Dos

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Ava

No estoy segura de qué demonios estaba pensando cuando decidí venir aquí sola y sin compañía. Me he pasado por mucho ahora y Martin no estará muy feliz una vez que se entere de ello. Ni siquiera la excusa de conseguir más dinero para sus drogadictos bolsillos conseguirá salvarme. El idiota es un hijo de puta conmigo la mayor parte del tiempo así que ya no debería sorprenderme su errático comportamiento.

Pero todavía no comprendo qué mierda hago aquí.

Conocía el lugar donde se hacen peleas clandestinas gracias a las otras chicas, quienes siempre hablan de él. Aquí la gente paga por ver a otros pelear y hacen grandes apuestas. Los billetes corren por este sitio igual que los ríos a través de la selva. No es de extrañar que una prostituta como yo se presentara esperando conseguir buenos clientes y, obviamente, grandes ganancias. Sin embargo, la realidad es mucho peor que los cuentos.

La excesiva cantidad de gritos que salían del interior de la estructura destruyó el poco valor que tenía. ¿Qué pasaba si todo era una mentira? Nunca me llevé bien con las demás, por lo que no dudaría que ellas quisieran sacarme del camino. Pero yo quería demostrarles que podía actuar por mí misma y dejar de depender tanto de Martin. Intenté parecer fuerte y segura, aunque por dentro no estaba seguro de ello.

Cuando ya no aguanté más la mezcla de nervios y temor me alejé de allí. Me regañé por ser una tonta y por dejar que lo que dijeran los demás sobre mí me afectara demasiado. Solo eran unas putas hablando mal de mí, a pesar de que nos encontrábamos en la misma posición. Debí haber meditado mejor el plan antes de siquiera ponerlo en práctica. Terminé metiéndome en la boca del lobo solo porque sí.

Observé a los asistentes salir en pequeñas oleadas de la enorme construcción. A la distancia que estaba podía ver claramente que muchos contaban el dinero que obtuvieron sin importarles que alguien pudiera robárselos. Otros miraban hacia atrás con nostalgia, como si esperasen que algo sucediera y les hiciera regresar. Supuse que ellos fueron los grandes perdedores de la noche y que llegarían sin un solo billete a sus casas.

Una voz grave y rasposa, de esas que tuvieron mejores días, comenzó a llamarme. La forma en que sonaba resultaba hipnótica y exquisita, lo que debería haberme alertado. Ningún hombre normal podía llegar a hablar de esa forma. Sin embargo, la seguí, sabiendo que esta era una oportunidad única. Había perdido demasiado tiempo en una idea que finalmente no resultó y debía encontrar clientes rápido.

―Venga, señorita. ―Me estaba llamando y yo no era quien para negarme.

La seguí sin medir las consecuencias de mis acciones. Caminé por la calle escasamente iluminada y miré hacia todos los lados cuando dejé de escucharla. Me empecé a desesperar porque perdí a un potencial cliente cuando una mano tomó mi hombro. Casi grité ahí mismo, pero recordé al hombre que me solicitaba y me calmé. Una segunda salió y cubrió mi boca antes de llevarme hacia la oscuridad de un callejón que no sabía que existía hasta hace un par de segundos.

Mierda.

―¿Hola? ―pregunté sobre su piel. Apenas sonaba mi voz y eso no ayudaba mucho.

Era tal el silencio que nos rodeaba que podía oír claramente la respiración del hombre y unos cuantos pasos en el fondo. Mi pulso se aceleró y mis manos empezaron a sudar. Me encontraba asustada. ¿Por qué carajos tuve que seguir a un extraño y suponer que nada malo me pasaría por ello? Era tan estúpida e inocente que caí con un truco demasiado barato. Solo esperaba que mis temores no se hicieran realidad.

Una tercera mano se añadió a las otras, tocando la piel expuesta por mi ropa ajustada. Me estremecí por completo cuando sus yemas me rozaban. Quería vomitar. Era tan extraño. Había pensado que los años que llevaba haciendo esto me ayudaron a bloquear reacciones como esa. Intenté zafarme y correr, solo para ser presionada contra una pared de músculos y ponerme rígida al sentir una prominente protuberancia contra mi espalda baja.

El Rastro de Ti [C.O.R. #1]Where stories live. Discover now