande al notar tu vestimenta arruinada y algunas heridas menores, resultado de tu arranque de ira.

— No importa, estoy bien, pude defenderme sola como me enseñaste, ¡y mira! ¡yo también tengo mis cadenas! — agitaste los grilletes de tus muñecas aún con pequeños pedazos de escombro entre los eslabones.

Eras tan impredecible para él porque lograbas controlar tus emociones como nunca antes, a pesar del sufrimiento y los diversos traumas que cargabas, aprendiste a dar más enfoque en la esperanza, desde que Kurapika apareció en tu vida, la luz ahuyentó la mayor parte del abismo en tu corazón. — Ahora los dos estamos encadenados, ¿verdad?

— Me gustas más siendo libre. — murmuró en tu cuello manteniendote abrazada, su cuerpo te transmitía tal calidez que abrigaba tu alma. Tomó tus muñecas y rompió las cadenas que te apresaban. — Te suplico que me perdones, dudé de tu fuerza y creí que no podrías hacerlo, ahora sé que siempre pudiste, sólo necesitabas alguien que te liberara.

— Tú también necesitas alguien que te libere — dijiste observando sus cadenas, manchadas de sangre, tenías tanto qué preguntar, ¿cómo había llegado? ¿qué pasó en el hospital? ¿dónde estaba Kenya?

— Yo creo que las cadenas les van bien a ambos. — interrumpió una voz femenina con tono agresivo — después de todo son productos de nuestra empresa.

— Eres tú. — dijo Kurapika en voz baja al notar cómo sus cadenas habían desaparecido, tú y él reaccionaron a la vez cuando vieron a Ashtah tan solo a unos metros del pasillo, mostrando sus ojos escarlata y levantando la guardia.

Pero su presencia no era lo que los había hecho enfurecer, ya que a su lado se encontraba T-70, quien tenía a Kenya tomada por el cabello y puesta de rodillas.

— Este pequeño mounstro estuvo causando un alboroto desde hace rato, acabó con la vida de Eleonor en tan sólo un minuto, esta cosa horrible no podría llamarse humano, Kim perdió el control de su proyecto casero, ¿uh? — Jaloneo un mechón de cabello de Kenya haciéndola llorar — pero mi hija pudo someterla de maravilla, sin duda solo un proyecto de KENYA puede amedrentar a otro, ¿no es fabuloso?

— ¡SUELTALA! — sin pensarlo te lanzaste sobre Ashtah, no te importaba el riesgo que podías correr, pero Kurapika logró detenerte sabiendo que atacar de inmediato no era la mejor estrategia.

— Vamos K-005, atacame, me muero de ganas de saber quién morirá primero entre mi hija y tú, ¿no es así, T-70? — Perversa y burlona, Ashtah demostraba su confianza y seguridad al estar al lado del experimento que le costó años de trabajo, un usuario nen exclusivamente creado para seguir las órdenes de los miembros de la empresa. La chica que apenas conservaba conciencia propia, se dirigió hacia ti arrastrando a la pequeña por el brazo.

Te soltaste del agarre de Kurapika y tomaste a la chica por las muñecas, no soportarias más mirar cómo las personas que amabas volvieran a sufrir, nadie merecía la tortura de pertenecer a esa empresa.

Pero tal como Kurapika temía, T-70 había usado su habilidad de neutralización en tí.

— No puedes hacerle daño, es un usuario nen del tipo especialista, neutraliza el flujo de nen a su alrededor. — explicó Kurapika ligeramente ansioso, por esa razón no pudo hacer nada cuando ellas aparecieron, su habilidad había sido bloqueada y sus cadenas se disiparon.

— ¿Cuál estúpida neutralización? — respondiste cuestionando su explicación, porque tu habilidad sí estaba funcionando. Degradaste la piel y músculos de sus brazos, desintegraste internamente sus articulaciones y sin usar mucha fuerza le rompiste las muñecas que ahora parecían hechas de cristal.

— No funciona contigo, ¿porqué? — pensó Kurapika al observarte, mientras T-70 daba pasos de retroceso al perder ambas manos y soltar a Kenya que corrió sin pensarlo detrás de Kurapika.

— Hija de puta — Ashtah temblaba ya que lo entendió demasiado tarde, había olvidado aquella condición para la habilidad de T-70 que le impedía usar su habilidad en cualquiera de KENYA, incluyendo otros productos, como tú. —  ¡no tenías que acercarte a ella! eres una basura inútil, ¡MÁTALA, MÁTALA, NO TE QUEDES COMO UNA IMBÉCIL, MATA A LOS KURTAS!

Mientras T-70 escuchaba los insultos a su espalda por haber fallado, te observó retroceder con tus manos lastimadas, habías intentado controlar tu habilidad para no destrozarla por completo y te costó. Kurapika, se colocó frente a ti como un escudo y tomo a la niña de la mano.

Ahora lo puedo entender. Ella no es afectada por mi habilidad porque también es parte de Kenya igual que yo. Más no entiendo... ¿porqué a pesar de su sufrimiento K-005 puede seguir siendo amada? porqué recibe tanto apoyo si sólo le ha dado problemas a la empresa? ¿porqué si yo he intentado ser el arma perfecta tengo que recibir el odio y el desprecio de la mujer que me dió la vida? que corta vida, y tan injusta, lo arruinaste todo, madre. Ahora solo quiero decirte...

— Cierra la boca, Ashtah. — Contestó T-70 a la mujer que no volvería a llamar madre.

K.E.N.Y.ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora