Capítulo LI

386 38 3
                                    

Era increíble lo rápido que pasaba el tiempo cuando se está a gusto; aunque sea de una forma momentánea.

Las semanas fueron pasando sin aparente disturbio mas allá de alguna que otra bronca de pareja que acababa con una sesión pasional de besos y caricias, a fin de cuentas, todas las parejas discuten y nosotras no éramos distintas.

Era sábado por la mañana y la casa estaba completamente en silencio mientras yo me dedicaba a pasar apuntes a limpio en la cocina mientras Miriam seguía descansando en el piso de arriba. Ayer habíamos salido a cenar junto a Laia y Ana, y la cosa nos es que hubiera acabado temprano que se diga; serían las cuatro de la madrugada del sábado cuando llegamos a casa y después de un entrenamiento exhaustivo, tanta marcha pasa factura en el cuerpo humano por mucho que tengas cierta resistencia extra.

No se cuanto tiempo permanecí centrada en mis apuntes pero salí de mi ensoñación por la vibración de mi teléfono contra la isleta de la cocina.

Papá

¿ Os hace cena en casa hoy ?

12:35 pm.


Me 

Le preguntó a Miriam y te digo.

12:36 pm.


Papá

Perfecto.

12:36 pm.


Dejé el móvil otra vez sobre la isleta antes de salir de la cocina y encaminarme hacía el piso de arriba donde no se oía ni el aleteo de una mosca.

El sol había entrado a la habitación por los pequeños espacios que dejaban las cortinas, alumbrando directamente sobre la dorada piel de mi compañera.

Su cuerpo descansaba sobre la cama, con su cabeza apoyada en su almohada mientras la mía se encontraba atrapada en sus brazos, sustituyendo donde normalmente reposaría mi cuerpo. La sonrisa tonta fue inmediata mientras me acercaba lentamente hasta sentarme suavemente a su espalda.

Las manos bailaban solas sin acabar de tocar la suavidad de su piel mientras mi cuerpo se inclinaba sobre el suyo hasta que mis labios contactaron con la piel de su cuello, dejando suaves besos y caricias que buscaban despertarla suavemente.

— Mmm — ronroneó suavemente mientras se abrazaba más a mi almohada tanta con los brazos como con las piernas.

— Es hora de irse levantando, mi bella durmiente — suspiré sobre su oído.

— Es muy pronto Mimi — se quejó mientras se daba la vuelta y se abrazaba a mi cuerpo, enterrando la cara en mi estómago.

— No es muy pronto mi amor, nos acercamos a la una del mediodía ya — dije mientras acariciaba su rubia melena.

— ¿ Qué ? ¿ Tan tarde ?

— Si, ayer acabaste agotada por lo que veo — comenté mientras la ayudaba a incorporarse.

— No creí estar tan cansada — dijo entre bostezos — ¿ Me ayudas ? —pidió mientras estiraba las manos para la que ayudase a levantarse, cosa que hice.

— Espabílate un poquito, mientras voy a ir haciendo la comida — dije antes de dejar un beso rápido en su frente antes de abandonar la habitación camino a la cocina.

Aullidos nocturnos - Miriam²Where stories live. Discover now