Uno

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Blake

En mi vida eran contadas las ocasiones en las que lograba sentirme tan excitado y emocionado por algo. La mayoría eran gracias a las chicas que venían a mí esperando llevarme a sus camas por una sola noche. Sin embargo, las demás eran por días como hoy. Este era uno de esos momentos que tanto esperaba cuando entrenaba y por los que me sacrificaba cada tarde. Y no aguantaba las ganas de empezar pronto con ello.

El interior del cuarto en el que estaba esperando por mi turno tenía solo una vieja silla y un casillero de metal oxidado por el paso del tiempo y pegado a una de las paredes. Una hilera de pequeñas ventas se ubicaba en el lado contrario y daban entrada a la poca luz del exterior. Un pobre bombillo apenas cumplía con su labor de iluminar pues parpadeaba demasiado. La pintura que debía cubrir cada centímetro se hallaba desgastada y caía libremente al suelo formando enormes manchas en él.

Era una verdadera mierda

A pesar del invierno y el frío fuera no sentía ni una pizca de frío, incluso usando nada más que unos pantaloncillos que se ceñían a mi cintura como un guante de látex. Los vellos en mis brazos se encontraban erizados por la expectación y la emoción de enfrentarme a un completo extraño en el ring. Lo poco que sabía de él se lo debía a los idiotas que conversaban casi a gritos en las gradas. Según ellos tenía más o menos la misma edad que yo y también buscaba escalar en esta vida de peleador clandestino.

Era una lástima que no pensara dejárselo tan fácil.

La desvencijada puerta se abrió de improviso con un chirrido y dos hombres ataviados en ropa oscura, casi negra, entraron. Una pequeña parte de mí sintió miedo pues los reconocía como los matones que servían a quien se encargaba de organizar las peleas y que se harían cargo de señalarme la razón por la que sí o sí debía salir en caso de resistirme a hacerlo. Ni me molesté en ver sus rostros o tratar de identificarlos bien. Los seguí al exterior, directo al centro del gran espectáculo que hervía fuera.

Desde donde estaba ya podía ver montones de personas a cada lado del improvisado ring en el que debíamos pelear. Sus gritos estallaban cada segundo y no hacían más que aumentar al ver cómo un hombre enfundado en vaqueros y una camisa aparecía ante ellos, creyéndose el cuento de que él era el jefe aquí. Escondido entre el público lo observaba con recelo, conociendo bien de lo que era capaz si esto no salía de acuerdo con su plan.

El mundo de las peleas clandestinas era muy peligroso.

―¡Aquí lo tienen! ¡Jared Evans! ―anuncia la voz del hombre silenciando momentáneamente a todo el mundo.

Un coro de vítores inicia con demasiada fuerza cuando una segunda figura emergió de uno de los costados, quien supuse sería mi tan esperado contrincante. No era del modo en que lo había imaginado sino mucho menos. Era más delgado y bajo que yo, pero también estaba en una excelente forma física lo que podría jugarme en contra si no me cuidaba bien. No parecía pertenecer a un sitio como este con su cabello rubio y aura de niño bueno que emanaba. Supuse que tampoco tuvo muchas opciones en la vida antes de terminar aquí, como el resto de nosotros.

Éramos casi la escoria de la ciudad.

―¡Y ahora, Blake King! ―grita mi nombre.

Fui obligado a subir por los dos tipos mientras el ruido no hacía más que aumentar. Dentro del público había una gran cantidad de chicas cuyo mayor deseo era conseguir que alguno de nosotros las lleváramos a casa luego. Las luces caían desde el techo sobre ambos, mostrándonos como el común entretenimiento que yo sabía en realidad éramos. A veces, antes de que la lucha iniciara solía sentirme como si fuera un animal por el que pagan para ver cómo se da golpes con otro. Desafortunadamente hoy era una de esas, pero no planeaba dejar que me afectara.

El Rastro de Ti [C.O.R. #1]Where stories live. Discover now