26. Tu nombre

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Chuuya bebió otro largo trago de agua para intentar mitigar la sequedad en su garganta por el gas que su cuerpo había inhalado.

Con incomodidad observó la aguja del gotero en su mano.

Él, al igual que todos los agentes de policía intoxicados por el gas somnífero, habían sido trasladados a un hospital para ser tratados. 

La medicina que llevase el gotero y un aerosol que le habían hecho inhalar tras el primer chequeo estaban consiguiendo que los efectos se pasasen pero lo que no podían hacer era que olvidase lo que había sucedido entre él y el ladrón en aquel cuarto.

¡Se habían besado! Y no un beso corto y leve, no, profundo, largo, entregado y él....¡Ahhhhh! Se había pegado su ladrón pidiendo mucho más.

¡Si había notado hasta un principio de erección! ¡Y seguro que a su ladrón tampoco se le había pasado la suya!

Eran efectos de la drogas, sin duda. Porque él había intentado separarse de él, ir tras los otros dos, pero su cuerpo no le había respondido como quisiese. Ante su debilidad su ladrón se había beneficiado y había tomado todo lo que un Chuuya no consciente de sus acciones hacía.

Por suerte solo habían estado ellos dos solos. ¡Aunque quizá había una cámara de seguridad en esa estancia!

No, seguro que no la había. Un sistema de seguridad es muy costoso y tampoco hacía falta instalarlo en cada habitación.  Eso era. No existía ninguna otra grabación vergonzosa como la de la galería de arte.

Dejó el vaso sobre la mesita cercana, mientras se prometía a sí mismo no dar más vueltas a lo que había pasado entre él y el ladrón, porque una acción sobre la que uno no tiene el control completo no debe acarrear ningún cargo de culpa.

Con ese pensamiento se sintió mucho mejor. Lo que debía hacer era seguir trabajando para descubrir quienes eran y atraparles. Ya conocía la identidad del líder, ahora era todo tan sencillo como tirar de un hilo para encontrar la madeja.

Iría a buscar a Akutagawa, del que sabía que estaba en un box cercano porque le había oído protestar varias veces, argumentando que a él no le pasaba nada, a pesar de todo los esfuerzos que  les había costado a los médicos y enfermeros que volviese en sí.

—¡Chuuuuuuya!

Este se sobresaltó al escuchar su nombre gritado bien alto pero al ver quién era, sonrió feliz porque Kouyou hubiese ido a verle.

Llevaba puesto un uniforme azul, así que debería estar de turno. Debía haberse enterado que el estaba en urgencias.

Ella le tomó del rostro, examinándole las pupilas. Algo debió ver que la tranquilizó. Aún así le preguntó:

—¿Estás bien?

—Sí, sí. Ya casi no siento efectos, solo sequedad en la boca y un ligero dolor de cabeza.

Kouyou se puso una mano en el pecho expresando su alivio.

—Cuando me han dicho mis compañeras que en urgencias había bastantes policías intoxicados y he encontrado tu nombre en el ordenador he sentido miedo.

—Ya ves que estoy bien. Casualidad que nos hayan traído a tu hospital.

—Sí —sonrió ella levemente. —Pero no puedo evitar sufrir por ti tras lo que le pasó al tío.

El tío al que ella se refería era el padre de Chuuya. Este negó con la cabeza.

—Ya ves que por ahora sigo vivo, en el futuro quién sabe.

Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.Where stories live. Discover now