8. La trampa

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Dedicado a todos los que seguís esta historia. Os amo.

Chuuya había caído en la trampa. En esa trampa que él había estado tratando de evitar caer de nuevo desde que a los dieciocho participase en el video promocional de la Academia de Policía.

Con un alarido de rabia y frustración soltó el móvil que mantenía enganchado al cargador, y enterró la cara en la almohada.

Eran las cinco de la madrugada. No había podido pegar ojo desde que se había metido en la cama a la una, y todo porque su curiosidad masoquista le quiso hacer averiguar si su comunicado en la televisión pública había tenido las mismas consecuencias que su video de hacía nueve años.

Peor. Mucho peor.

Si hacía nueve años se había hablado del sexy policía en foros y en blogs, esa noche el sexy detective era tendencia en twitter, en youtube, en instagram, en facebook, e incluso por google había enlaces que al darles al link te llevaban a páginas porno.

Si en el mundo virtual él era prisionero de su imagen tan atrayente hacia los demás, ¿qué pasaría en el mundo de afuera?

¿De nuevo volvería el acoso?

Su vida se había ido a hacer puñetas.

A las nueve debía volver a la comisaría. Quizá debería tomarse alguna de las píldoras para dormir que tanto le ayudaron en sus temporadas largas de ansiedad. Pero una no hacia nada. Tendría que volver a tomarlas de forma regular.

Todo por culpa de ese trío de ladrones.

Dio sendos puñetazos al colchón.

Debía atraparles. Solo así volvería a sentirse fuerte.

Estaba la caja en el cajón superior de la mesita.

Lo abrió. A tientas encontró el envase. Pero necesitaba agua. Se levantaría e iría a la cocina.

Cuando iba a incorporarse, sin darse cuenta de su intención, volvió a consultar el móvil.

En mitad de nuevos avisos de posts sobre él, había un mensaje de whatsapp que hizo que su corazón se acelerase.

„Me he tenido que enterar por la televisión que has vuelto a Yokohama"

El texto iba acompañado de una carita guiñando el ojo.

Chuuya sintió una mezcla de culpabilidad, porque era cierto que no había avisado a nadie de su regreso, y de ternura, por el cariño que sentía hacia esa persona.

Sus dedos empezaron a acariciar el teclado de la pantalla pero dudó. Un „hola" no podía retomar su relación tan estrecha como si nada hubiese ocurrido en aquellos años de ausencia.

La pantalla mudó de pronto su aspecto anunciando la llamada entrante de esa persona.

Sin duda había visto como su mensaje había sido leído y que estaba en línea. Se recordó que debía desactivar esas notificaciones.

Chuuya tomó y soltó aire antes de responder.

Allô?—contestó y una sonrisa se pintó en los labios cuando escuchó la voz de su interlocutora.

—¿Qué haces despierto tan tarde? ¿Alguna investigación?

—No, no, no podía dormir. ¿Y tú?

—Tengo guardia en el hospital.

—¿Muchos bebés?

—No. Gracias a los cielos hoy solo hemos tenido un parto y ha sido sencillo.

Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.Where stories live. Discover now