Cuarenta y Siete

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Blake

Estaciono en el callejón que hay entre dos edificios y apago el motor de la camioneta. El silencio reina en el interior siendo interrumpido solamente por nuestras respiraciones. Ni Ava ni yo tenemos la menor idea de cómo partir desde ahora. ¿Qué haces cuando sabes que no regresarás a tu vida normal nunca más? En estos momentos dudo de que exista una respuesta que consiga satisfacernos a ambos y pueda alejar el nebuloso futuro que nos persigue.

Golpeteo los dedos en mis muslos tratando de extender la espera tanto como me sea posible. Si soy sincero estoy asustado de lo que sucederá una vez abandone el vehículo. Lo único que consigues al hacer enfadar a DeMarko es que tu cuerpo acabe abandonado en una zanja, tieso y frío. Y eso es lo último que deseo que Ava enfrente en la vida. No pude evitar que fuera ella la que se encargase de Madre mientras me desangraba y parece que tampoco podré impedir que pase por algo similar esta vez.

El reloj en mi muñeca chilla señalando la hora acordada para mi reunión con el gran y poderoso hombre. Los ojos de Ava me alcanzan antes de que me mueva y el dolor en ellos es suficiente para dejarme sin aliento. Ni siquiera puedo imaginar lo que hay en su mente sin sentirme desolado, perdido y completamente adolorido. La situación solo me prueba que ella es mucho más fuerte y resistente que yo. Y eso fue lo que me cautivó apenas nos conocimos hace más de cinco años.

―Prométeme que permanecerás aquí oculta pase lo que pase ―digo forzando las palabras. La voz me tiembla en mi vano intento de mantenerla estable. Ni por tratar de que ella se calme consigo actuar valientemente.

―Blake... ―empieza ella.

―Por favor, pequeña ―pido esperando que así entienda―. No salgas de la camioneta... incluso si no regreso... ―La frase queda colgando en el aire, un recordatorio más de la soga que me sostiene por el cuello y que yo mismo coloqué allí.

Ava no responde y oculta su rostro detrás de su cabello, únicamente limitándose a asentir. No es necesario oírla para saber que está llorando ya que sus hombros se sacuden y las lágrimas caen manchando sus muslos. Me odio por ser el causante de esta realidad. Si nunca me hubiera involucrado con DeMarko mi vida habría sido mucho mejor. No estaría pasando por tal predicamento y mucho menos arrastrándola conmigo. Incluso podríamos haber tenido un final, igual que en los cuentos de hadas.

Lástima que el mundo no funcione así.

Abro la puerta y salgo, mi yo interior deseando no tener que dejar la seguridad del vehículo atrás. Ella permanece dentro tal como pedí mientras me alejo sin una despedida. Ya tiene bastante con verme partir, así que no soy capaz de añadirle un adiós permanente. Rodeo la camioneta y camino lentamente a la calle solo para ser detenido por un brazo que se aferra a mi camiseta. Ava me abraza por detrás, su llanto humedeciendo mi espalda y destrozándome más el corazón.

―Blake... ―solloza. No necesita decir más. Sé bien lo que siente y por qué. Es mi culpa, como casi todas las cosas que nos han sucedido.

Me giro para enfrentarla y sostengo su mandíbula para mirarla, intentando memorizar cada uno de sus rasgos, desde la zona donde nace su cabello hasta el pequeño lunar debajo de su barbilla. Con mis pulgares limpio las gotas deslizándose por sus mejillas y acaricio su suave piel. Si he de morir hoy me gustaría que fuera con el recuerdo de los dos en esta posición, sosteniéndonos con fuerza y rogando porque nadie consiga separarnos.

Siempre debimos estar juntos después de todo.

Ava se levanta sobre la punta de sus pies y me besa con desesperación dándonos a los dos el adiós que no queríamos ni necesitábamos. Coloco mis brazos en su cintura y presiono para acercarnos más, cosa de que mi cuerpo no olvide jamás el suyo. Su corazón se sincroniza con el mío y el tiempo parece detenerse. Somos ella y yo en un mundo donde no existe el sufrimiento y nuestra felicidad es alcanzable.

El Rastro de Ti [C.O.R. #1]Where stories live. Discover now