Capítulo L

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Tanto Miriam como yo salimos escopeteadas de casa a las 2:00 de la mañana hasta nuestro destino principal.

Comprobar como se encontraba la víctima de tan vil ataque.

Dejé el coche aparcado frente a la casa en cuestión y entramos, recibiendo una sonrisa conciliadora de la dueña de la casa, quién nos indicó que se encontraría en su pequeño salón de costura mientras nosotras hacíamos la visita en cuestión.

Miriam tocó la puerta de la habitación indicando nuestra presencia, accediendo dentro de la estancia tras un casi imperceptible murmullo de aprobación.

La habitación se mantenía a oscuras, dando un velo de intimismo y protección a quién dentro de ella descansaba.

Era extraño ver a alguien con tanta vitalidad reducido a permanecer en cama durante un tiempo por las lesiones que el ataque le había generado; y yo no podía mas que echarme la culpa a mi misma.

Si no fuera por mi presencia en estas tierras y mi relación con mi luna, no habría salido mal parado otro lobo.

— Hey — saludó Miriam suavemente mientras de la mano nos acercábamos hasta la cama que presidía la habitación, iluminada por la breve claridad que entraba por la puerta abierta a nuestra espalda.

— Hola — respondieron al saludo suavemente.

— ¿ Como estás ? — preguntó mi luna mientras se sentaba en la cama y yo me posicionaba a su espalda, apoyando las manos sobre sus hombros.

— He tenido momentos mejores,  para que engañarnos — contrataron en un intento de risa que quito un poco de la presión existente en la habitación.

— No has perdido tu sentido del humor, me alegro — dije en un susurro.

— Hace falta más que un golpecito para quitarme de encima,  tu mejor que nadie lo sabes Doblas — me respondió.

— Yo quería..

— Llegas a intentar disculparte y te juro que las costillas y la pierna rotas son poco a comparación de como te dejaré yo — me cortó de inmediato mientras me miraba con seriedad.

— Pero..

— Pero nada Mimi. Esto que me ha pasado no es culpa tuya, esto que esta pasando no es culpa tuya en absoluto. Tu no llamaste a un monstruo para que viniese, simplemente te enamoraste,  encontraste a tu compañera y el puto bicho ese anhela algo que no puede tener. Nada de esto es culpa tuya, que se te meta en ese cabezón rubio — pidió mientras se acomodaba sobre la cama dejando un gemido de dolor.

— Déjame que te ayudo — dijo Miriam quién se levantó y acomodó las almohadas para que la comodidad fuera óptima.

— Gracias luna.

— No me las des — contestó mi chica suavemente mientras volvía  a su posición enfrente de mi.

— ¿ Entonces, que ocurrió ? — pregunté.

— Llevaba ya un par de horas de guardia y todo se mantenía tranquilo, un par de conejos en modo conejo, algún que otro alce pastando, lo normal; tanto que empezaba a ser cansino todo. De golpe escuché el crujido leve de algo pero no le di más importancia hasta que vi un árbol ceder encima de mi. Me aparté a tiempo pero el bicho se me echo encima y me estampo contra un árbol antes de que el otro me cayera encima; ahí fue cuando aparecieron tu primo y los demás; supongo que asustándolo — explicó.

— ¿ No te tocó verdad ?

— No Miriam, estate tranquila por eso.

— ¿ Enserio lo dices ?

Aullidos nocturnos - Miriam²Where stories live. Discover now