Dieciséis

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Ava

Un ardiente calor rodeaba mi cuerpo cuando desperté y estuve solo a segundo de gritar por la sorpresa y el miedo que sentía. Recordé entonces lo que había pasado anoche y me sentí un poco mejor. Blake y yo volvimos a encontrarnos, nos dijimos cosas, me trajo a casa cuando le conté sobre lo del tipo persiguiéndome, casi nos enrolamos, vimos una película y luego nos acostamos aquí a dormir. Era tan extraño saber que estábamos juntos en una cama y que lo estuvimos por varias horas. Jamás lo hubiera esperado.

Su brazo derecho descansaba sobre mi vientre y sus dedos jugaban con la piel bajo mi camiseta, causándome deliciosas cosquillas, las mismas que cualquiera puede llegar a amar en su momento. Mi cabeza descansaba encima de su duro pecho dejándome oír el rítmico latir de su corazón contra mi rostro y el subir y bajar en cada respiración que él daba.

Era una maravillosa sensación que dudaba fuera real.

Me estiré un poco y su agarré sobre mí se aflojó lo suficiente para darme mayor libertad de movimiento. Levanté los brazos en el aire y me levanté para verlo dormir un poco. Lucía como un niño pequeño, sus labios en una fina línea y su frente libre de cualquier arruga. Se veía relajado, tranquilo, lejos del Blake que luchaba ilegalmente y actuaba de forma arrogante. Viéndolo así me recordaba a un humano común y corriente, no al dios que se empeñaba en enseñar.

Había algo raro en observarlo dormir, como si antes ya lo hubiera hecho y no recordara cuándo. No iba a preocuparme por extraños pensamientos que aparecían de pronto en mi cabeza así que, en cambio, aprovecharía esta única oportunidad en la vida. Era demasiado obvio que él jamás se había quedado a pasar la noche con alguna de sus conquistas. Blake no parecía ese tipo de hombre.

Volví a acomodarme a su lado y fui beneficiada con la suerte de que se girara, llevándome con él de paso, mi espalda entrando en un íntimo contacto con su pecho. Noté de primera mano lo real que era la afirmación de que los hombres despertaban con una erección pues esta se presionaba contra mi trasero y traía de regreso la lujuria que anoche no se pudo aprovechar. El sexo era mi vida, pero era la primera vez que yo lo deseaba.

Ignoré su polla y me concentré lo mejor que pude en intentar dormir un poco más. El cansancio todavía seguía en mi interior. Sin embargo, hacerlo fue casi imposible. Cada movimiento que alguno hiciera lo ponía a gemir sin querer y me llevaba más en su contra de ser posible. Creo que tendría que mandar al diablo la idea de seguir descansando.

Una de sus manos acabó puesta sobre mi cadera y comenzó a vagar por sobre mi piel, descendiendo lentamente. Maldecía el haber decidido pasar la noche solo con mi ropa interior puesta. Solté un quejido cuando su pulgar pasó por mi clítoris en una suave caricia. Escuché sus murmullos en mi oído cada vez que rozaba accidentalmente aquel punto y mis caderas se sacudían. Oh dios, ¿esto estaba ocurriendo en realidad? ¿Blake hasta dormido era una especie de divinidad sexual?

Escondí mi rostro en la almohada en el instante que su dedo se deslizó dentro de mi interior, subiendo y bajando por entre mis labios. Mordí la tela en un vano intento de callar los quejidos que amenazaban con salir de mi boca, aunque no era muy útil. Incluso en sueños iba a darme un orgasmo si continuaba así. Me empujé en su contra de una forma no accidental y provoqué que se sobresaltara, sacudiendo la cama y dejando mi coño libre de su intrusión. Esperaba que así aprendiera.

Se levantó de golpe y talló su rostro con la otra mano mientras un bosteza se escapaba de sus labios. La sábana que cubría su cuerpo cayó y descubrió todos esos músculos definidos, trabajados por horas. Mi boca literalmente se hizo agua con el deseo de lamer cada centímetro de su piel expuesta una y otra vez sin descanso y hacerlo estremecer bajo mi toque. Elevé mi mirada y capté la suya que me había atrapado observándolo con descaro. Ahora sonreía en esa forma arrogante. Imbécil.

El Rastro de Ti [C.O.R. #1]Where stories live. Discover now