21. Segundas interpretaciones

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Dedicado a todos aquellos que trabajan por nuestra salud, seguridad y proporcionarnos servicios y alimentos en estos complicados tiempos.

Era poco después de las cuatro de la mañana cuando Atsushi llegó a su casa, cerró la puerta, se apoyó en ella y una sonrisa de emoción se pintó en su rostro al tiempo que se tocaba los labios.

Sin dejar de sonreír, se descalzó y dando unos pequeños saltitos al andar se dirigió a su dormitorio.

Allí cayó de pronto de su nube de felicidad del susto que se llevó al ver a alguien acostado en su cama.

El grito fue ahogado por una mano que le tapó la boca.

—¡Chisssssss! —escuchó la voz de Dazai a su lado. —No le despiertes, déjale descansar.

Atsushi asintió con la cabeza, como notificándole a Dazai que no iba a chillar y su boca fue liberada.

—¿Quién es? —le preguntó a Dazai siguiéndole a la cocina. Dazai iba vestido con una sudadera y unos pantalones anchos de algodón. ¿Aún no se había acostado?

—Es Kenji.

—¿Kenji?

Kenji era un chico de pueblo que les ayudaba de soporte en ciertas misiones como gancho pues su cordialidad y aparente buena fe hacía que todos confiasen en él.

Dazai puso a calentar la tetera.

—¿Y qué hace Kenji en mi cama?

—Estaba cansado tras haber estado siguiéndote.

—¿Siguiéndome?

Dazai asintió feliz mientras ponía dos tazas sobre la pequeña mesa auxiliar.

—Cenó en el mismo restaurante y me iba informando de lo que sucedía. Gracias a él supe cuando debía empezar la video llamada.

Atsushi abrió la boca de par en par por el asombro.

—Naturalmente pagó la cena con tu parte del botín del golpe en la tienda de Pandora.

—¡¿Mi parte?!

—¿Tú sabes lo que puede llegar a comer Kenji? Además de alguna forma es como si hubiese trabajado para ti. Deja de poner ese morro torcido porque debías estar agradecido porque mi mente de estratega haya evitado que pases la noche en una de esas incómodas celdas de la comisaría.

Dazai cortó la distancia entre los dos y agachándose hasta poner su rostro frívolo ante Atsushi continuó:

—Te dije que pasarías la noche en calabozo o entre las sábanas de un love hotel, pero parece ser que ha sido en el asiento trasero del coche de Akutagawa.

El rostro de Atsushi se puso rojo cual tomate.

Dazai soltó una risita jocosa cuando Atsushi se tapó la cara con las manos.

—Le dije a Kenji que se volviese cuando estimé que Akutagawa tenía en mente comprobar contigo el límite de la suspensión de los amortiguadores.

—¡Dazai! —le pidió con un chillido agudo Atsushi que no ahondase en aquellas gracias pervertidas.

—¡Quizá deberías mañana si vas a clase taparte el cuello con un fulard! Ji ji.

—¿Ehhh?

Atsushi se dirigió rápidamente al baño y se miró.

¡Por todo los cielos! ¡Tenía la piel llena de chupetones!

Le vino a la mente el recuerdo de Ryunosuke tumbado encima de él, recorriendo con pasión su cuerpo entre besos profundos.

Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora