Capítulo 17: La huída que desató todo.

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Capítulo 17: La huída que desató todo.

La mezcla de todas las emociones negativas ciegan a Eris de tal forma que la decisión en su cabeza es terminar con la vida de la castaña, pero por alguna razón desconocida a la pelirroja, su mente le insta a girar la mirada al lugar donde Anubys se perdió minutos antes.

Y allí está ella, con su melena rubia suelta cayéndole libremente por sus hombros y sus ojos celestes cargados de decepción, luego Anubys se pierde nuevamente por las puertas pero esta vez sin volver a aparecer.

La atención de la pelirroja recae nuevamente en la castaña, que no para de suplicar por su vida, por fin cae en la realidad bajando el cuchillo convencida de que no puede matarla aún.

《Anubys tiene razón, no puedo echar a perder todo》 Piensa Eris para sus adentros.

¡Matala ahora que tienes oportunidad! Gritó aquella voz con fuerzas, pero Eris la ignoró deliberadamente.

Eris se agacha a la altura de Marie que aún mantiene sus ojos cerrados fuertemente mientras su cuerpo se sacude por los sollozos, baja el cuchillo aún sosteniendolo en su mano y toma el largo cabello de Marie haciendo una coleta que aprieta con furia. La castaña abre sus ojos mirando a Eris agradecida haciendo a la pelirroja extrañarse por la reacción de su prima.

—Gracias por no hacerme nada, Eris. Creo que este juego se nos salió de las manos.—Dice Marie riendo mirando a Eris.

La pelirroja se ríe con cinismo para proceder a presionar con mayor fuerza el agarre en los cabellos de la castaña haciendo que la segunda se queje del dolor.

—¿Se nos salió de las manos, maldita loca?—Eris se acerca a su cara introduciendo su uña en la herida del pómulo de Marie.—Ilusa que eres al pensar que no te iba a hacer nada, hija de perra.

Para luego de eso tomar con firmeza el cuchillo pasándolo de un solo golpe desprendiendo las hebras castañas dejando el cabello mal cortado a la altura de la barbilla.

》Toma, un regalito para que nunca olvides cuanto te desprecio, desgraciada.

La pelirroja precede a entregarle la coleta recién cortada a la castaña que mira su antiguo cabello largo con ojos llorosos y las manos tapando su boca evitando que salga el sollozo atorado en su garganta.

Eris la mira con detenimiento viendo el antes y después del cabello largo y lacio de Marie, no puede evitar reír escandalosamente en burla por las lágrimas que suelta su prima.

—No...no ¡Mi cabello!

Quizás debiste ser peluquera. Dice la voz impregnada de burla.

La pelirroja toma con fuerza la barbilla de la castaña obligándole a sostenerle la mirada.

—Ahora aclaremos algo, primis.—Comienza a hablar Eris que aún sostiene el cuchillo.—No le dirás absolutamente nada a la perra de tu madre ¿Entiendes? Ni lo que te pasó en la cara, ni la chica que viste ¿Estamos o no?—Marie asiente de forma automática.—Y por otro lado, todo esto—dice Eris señalando el desastre ocasionado en la sala.—Te vas a culpar a ti y a tu gran problema con la bebida, ¿Así o más fácil?

—Eres una perra.

—Ésta perra te puede mandar al infierno con una puñalada. No quieres eso ¿Cierto?—Eris enarca una ceja sonriendo de manera siniestra pasando el arma blanca delante de los ojos de la castaña, para que ésta negara repetidamente con el miedo corriendo por sus venas.

—No-no, yo me-me quedo c-callada, pero no me-me hagas nad-nada.

Los titubeos de Marie hicieron a Eris reír internamente para después, con un movimiento rápido, golpear a la castaña con un movimiento certero dejándola inconciente y tirada en el suelo.

Eris.©Where stories live. Discover now