Capítulo 8: En apuros.

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Capítulo 8: En apuros.


Pérdida en sus pensamientos Eris Bloodworth camina tranquilamente directo a el hogar Dupont luego de haber dejado a la niña rubia en la que ella le indicó que era su hogar.

La pelirroja no puede olvidar los ojos llenos de miedo de la pequeña rubia que al despedirse se le empañaron los ojos.

Recuerda la despedida breve que hicieron y como al irse esa voz quisquillosa le dijo que Anubys pasaba por lo mismo que ella.

Eris no pudo evitar que la sangre le quemara al simplemente imaginar la situación de esa niña con una sonrisa tan inocente siendo golpeada por su padre. Pero no todo en esta vida se puede solucionar.

Ella borra esos pensamientos, sólo fue una niña que conoció y ayudó después de todo.

O eso piensa ella.

Llegando a la puerta delantera siente una sensación extraña en cada paso que da, siente como sus nervios se disparan y la llave para abrir le resbala de las manos sudorosas.

Sólo es miedo a que me golpeen. Piensa Eris.

Que equivocada estaba.

Al abrir encuentra la casa completamente en silencio, sus pasos resonando en la madera es lo único que se escucha.

Camina, paso a paso se acerca a la cocina llama en voz alta a su tía, a su prima y nadie contesta. Aún así no puede evitar que cierta incomodidad se apodere de ella.

Con confianza y tranquilidad fingida Eris recorre la casa con el pensamiento de que estaba en soledad, que equivocada estaba.

Trastabillando un cuerpo pesado se abalanza arriba de Eris, por el impacto ella no hace nada más que gritar con miedo recorriendo sus venas, que equivocada estaba.

Sus gritos lo único que hace es que la persona encima de ella la golpee contra la madera del suelo haciendo que la cara de la pelirroja se inflame y de esta provenga un dolor inmenso que le cubre todo el rostro.

Trata de zafarse como puede cuando el olor a alcohol impregnan sus cosas nasales, su error fue pensar que estaría a salvo, su error fue pensar que lo de ese día sólo fue una alucinación.

Que equivocada estaba.

Eris no puede evitar sentirse asqueada consigo misma al sentir como unas manos recorren su cuerpo sin su autorización.

Sus ojos se llenan de lagrimas que no tardan en deslizarse por el rostro adolorido.

—¡Sueltame!

Pide a gritos libertad que no es concedida por su agresor, llora y súplica pero sus manos no se detienen.

Minutos pasan de tortura cuando no hace nada más que tocarla en su estado de ebriedad el hombre encima de ella para por un momento, la niña piensa que la liberará cuando sólo se levanta para tomarla del cabello y arrastrarla por todo el piso hacia las escaleras que dan al sótano.

—Me voy a divertir mucho contigo, pero tenemos que bajar para que Clarissa no nos vea ¿Bien?

Eris niega y sigue suplicando que la suelte y no le haga daño.

Como si eso le importará al hombre.

Un desconocido para ella, no sabía que algunas cosas se desatarian.

Baja los escalones con Eris aún sujeta del cabello, mientras la arrastra por aquellas escaleras la pelirroja siente como si su vida se acabará, los golpes provocados a su cuerpo por los escalones no se compara con el miedo y el pavor que siente al llegar abajo.

Eris.©Where stories live. Discover now