Capítulo 25: Sargas

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»¿No es ese el monarca soñado? Esta mujer —me señaló—, no ha recibido una enseñanza sagrada como se merece. En las casas de Vendidas debería garantizarse una educación que vaya más allá de vestidos, que comprendan su Iglesia, que la amen, que la adoren. No podemos condenar al que desconoce el poder de Ara, solo sentir lástima por ellos. Y este debería ser el punto de partida.

»La idea, aunque me encantaría que se me hubiese ocurrido a mí, surgió de otra mente más brillante, la mente de un rey. El futuro rey. Tuvimos una conversación antes del juicio, soy la Mano de su padre y él necesitaba de mi sabiduría que acompañado al rey Lesath incluso desde antes de su ascensión. El príncipe Sargas tenía claro que su Vendida ya no podría seguir siendo la Vendida de nadie, no después de sus herejías que podrían contaminar a cualquier hombre que la comprara, pero… ¿y si, en cambio, llegara a manos de un fiel adorador de Ara y conocedor de las reglas del reino que la guiara en su camino… hasta convertirla? El príncipe heredero podría hacer esto, por supuesto, pero es intolerante a convivir con el pecado, en cambio, otro  podría sacrificarse. Debería ser un hombre que además de las características ya mencionadas cumpliera con un requisito más: disponibilidad para contraer matrimonio.

El rey se inclinó hacia adelante con los ojos a punto de salir de sus cuentas, Sargas sonreía con los ojos crueles e inhumanos de un ser que ha vendido su alma, más insoportable que mirar a un Sirio. Shaula se llevó la mano a las manos a la boca, Ares se puso de pie entre la multitud privilegiada con un asiento, Lyra ni respiraba, siempre firme, pero con el cuello más tenso que nunca. Y yo, yo solo quería estar entendiendo todo terriblemente mal.

—Cuando mi futuro rey me ofreció esto, casarme con su Vendida para corregir su irreverencia en nombre del reino y de Ara, me vi tentado a rechazar del horror que esto supuso, incluso habiéndome ofrecido él en juramento ante Ara el puesto como su Mano una vez obtenga la Corona para honrar mi sacrificio. No le di una respuesta, y dejé que arrancara el juicio, pero a lo largo de este comprendí que si Ara me había arrancado a mi amada esposa fue por un propósito, un propósito que ahora he de cumplir. Yo, Lord Zeta Circinus, cabeza de la casa Circinus, Mano derecha del rey, y fiel adorador de Ara y la Corona —dijo a la vez que hincó su rodilla en tierra con dramatismo—, acepto esta misión como fiel servidor, de casarme con Aquía de Mujercitas, guiándola por el camino de la Verdad y la Justicia hasta convertirla. Me entrego como siervo fiel.

El sacerdote parecía tan fuera de sí como todos los demás, y relegó el peso de aquel desastre a la Corona.

—¿Majestad? —preguntó.

Lesath miró a su presunto primogénito con los ojos entornados.

—¿Es todo esto cierto?

—Cada palabra. Lo juro en nombre de Ara… y el rey.

Lo último lo pronunció con una sonrisa desafiante. El rey se notaba inseguro, mas su molestia y terror habían pasado.

—Entonces yo, Lesath Scorp, monarca de Aragog y escogido de Ara, concedo a mi heredero la libertad de mostrar la piedad que ha heredado de su antepasado homónimo, aceptando su misericordia para con su Vendida, Aquía de Mujercitas, y la declaro ahora prometida en matrimonio a mi Mano y fiel amigo; así como hago constar como sagrada ante los altos miembros de la congregación de Ara, las doce voces de la ley y cada parte de la Casa Real de Scorp, la promesa de mi hijo de hacer de Lord Zeta Circinus su Mano en el momento de su coronación. En nombre de Ara.

—En nombre de Ara y el rey —respondieron todos. Incluso Lyra y Shaula. Ninguna me miró al hacerlo, yo había escogido mi destino y ellas el suyo: la supervivencia.

—Que así sea —dijo entonces el Alto sacerdote.

—Que así sea —finalizó el rey. Por último ambas cabezas hicieron la seña sagrada de la constelación de Ara, y mi sentencia se hizo oficial.

Vendida [YA EN LIBRERÍAS] [Sinergia I]Where stories live. Discover now