Veintisiete

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Blake

Desperté con la sensación de calidez más grande que haya tenido en mi vida, comparable quizá con cuando era un niño pequeño y compartía una habitación con una niña de cabello castaño. Solíamos dormir juntos cada noche, cuidándonos entre sí. Había días en los que añoraba esos momentos y me preguntaba qué demonios fue de ella en estos años. ¿Seguiría siendo la misma? ¿Al menos me recordará con melancolía como yo a ella?

Un agudo quejido, digno de una mujer resonó por mi habitación, alertándome de que mi compañera estaba incómoda o bastante dolorida. Lo que fuera que le pasara seguro era por mi culpa. Una mano recorrió mi estómago mientras ella se acomodaba más sobre mí por lo que ahora tenía un tibio aliento corriendo por mi pecho. Escalofríos recorrieron mi espalda cuando sus dedos llegaron hasta mi entrepierna de manera accidental, recordándome muy bien quién era.

No pude evitar excitarme un poco con la idea tener una grandiosa sesión de sexo matutino con Ava. Es más, no pude evitar pensar en que después desayunaríamos, conversaríamos y esas mierdas. El pensamiento heló cada uno de mis huesos. ¿Qué mierda? Yo no era alguien que hacía eso, menos despertar con una chica. No me comprometía con nadie, sabiendo que no podía ser débil ni arriesgar una vida ajena. Ninguna mujer merecía estar en peligro y mi trato con DeMarko las ponía en una mala posición.

Una pierna se enroscó en mi cintura empujando sus caderas contra mi creciente erección de la mañana. Un gemido se nos escapó a los dos cuando golpeé mi polla contra su muslo, bastante cerca ya de su coño. Tragué con fuerza, queriendo calmarme para no terminar enterrándome en su calor y follarla hasta que mis huesos dijeran basta. Y con ella en esa posición no iba a ser muy fácil.

Intenté removerme de debajo suyo obteniendo como resultado que su agarré sobre mí aumentara y sus pechos suaves se presionaran contra mi costado, logrando que mi deseo por ella y su cuerpo subiera mucho más que antes. Un ronroneo salió de sus labios al momento en que la fricción entre ambos empeoró y estuvo a segundos de tumbarla de espaldas y deslizarme en su interior.

Usando la poca libertad de mi mano izquierda, conseguí ponerla en la que creo era su espalda. La acaricié de arriba abajo, rogando porque así despertase al menos. Una estela de piel de gallina apareció por donde tocaba. Ava empujó sus senos hacia mí, haciendo bastante obvio que se encontraba tan excitada como yo. Maldición, cada vez se me hacía más difícil controlar mis ansias por su culpa.

―¿Qué demonios? ―chilló luego de varios segundos. Se apartó de mi lado como si le quemara y me observó desde allí. ―Ah, eras tú ―dijo―. Por cierto, linda tienda de campaña. ―Señaló a mi entrepierna cubierta por la sábana.

―No le digas lindo ―protesté―. ¿Y qué mierda significa eso de que era yo? ¿Acaso esperabas despertar con otro o en tu cama?

―Me asusté un poco, ¿sabes? Uno no siempre despierta con un hombre que le acaricia la espalda con tanta ternura como tú ―contestó. ¿Eso era verdad o solo me jodía?

―Había olvidado que siempre te terminan dejando ir y que jamás pasas la noche con uno de tus clientes. ―Me arrepentí de mis palabras apenas procesé lo que decía.

―Una de las ventajas de ser puta diría yo, así evito a imbéciles como tú en las mañanas. ―Me dio la espalda, visiblemente molesta―. Por cierto, ¿tienes idea de dónde quedó mi ropa anoche? Lo único que recuerdo fue que tú me la quitaste con tu gran apuro por follarme. ―Descubrió su cuerpo de la tela. No negaré que era bastante apetecible esa visión―. Olvídalo, la buscaré yo misma.

Hizo el ademán de levantarse y yo, sabiendo lo mal que actué con ella hace unos instantes, le di alcance, sentándola otra vez. Me acerqué a ella, logrando que su espalda se presionara contra mi pecho. Colé mis manos en su vientre y oculté mi rostro en su cuello. Olía maravilloso, igual que las veces anteriores. Su esencia era embriagadora y hechizante. ¿Sería raro que le pidiera dejarme abrazarla así por siempre?

El Rastro de Ti [C.O.R. #1]Where stories live. Discover now