43. Pactar con el Diablo

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Si el estudio del detective Akutagawa era un lugar lleno de pruebas, esquemas donde apenas quedaba sitio para nada nuevo; su dormitorio era lo opuesto.

Solo estaba la cama, una mesilla de noche con una lamparilla con una pantalla blanca y el armario. Así que los cuadritos con texto colgados en la pared frente al armario llamaron la atención curiosa de Atsushi, quien frotándose el cabello recién lavado en la ducha, se acercó a ellos y sus ojos se abrieron sorprendidos al reconocer los poemas burlones que Dazai había compuesto para el detective.

Dazai se sentiría muy satisfecho y contento si supiera cuan obsesionado estaba el famoso detective con sus sátiras hasta el punto de haberlos enmarcado y colgado en aquella estancia tan íntima.

Una intimidad que había compartido con Atsushi.

El estudiante de arte contempló, con el pecho sintiendo un calor picante, las sábanas revueltas del lecho, el suelo donde había quedado la ropa interior de ambos, pues el resto de prendas habían quedado en el estudio.

Habían tenido sexo de primer contacto sobre la caótica mesa del cuarto de trabajo del detective, para luego no poner límite a su deseo, tras deshacer la cama entre besos bruscos, caricias duras y gritos ahogados.

Varias veces tuvo que arañarse la piel a sí mismo para que el dolor le hiciese ser consciente que no era otro sueño, que los gemidos de Ryunosuke sobre él, el sabor de su boca, sus largos dedos apretándole, el roce de sus rodillas entre las suyas, eran reales y luego estaba esa forma de llamarle con deseo y seducción: Jinko.

Esa palabra había llenado toda su espalda de un escalofrío y se había arqueado en el lecho llevado por el placer. Ryunosuke había sonreído satisfecho y se lo había seguido diciendo con voz grave y juguetona mientras entraba en él.

Más tarde, mientras se duchaban juntos, Atsushi le preguntó porqué había elegido esa palabra.

-Porque eres mi tigre devorador -le respondió insinuante Ryunosuke, besándole entre la lluvia artificial de la alcachofa de la ducha. Atsushi tuvo de nuevo la sensación de deja-vu, como si en otro tiempo, otras circunstancias, el otro le hubiese llamado así, aunque sin el matiz seductor, más bien despectivo.

No tenía sentido.

Ya tenían los dos bastantes problemas delante para debatirse la cabeza por algo incomprensible.

-Jinko, no pienses demasiado -le pidió Ryunosuke parando la ducha y ofreciéndole una toalla-. El cerebro juega malas pasadas, si sigues analizando todo lo que sientes, vas a empezar a considerar la posibilidad de que la alcachofa de la ducha nos vea y nos escuche.

Atsushi levantó la cabeza hacia arriba.

-¿Micrófonos?

Para su sorpresa, Ryunosuke sacó un detector de algún lado y lo pasó por la alcachofa de ducha. Luego negó con la cabeza.

-Me estoy dejando llevar por tus salidas descerebradas, Atsushi. No sé porqué te hago caso.

-Creo que te ha gustado mucho dejarte llevar por mis salidas descerebradas -le replicó coqueto Atsushi saliendo fuera de la ducha siguiéndole.

Ryunosuke le dio una palmada suave en el trasero y guiñándole un ojo, reconoció:

-No ha estado nada mal, Jinko. Estoy seguro que a la próxima lograrás deleitarme aún más.

Que Ryunosuke considerase con certeza el que existiese otro encuentro amoroso, hacía que Atsushi casi ronronease de placer, casi olvidando en que peligro se iban a meter los dos en un par de horas cuando llegasen el Palacio de los Ladrones.

Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora