28. Dejarse llevar por el corazón

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Sé un profesional, separa tu vida privada de tu trabajo, no te dejes llevar por el corazón. Esto era lo que se había estado repitiendo Chuuya desde que se había despertado tras haber sonado la alarma puesta a las tres de la tarde. Era muy complicado de cumplir.

Se había dormido a las nueve de la mañana tras haber llamado a primera hora a la facultad de Bellas Artes para preguntar sobre el profesor Osamu Dazai. Como había temido no se encontraba en la facultad, pero le habían transferido la llamada con un compañero de departamento: Doppo Kunikida.

Este, a pesar de no contar con mucho tiempo pues en breve empezaba su primera clase, había sido my amable con él y había accedido a una entrevista a las cinco de la tarde. Había sido imposible convencer a Doppo Kunikida de una cita más temprana, pues tenía un horario de clases que tenía obligación de impartir y de tutorías que él no consentía en aplazar.

Todo esto a pesar de que Chuuya había notado como el otro sentía una enorme curiosidad porque un detective de la policía quisiese hablar con él sobre un colega.

Chuuya, de todas formas vio la parte positiva. Así podría dormir un par de horas pues había estado toda la noche en vela buscando toda la información en la web de la universidad y en páginas de arte sobre su ladrón del que ya tenía su nombre.

Había sentido como escalofríos recorrían su espalda, mientras un calor muy agradable se instalaba en su pecho cada vez que encontraba algo nuevo de él.

Había guardado imágenes de sus cuadros y de las escasas fotos donde él aparecía en algún taller de dibujo.

En la web de la universidad había encontrado su curriculum profesional: tras haber estudiado la carrera, había conseguido una plaza de interino en la misma facultad donde había acabado sus estudios hasta promocionar como profesor titular de dibujo anatómico.

En esos años había compaginado su actividad docente con diversas exposiciones, la mayoría en la galería de Sakaguchi Ango.

Sí, a Ango iba a ser el siguiente a quien iba a ir a visitar tras su entrevista con el colega de Osamu Dazai en la facultad. Iba a ser una visita sorpresa  en la cual no haría nada por ocultar su enfado por haberle mentido Ango pero le iba a dar una segunda oportunidad. Si largaba todo lo que sabía no le iba a acusar de obstrucción a la labor policial.

El imaginar a un Ango todo nervioso le hacía recrearse por anticipado.

Sabía que no estaba bien enzarzarse con un civil, así que de nuevo se volvió a repetir que debía ser un profesional.

Pero su corazón empezó a latir tan fuerte que tuvo que pararse unos instantes para respirar hondo cuando entró en el hall de la facultad.

Por esa entrada había entrado su ladrón casi todos los días entre semana durante los últimos años.

Sí, por allí mismo.

Sonrió ante esa verdad y con una agradable sensación de contemplar lo mismo que su ladrón profesor universitario veía en su jornada laboral, empezó a recorrer los pasillos, a echar un vistazo a los carteles en los tablones, a admirar unos instantes cada obra de arte de antiguos alumnos expuesta. De preguntarse si había sacado un café o una bebida de la máquina expendedora del rincón, si había usado ese baño, si había utilizado la barandilla que él tomaba, si se había sentado en ese banco.

Llegó con cierta facilidad a los seminarios donde se encontraban los despachos de los profesores.

Buscó los nombres en las placas al lado de cada puerta y se alegró al encontrar el nombre del profesor con el que tenía la entrevista.

Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.Where stories live. Discover now