Capítulo XV

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Vale Mimi, respira; solo es una cena con tus suegros y cuñados ¿ Que puede salir mal ?

Tal vez que el hermano mayor de tu novia está encoñado por ti, no se eh; era un ejemplo.

Maldito pepito grillo que tengo como consciencia.

No culpes al juego culpa al jugador, es decir; a ti misma chica.

Cállate.

Cállate tu.

Somos la misma persona, nos callamos las dos.

Vale.

Vale.

— Cariño ¿ estás bien ? — preguntó Miriam.

— Si, tranquila — respondí al tiempo que le otorgaba una sonrisa que mas que tranquilizarla a ella buscaba que me tranquilizase a mi.

El coche surcaba ya la calle donde los Rodriguez residían y poco tardamos en llegar a la puerta de la casa de mi novia.

— Discúlpame con tus padres un segundo, tengo que ir a aparcar — le pedí a Miriam tras ver la situación de la calle.

— No tardes mucho cielo — pidió Miriam dejando un beso rápido en mis labios antes de bajarse del coche y entrar en su casa.

Fueron tan solo unos 100 metros los que tuve que desplazarme de la puerta de la casa de los Rodriguez para encontrar aparcamiento, justo al lado de la entrada al parque del barrio.

Ahí estaba otra vez esa maldita sensación de que me observaban, como si unos ojos se clavasen en mi espalda y no se apartaran de ahí.

Mis pies vagaban automáticos mientras mis sentidos se mantenían mas alerta que nunca. El viento se hizo presente trayendo desde el sur ese aroma agrio y fuerte, amoniacal que ya había olido mas de una vez

Giré rápidamente sobre mis pies, llegando solamente a atisbar el movimiento rápido de una rama a unos 200 metros de mi en el inicio del bosque, como cuando alguien sale huyendo y no presta atención a aquello que se cruza en su camino.

Alguna de las pequeñas especies que habitan estos sitios, tal vez un pequeño conejo. No seria extraño que las familias cansadas de sus pequeñas mascotas las soltasen en los bosques de Maine.

Aceleré el paso hasta llegar a la casa de los Rodriguez donde toque tres veces sobre la lacada superficie de la puerta de la entrada de la casa.

Un tupé castaño claro fue lo primero que distinguieron mis ojos.

Roi.

— Hombre, si es mi cuñada favorita — dijo el hermano mellizo de mi novia — Pasa pasa cuñada.

Seguí a Roi hasta el salón luego de haber dejado mi chaqueta en el colgador que se encontraba en la entrada de la casa.

La mesa ya estaba dispuesta cuando yo llegué, dejando que en aire se mezclasen cientos de aromas que daban a la estancia un calor agradable de ese que solo se puede sentir en un hogar.

— Mimi cielo, que bien que hayas podido venir —me dijo la madre de Miriam levantándose y llegando hasta mi, dejando dos besos en mis mejillas en forma de saludo.

— Gracias por invitarme Marite — respondí.

— No es que yo le hubiera dejado otra opción mama — aportó Miriam apareciendo a mi lado y entrelazando su brazo con el mio mientras su mano cogía la mía, dejando caricias con su pulgar en el dorso de mi mano.

— Nada se le puede negar a las Rodriguez, ¿ verdad Mimi ? — aportó Ramón mirándome desde su puesto en la cabecera de la mesa.

— No me atrevería siquiera a intentarlo señor — contesté.

Aullidos nocturnos - Miriam²Where stories live. Discover now