Capítulo 3: Recuerdos.

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No veo la luz al final del túnel, lo único que puedo ver y sentir es dolor y oscuridad en el camino

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No veo la luz al final del túnel, lo único que puedo ver y sentir es dolor y oscuridad en el camino.

Xifel, 10 de Enero, 1985.

Eris abre los ojos lentamente captando por el rabillo del ojo movimiento a su alrededor, ella voltea hacia las dos personas que están en su habitación; el doctor y la joven enfermera de ayer. Los dos están ensimismados ojeando unos papeles, el doctor es el primero en darse cuenta de que la niña ha despertado.

—¡Hola, pequeña! ¿Lista para irte a tu nuevo hogar?—el doctor hablaba con un tono de voz que denotaba entusiasmo fingido.

La niña no estaba lista para irse a ese infierno, pero no le daban otra opción.

—¿No quieres irte, pequeña?

La niña estaba renuente a contestar por ello giro su rostro al lado contrario, quitando el contacto de sus ojos color zafiro de los ojos de color negro del doctor.

—Dentro de unos pocos minutos estará todo listo para que puedas irte a tu nuevo hogar, pequeña—dijo el doctor dándole una mirada de extrañeza a la pequeña niña que seguía sin darle respuesta alguna.

«Que niña más rara» pensó el doctor antes de retirarse junto a la enfermera que le regalo una pequeña sonrisa a la niña antes de salir.

Eris escuchó el sonido de la puerta al cerrarse y dejó escapar las lágrimas que tenía acumuladas en sus ojos las cuales picaban por ser liberada y dar su libre recorrido por las mejillas llenas de pecas que poseía la pequeña Eris Bloodworth.

En la soledad de la habitación se sumergió en los que ahora identificaba como dolorosos recuerdos, esos que con anterioridad vislumbró como recuerdos felices junto a sus progenitores se volvieron amargos por el sentimiento de soledad que estos le provocaban.

Los días en que sus padres jugaban en el parque con ella.

Las excursiones de la escuela junto a ellos.

Sus sonrisas de orgullo cuando la veían actuar en las pequeñas obras de la escuela.

Los maratones de películas que tenían cada fin de semana.

Los cuentos de su madre por las noches.

Los chistes malos de su padre para alegrarle el día.

Todos esos recuerdos felices de ellos surcaron sus pensamientos pero estos le dieron paso a los recuerdos amargos, aquellos que hacían a la niña soltar más lágrimas de la que ya estaba derramando.

Eris.©Where stories live. Discover now