Un interludio explícito

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Dedicado a HikariYaehime por sugerirme volver a escribir explícito y a todos los que participaron en la encuesta en Twitter.

Y a AshDraigon por nuestro proyecto conjunto en la carpintería especializada.

Nota previa:

Sexo explícito. Puedes saltarte este capítulo si lo deseas.

———
En su recorrido hasta el dormitorio tropezaron múltiples veces contra mesitas, columnas, armarios, pues ninguno de los dos miraba más que de soslayo por donde andaban, más ocupados en besarse y en no perder el abrazo con que ambos se cerraban, que en saber por donde ir sin casi caerse al dar un traspiés en más de una ocasión contra un escalón de las escaleras que llevaban al ala donde se alojaba Chuuya. Solo las risas cortaban su largo beso interrumpido o un comentario de Chuuya mientras Dazai, tras evitar que se cayesen escaleras abajo, le arrinconaba contra la barandilla de mármol y le chupeteaba en el cuello.

—Está todo lleno de cámaras...

A lo que Dazai respondió con más risitas mientras le pasaba con la delicadeza de la seda la punta de su lengua por sus labios. Solo respondió:

—En tu dormitorio, no. Ya me aseguré yo.

Chuuya se unió de sus risas y reanudaron la subida de los escalones sin dejar de besarse y acariciarse.

Al fin llegaron a la puerta de la habitación.

Con torpeza ambos trataron de mover el pomo. Les costó tres intentos, entre risas cada vez más idiotas, conseguirlo.

Solo entonces, Chuuya se zafó con una carcajada tonta de Dazai y corriendo hacia dentro saltó sobre la cama hasta quedar sentado de rodillas mirando hacia su amante. Empezó a dar saltitos sobre sí mismo, mientras abría los brazos de par en par, invitándole entre más risas.

Dazai se le quedó contemplando por unos instantes con una sonrisa de admiración, con fuego en sus ojos castaños tras la máscara, y entonces cerró la puerta sin darse la vuelta de una patada.

Luego, con parsimonia, se fue quitando los guantes, dedo a dedo, parando a mitad de cada dedo.

—Osamuuuuu —le llamó Chuuya imitando el llanto de un niño pequeño—. Quitarse los guantes así puede ser sexy, pero en este momento te necesito aquí, conmigo.

Cerró y abrió ambas manos mientras movía la cabeza insinuante.

Dazai soltó una carcajada.

—Supongo que el de quitarse sexy los guantes nunca podré ser yo.

Chuuya no entendió el porqué Dazai lo dijo con cierta ironía, pero olvidó su recelo al instante pues Dazai imitó el saltó previo del otro y en un instante estaba frente a Chuuya de rodillas también.

No se abrazaron, de hecho no acortaron los veinte centímetros que les separaban, solo se miraron con mucha ternura, brillando las pupilas de ambos.

Dazai podía apreciar cual feliz era Chuuya y el motivo era claro: era al fin libre, con él. El no tener ataduras, el ser uno mismo, el dar de lado a la sociedad injusta donde se había criado
y elegir el amor de él, de su ladrón; como Chuuya le llamaba. Aquello hacía que su belleza tan única potenciada por el difuminado de la tristeza, ahora relampaguease en un furor que crecía dentro de él.

—Mi detective —le llamó Dazai con adoración. La sonrisa de Chuuya aún se expandió más.

—Mi ladrón —y entonces la mano derecha de Chuuya tomó la máscara de Dazai y se la quitó lanzándola fuera de la cama. Tomó aliento y sus dedos, los diez, empezaron a acariciar con delicadeza el cabello oscuro de Dazai, deteniéndose en sus ondas, contemplando su rostro con la misma devoción con que Dazai observaba las joyas valiosas que robaban.

Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora