Cuarenta y Uno

599 48 78
                                    

Blake

Si alguien me hubiera dicho que terminaría ocultándome detrás de un puto árbol y temiendo por mi vida le habría pateado las bolas y roto la maldita nariz por insinuar que era un cobarde. Sin embargo, aquí estoy, sosteniendo a una temblorosa Ava contra mi pecho y elevando una plegaria al cielo para que así podamos ser libres de esta jodida pesadilla. Una vez lo hicimos y ahora que regresó por ambos no estamos seguros de si lo conseguiremos.

Mi espalda protesta por todo el tiempo que llevo apoyado en la dura corteza, aguardando a que Madre baje la guardia y nos dé la oportunidad de ir a por mis llaves. Mientras no le quitemos el arma que trae, estaremos atrapados en un enfermizo juego del gato y el ratón donde nosotros tenemos todas las de perder. Ella no tiene que preocuparse por su seguridad y yo debo cuidar que Ava no salga herida.

El plan que creé y seguiremos es simple: esperar a que Madre desaparezca de los alrededores, correr de regreso a la casa y recuperar mi camioneta, nuestro boleto a la libertad. Pero es en la sencillez donde se oculta el peligro. Quien sea que entre debe actuar rápido mientras el otro se transforma en una carnada para la mujer, distrayéndola lo suficiente como para cumplir con el objetivo final.

―¿Estás bien? ―le pregunto. Su cálido aliento hace cosquillas en la piel de mi pecho.

―Me lo has preguntado al menos seis veces ya y a todas he dicho que sí. No sé por qué estás tan preocupado por mí ―reclama mientras me observa con sus preciosos ojos.

―Eres lo más importante para mí, por supuesto que voy a preocuparme por tu bienestar. ―Acaricio su vientre bajo mi camiseta. En otro momento habría apreciado la vista de ella usando mi ropa y hubiéramos acabado perdiéndonos el uno en el otro. Hoy, la historia es distinta, aunque no negaré que se ve malditamente sexy.

―Y es por eso por lo que estoy asustada ―murmura―. Pondrás mi vida a salvo a costa de la tuya. Ni te molestes en negarlo, has sido así desde niños.

―Preferiría pasar el infierno diez veces a verte a ti sufrir por más mínimo que sea. ―Beso su cabello e inhalo su esencia. Tan jodidamente calmante.

―A veces extraño al Blake arrogante e idiota. Por lo menos él estaría pensando una forma de salir de aquí que no involucre herir su culo.

―Las prioridades cambian, pequeña. Ese yo nunca tuvo a nadie de quién hacerse cargo. En cambio, el de ahora te tiene a ti. ―Miro a la lejanía, sin extrañar esos días donde era un imbécil arrogante―. Rompería mi corazón saber que no pude protegerte.

―¿Por qué los hombres siempre deben actuar así? ―protesta―. No me malentiendas, me gusta que quieras cuidarme y todo eso, pero también parece que quisieras mantenerme dentro de una caja de cristal, lejos de todo aquello que pueda hacerme un rasguño. No soy de porcelana y lo sabes. Quizás he vivido cosas mucho peores que tú.

―Sé que eres fuerte. ―Acaricio su frente con mis labios―. Y es por eso que quiero mantenerte a salvo. Saber que todos estos años sobreviviste por ti misma me hacer desear haber estado ahí para ti en cada oportunidad. Me mata darme cuenta de que no cumplí mi promesa.

Sus suaves manos acarician mis mejillas y me instan a mirarle el rostro. Estamos demasiado cerca el uno del otro y por primera vez no tengo abrumadores deseos de besarla hasta perder el aliento. Su mirada se ha vuelto hipnotizante, repleta de todo aquello que siento por ella. Puedo ver con claridad el amor que me tiene reflejarse en sus irises marrones. Demonios, sí que me encanta eso.

―No fue tu culpa. Solo fue cosa del destino. Alguien quiso que nos separásemos y viviéramos nuestras vidas y así estar preparados para regresar al otro. ―Su voz es suave, llena de calma para mí―. Me lo dijiste la noche anterior, yo era el rastro que seguiste para llegar a la felicidad. Para mí tú eres eso y más. ¿Lo entiendes?

El Rastro de Ti [C.O.R. #1]Where stories live. Discover now