Capítulo 32 - Promesas rotas (Parte 2)

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-Le llevaré ahora mismo ante él. Acompáñeme mi Señor.


Lejos de allí, en su forma más humana, Locura permaneció sentado en uno de los pocos locales que servían café en Skarsvåg. Un muy pequeño enclave en la parte más norte de las tierras noruegas, por el que incluso los humanos parecían sentir poco interés.

Allí, abrigado hasta las orejas y no por necesidad, se sintió a salvo y seguro. Sin temor a ser encontrado ni reconocido por accidente, ni de casualidad, por ningún otro dios.

De hecho tan sólo las dos señoritas encargadas de aquel local veinticuatro horas habían mostrado un poco de interés en él. Dado que llevaba casi tres días completos, sentado en la misma mesa, bebiendo un café caliente tras otro. Hundiéndose cada vez más contra el respaldo inesperadamente cómodo de aquel acolchado banco. Abstraído en su intento por comprender el momento exacto en que todo se había ido al traste, mientras se lamentaba profundamente de todas sus decisiones vitales.

Y así podría haber continuado de no ser por quien tomó asiento frente a él. Tomándole tan por sorpresa que, mientras el recién llegado se limitaba a entrelazar sus pálidos dedos sobre la rustica mesa del local, el actual dios oscuro palideció casi tanto como si estuviese frente a Lord Nim en persona.

-Creo que me debes unas cuantas explicaciones. -exclamó entonces Muerte, con una voz artificiosamente calmada, acompañada de una mirada especialmente intensa, en donde sus ojos enmarcados por unas profundas ojeras, se mostraron tal vez demasiado hundidos.

Locura no pudo ocultar su turbación al verle. Incrédulo de que Vanidad le hubiese encontrado en aquel recóndito lugar del planeta. Hasta que el aturdimiento dio paso al pánico, que le puso en pie de un salto, impulsándole a escapar de la cafetería tan deprisa que arroyó a la camarera que en ese instante iba a llevarle más café, así como varios muebles y enseres de cristal que rompió en su huida.

Muerte desencajado y consumido, sin moverse aún, se permitió un suspiró pesado antes de salir tras su congénere. Quien de nuevo como dios y ahora completamente envuelto por la oscuridad de su don, huía tan rápido que terminó convirtiéndose en una línea de energía negra zigzagueante en el horizonte.

En cualquier otra circunstancia, aquella persecución en pleno mundo humano habría sido algo impensable.

O podría haber llegado a despertar recuerdos tiernos en Muerte. Como cuando ganó su primer beso de Vida tras "alcanzarle" en una carrera similar pero infinitamente más divertida.

Sin embargo en aquella situación, su sangre hervía más caliente que el fuego dorado que lo envolvió. 

Y puede que Locura simplemente no fuese tan veloz como el dios creador. O que él ahora fuese mucho más rápido que antes. Pero más pronto que tarde lo alcanzó. Agarrándole por el hombro y aferrándose a él para detenerlo.

Sin embargo para ese punto la simple aceleración que llevaban hizo imposible que frenaran de golpe. Por lo que ambos terminaron enredados en una maraña de extremidades que perdió el control y salió disparada a través de kilómetros enteros de océano, golpeando y atravesando varias formaciones rocosas cubiertas de hielo y nieve a continuación.

Para cuando dejaron de derrapar y dar vueltas sobre si mismos ambos hombres se encontraban ya en una tierra yerma, llena de grava oscura y nieve sucia, que después ambos reconocerían como la isla Komsomolets, a miles de kilómetros de distancia de Skarsvåg.

Ignorando raspones y arañazos Muerte se incorporó con la determinación que solo la ira más pura puede proporcionar.

-¡Déjame solo! -clamó por su parte Locura con angustia, al ver como el otro dios acortaba con rapidez los pocos metros de nieve sucia mezclada con graba que los separaba, mientras él aún trataba torpemente de ponerse en pie.

Utopía [ Amolad ] [ A Matter Of Life And Death ]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu