Capítulo 30 - Fractura

81 13 46
                                    


"Finalmente el momento ha llegado" 

En algún punto de una ciudad oriental, sobre el puente de madera de un estanque lleno de nenúfares, "Vanidad" le entregó un sobre con la misma solemnidad de alguien que en realidad está coronando a un rey.

Una vez con el papel entre las manos, Locura sonrío nervioso e incómodo, antes de musitar:

-Bien, me voy entonces.

Erguido cuan alto era, Muerte contempló en silencio como el otro dios se des fragmentaba frente a él.

Su interior zozobró bajo una punzada de miedo, pese a sentirse genuinamente eufórico, en una combinación extraña y difícil de manejar.

Haciendo que cada minuto de aquel día se sintiese largo, lento, pesado y angustioso, hasta que mucho más tarde de lo habitual, Locura se materializó tan de golpe en su propia sala de estar, que dio la sensación de caer sobre su propio sofá más que la de sentarse sobre el mismo:

-¡Pues ya está! ¡Hecho! ¡Ahora Lord Nim nos mandará llamar cuando él desee vernos! 

Exclamó entonces en tono triunfal. Mostrándose alegre y despreocupado pese a que, en su repentina aparición, había provocado tal sobresalto en su pálido invitado, que éste acaba de arruinar su última versión de aquel obsesivo proyecto de marquetería, por el que llevaba meses tratando de crear algún tipo de "guija con emoticonos".

-¿Qué? ¿No pensarías que esto iba a ser algo inmediato? -Le cuestionó Locura a continuación, contrariado, cuando la expresión del otro dios pasó de la conmoción a la incomprensión. Llevándole a encogerse de hombros como si sus palabras fuesen algún tipo de verdad indiscutible:

-¡Porque yo no puedo hacer nada más! ¡Ahora toca esperar!

Y si bien aquella noticia no era mala en si misma, Muerte se encontró contemplando la gubia con la que él mismo acaba de quebrar su propia talla, presa de un profundo desconcierto que poco tardó en convertirse en simple frustración. Al ver como su única esperanza se posponía de forma indefinida una vez más.

De hecho ochocientos años más tarde, seguían sin tener noticias al respecto.

-¿Estas bien? -le cuestionó Locura una noche, cuando se encontró al otro dios sentado en el suelo junto a su chimenea, abrazado a sus propias rodillas y con la vista perdida en las llamas.

-¿Nada aún? -cuestionó entonces éste con voz queda, visiblemente desanimado, sin llegar a mirarle siquiera.

Locura no necesito que él otro hombre fuese más concreto para entender su pregunta. Su ánimo había estado fluctuando mucho durante ese tiempo, pero últimamente parecía anclado en el desaliento:

-No. Aún no. -informó incómodo mientras apartaba el libro que descansaba a su costado, tomando así asiento a su lado con una taza humeante entre las manos.

Muerte no respondió, pero hizo algo parecido a un puchero mientras volvía su mirada hacia la chimenea. En otra situación Locura seguramente se habría reído de tal gesto, en cambio en ese momento le enervó:

-Vanidad... no puedes seguir así... Te has pasado los últimos setenta años con tu culo aquí plantado sin hacer nada... casi has vuelto a como estabas al principio de llegar aquí. Así que voy a decírtelo sin rodeos. ¡Me tienes muy preocupado!

-Bueno, es que tienes muy buenas obras en tu biblioteca... por eso no puedo dejar de leer... -trató de justificarse de forma poco creíble el dios de pálida piel y ojos color ámbar mientras recuperaba del suelo uno de los libros que había estado ojeando, para pasar algunas páginas de forma distraída.

Utopía [ Amolad ] [ A Matter Of Life And Death ]Where stories live. Discover now