Capítulo 4 - Pequeñas revelaciones

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Para todos los seres de la Tierra, la vida continuó transcurriendo en su rápido devenir de los días. 

En mitad de una calle llena de transeúntes humanos, sabiéndose completamente invisible para ellos, cierto dios exhaló un hondo suspiro antes de renovar su gesto, sustituyendo su expresión inquieta por una amplia sonrisa. Y tras estirarse las mangas de su elegante traje color vino burdeos, comenzó a deambular por la Quinta Avenida de New York.

El dios caminó con porte distinguido y elegante entre los viandantes. De tal forma que nadie que le viese en ese momento podría imaginarse que días atrás, aquel mismo hombre de altura envidiable y aire refinado, había estado moviéndose de un lado para otro nervioso y frustrado al no tener ni la más mínima idea de cual era su actual finalidad.

Al fin y al cabo nunca se había llevado lo suficientemente bien con Vanidad como para averiguar, o siquiera interesarse, por conocer cuál era su trabajo en el mundo humano.

Y tampoco era como si hubiera podido preguntarle a alguien a aquellas alturas. Su cuartada se habría venido abajo al instante. Por lo que al principio, Muerte se había sentido realmente perdido al respecto.

El dios había visitado por aquel entonces selvas tropicales, infinitas dunas de arena, desiertos de sal. Había descendido a las profundidades mas insondables del océano. Caminado entre las nubes. Visitado todas las montañas. Incluso se había pasado varias veces por ambos polos pese al insoportable frío. Pero nada había pasado. Y Muerte había desesperado un poco, temiendo de pronto que nunca podría averiguar por si sólo cual era su nueva función dentro de la compleja creación de su Señor Ithis.

"Me van a descubrir" se había lamentado por aquel entonces sentado en el borde de la Fontana di Trevi en Roma, completamente cercado por los cientos de turistas allí congregados que le rodeaban pese a no verle realmente.

"Me van a descubrir porque el trabajo de Vanidad se va a cumular de tal manera que es imposible que Sabiduría no tarde en intuir que algo no anda del todo bien conmigo."

No obstante allí mismo, rodeado por todas aquellas personas que no dejaban de hacerse selfies, solos o en grupo. Con "Océano domando a los hipocampos" de fondo. De pronto Muerte finalmente lo descubrió: de alguna manera, y sin lugar a dudas, supo cual era su nuevo trabajo. 

Puede que fuera el instinto. O tal vez fuese su nuevo don ansiando ser usado. Pero en el momento en que lo dedujo, Muerte no pudo evitar lanzar una sonora carcajada de satisfacción.

"¿Esto es todo?" Se había dicho así mismo perplejo en aquel curioso momento. 

"¿No es una broma? ¿De verdad esto es todo?"

Por ello y desde entonces, cada vez que tenía que ir a cumplir con sus obligaciones no podía evitar tener una sonrisa en los labios.

-Exquisita –exclamó entonces al oído de una mujer que se estaba probando un collar de vistosa pedrería en la sección de joyería dentro del Flagship store, un popular centro comercial dentro de la misma Quinta Avenida donde llevaba un buen rato paseando.

-Ésta baratija tan sólo resalta lo que todos ya deberían ver en ti... -continuó Muerte en tono dulce junto a la clienta quien pese a no oírle, comenzó a sonreírle de forma presumida a su reflejo. Moviendo de forma coqueta sus hombros para mirar cómo le sentaba la vistosa joya que pretendía imitar lujosos diamantes.

-... Eres hermosa... la mujer más bella de todo este centro comercial. Y esta gargantilla no puede encontrar un cuello mejor que el tuyo.

Muerte se retiró de la dama, sintiendo que su obligación para con ella había terminado. Y mientras a su espalda se escuchaba el ruido de una máquina registradora, el dios abandonó el establecimiento ensanchando aún más su sonrisa.

Utopía [ Amolad ] [ A Matter Of Life And Death ]Where stories live. Discover now