Veinticinco

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Blake

Aquella tarde de martes fue mejor de lo que esperaba, y eso era decir mucho. Había llegado del entrenamiento mejor que los días anteriores, mis ánimos subiendo igual que la espuma en una cerveza. Conseguí hacerle frente a Tino y, joder, me sentía feliz por ello. Tal vez no le habré ganado, pero le di pelea y maldita sea si eso no ayudo a que mi lastimado ego regresara a su antigua gloria.

Debía festejar en su honor.

Conduje desde mi apartamento a Box luego de darme cuenta de que el lugar era como una segunda casa para mí. El ambiente dentro solía ser ameno, divertido y nadie parecía juzgarte por quien eras o no. Lo otro era que había bastantes chicas dispuestas a coquetear conmigo, incluyendo a la bartender con quien me enrolé unas noches atrás. Incluso si no quisiera repetirlo, llegar allí era un buen plan.

Estacioné cerca de la entrada, queriendo evitar caminar demasiado de ida y regreso, especialmente si se me iba la mano con las copas. A veces, festejando, pierdes la noción de tiempo y mesura. Bajé de la camioneta y avancé a la puerta, atravesándola para llegar a la enorme habitación que era el bar. Grupos se esparcían por todo el lugar, mi atención vagando por ellos hasta que se detuvo sobre una cabellera castaña en la barra.

No podía ser ella, ¿o sí?

Con el corazón latiéndome a mil por hora, vaya yo a saber por qué, me acerqué a su lado, lentamente para calmar mi pulso. Esto no podía ser peor. Yo era el jodido Blake King, el tipo al que las chicas deseaban tener en su cama, no un idiota que soñaba con tener a una sola por siempre. ¿Qué mierda andaba mal conmigo? Esa era la pregunta que llevaba haciéndome por mucho tiempo y seguía sin encontrar respuesta.

Una vez controlé mi extraña reacción, el yo arrogante se hizo cargo de la situación. Llegué al mueble de madera y tomé asiendo cerca, mirando de reojo a la chica que consiguió mi atención de inmediato. Se vestía similar a Ava, con ropa ajustada, corta y sensual, de esas que podían detener el tránsito al ser usadas por una mujer estupenda y con buenas curvas. El único problema era que no podía reconocerla, pues su pelo ocultaba parcialmente su rostro.

Esta noche se encontraba la bartender atendiendo, lo cual me alegró un poco. ¿Cómo demonios iba a actuar frente a ella ahora? Debería haber entendido hace años que pensar con la polla no era buena idea, menos follar a alguien que verías todo el tiempo. Bueno, cruzaría ese puente cuando llegara a él. Preocuparme por algo que no ha pasado no tiene sentido. Ahora, solo tengo que saciar mi curiosidad y descubrir si es ella o no.

―¿Qué te traigo? ―preguntó un chico que nunca antes había visto aquí. Probablemente era su primera vez trabajando en el bar.

―Dame un vaso de ron y ponle hielo ―pedí y asintió, agitando su cabello rubio, quizá demasiado largo para su bien.

Observé al muchacho preparar la bebida con mucha dedicación, a pesar de que era muy simple de hacer. De vez en cuando, en contra de mi voluntad, arrojaba miradas a la chica, queriendo verle la cara y salir finalmente de la maldita duda. La tarea no era tan fácil. Parecía que ella se encontraba muy entretenida mirando hacia el frente, sin hacer nada más que beberse el trago ante ella. ¿Acaso jugaba conmigo?

Hice caso omiso de las ganas que tenía de llegar a ella, tomarla de los hombros y girarla para poder verla bien. La curiosidad estaba matándome y no era bueno para lidiar con ella. El vaso con líquido marrón oscuro llego a mí, cortesía del joven. Lo tomé con la mano derecha, agitando el contenido y luego llevándomelo a la boca, dejando que quemara su camino a mi estómago. He de reconocer que no era muy buena idea zampármelo de una sentada.

El fuerte sabor prácticamente me golpeó en el rostro. Una mueca se deslizó en mis labios y pude sentir una mirada puesta en mi espalda. No sabía por qué era tan sensible a ellas, siendo que debía estar acostumbrado al ser parte del espectáculo para un montón de idiotas cada viernes. Giré hacia el sitio de donde creí me observaban, quedando agradablemente sorprendido de ver a una pelirroja lamiendo sus labios mientras seguía viéndome.

El Rastro de Ti [C.O.R. #1]Where stories live. Discover now