Capítulo 25 - Algo más que una cena

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Con sus pequeños y redondeados ojos de ave Mala Suerte miraba fijamente a un humano, y de haber podido hacerlo, lo habría mirado con rabia.

Siendo sinceros, su mal humor no era culpa de aquella persona y el dios lo sabía. Pero no podía evitarlo. Después de todo ahí estaba de nuevo teniendo que hacer todo el trabajo él solo.

Y vaya que si aquello era algo complicado de hacer para él solo.

En realidad el trabajo de un dios tenía normas. Unas que aunque no estaban escritas en ningún sitio y tampoco eran algo realmente oficial, existían de cierta forma en la colectividad del pensamiento intangible de los moradores de Ithis. Y aunque no afectaban a todos, pocos eran los que estaban libres de ellas.

Sin embargo puede que Vida fuese uno de ellos. Por lo que Sabiduría se encontró en más de una ocasión, en la tesitura de tener que explicarle que él no podía dar un conocimiento sin más. Que era necesario, imprescindible de hecho, que los "carnosos" buscaran y lucharan por ese conocimiento antes de que él pudiera entregárselo.

Algo similar también les ocurría a los demás dioses en sus respectivas obligaciones.

Para Mala Suerte por ejemplo, aquello funcionaba de forma un poco distinta. De cierta manera era casi como una intuición, que le decía cómo y con quien debía ejercer sus dones.

Por lo que ahí estaba él, moviéndose como una paloma inquieta sobre el respaldo de una silla en aquella aula de un conservatorio de música, tratando de resolver como podía llevar a cabo aquella misión en solitario.

De haber estado allí con Vanidad las cosas habrían sido muy distintas. Y los acontecimientos se habrían desarrollado de forma natural. Como una mecanismo bien engrasado:

Aquel apuesto y egocéntrico pianista del último curso habría presumido de ser el músico más talentoso de la escuela. Habría flirteado con la bonita pelirroja que insuflaba pasiones en todos los muchachos de su clase. También se habría reído del tímido chico de gafas que siempre se quedaba al fondo de la clase con una flauta travesera. Insultándole y denigrándolo de formas sumamente crueles y creativas.

Sin embargo aquel inicialmente penoso episodio de su vida, habría provocado un férreo afán de superación en el tímido muchacho de gafas. Quien se habría pasado todo el siguiente año practicando horas y más horas con su instrumento. Llegando a crear bajo la tutela de Musa una de las más bellas piezas para flauta de la década. Ganado con ella el primer premio de un prestigioso concurso de música amateur en su país.

Habría recibido honores, publicidad e incluso una buena beca.

El principio de toda una nueva vida por delante. Exitosa y plena.

Atrás habría quedado el petulante pianista que meses antes se había reído de él.

Pero nada de eso pasaría sin Vanidad allí presente.

En realidad Mala Suerte no era plenamente consciente de todo ésto por supuesto. Sólo que la situación de partida no era exactamente la correcta.

La verdad absoluta -por llamarla de alguna manera- era algo que tan sólo el dios Tiempo llegaría a saber. Con ese posible presente perdiéndose entre muchos otros dentro de su esfera del pasado.

Por ello al final, tratando de hacer su mejor esfuerzo, Mala Suerte grazno con energía.

En el aula, el apuesto estudiante de piano pese a no oírle realmente, se sintió muy patoso de repente. Golpeando sin querer la tapa del piano, que cayó sobre sus manos, pillándole los dedos a continuación.

Utopía [ Amolad ] [ A Matter Of Life And Death ]Onde histórias criam vida. Descubra agora