Capítulo 15

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Sé que tarde o temprano voy a tener que salir de la habitación, pero no puedo hacerlo ahora mismo. Debo salir de aquí a más tardar en quince minutos si no quiero llegar tarde al trabajo, y no consigo atreverme a cruzar el pasillo y llegar hasta la puerta principal.

No estoy lista para enfrentar a Harry y tampoco estoy lista para fingir que no me importó ser plantada por él. Quiero ser capaz de mirarlo a los ojos sin sentir que mis rodillas tiemblan. Estoy harta de ser la chica vulnerable de la que todo el mundo puede aprovecharse. Estoy cansada de que Harry me mire como una niña pequeña que es capaz de conformarse con las migajas que ofrece. A estas alturas, no me sorprendería saber que solo me besó para impedir que me fuera.

Lo que aún no soy capaz de entender, es con qué finalidad me pidió que me quedara. Me niego a pensar que todo lo que dijo es una mentira. Parecía tan torturado con la sola idea de contarme su pasado, que saberlo todo como una mentira, sería la peor de las experiencias.

A veces, creo que es imposible entenderlo. Cuando creo que, por fin, estoy aprendiendo a conocerlo, su actitud cambia de nuevo de forma radical. Es agotador tratar de descifrar qué hay debajo de toda esa mierda que lleva encima.

«¡Vamos, Maya!, ¡no puedes quedarte aquí para siempre!, ¡deja de ser una maldita cobarde!». Me reprimo y tomo una inspiración profunda antes de girar el pomo de la puerta para salir. Entonces, avanzo por el estrecho pasillo y alzo el mentón cuando estoy a punto de llegar a la sala.

Mi corazón late tan fuerte, que creo que es capaz de escucharse por toda la estancia, pero me obligo a cruzarla de la manera más natural posible. Tomo mi viejo morral de encima de la mesa de centro y lo cuelgo sobre mi hombro, antes de atreverme a mirar alrededor.

No hay indicios de Harry por ningún lado y eso me saca de balance. Una oleada de alivio mezclado con decepción, me invade el cuerpo. Me digo a mí misma que es algo bueno que no esté por aquí, porque así no tendré que enfrentarlo. Así no tendré que ocultar cuán herida me siento por lo ocurrido y eso siempre es algo bueno.


Trato de ser discreta cuando inspecciono la estancia. Trato de buscar indicios que me digan que Harry no se ha marchado, pero no encuentro nada. Es como si no hubiese pasado aquí la noche.

«Quizás no lo hizo...».

Una vez segura de que no se encuentra cerca, me relajo y rebusco dentro de mi bolso hasta encontrar el bálsamo para labios que siempre llevo conmigo. Lo corro por mis labios de manera descuidada, antes de volver a dejarlo caer al morral. Amarro mi cabello en una coleta y me encamino hasta la entrada principal.

—¿Te vas? —la voz ronca y profunda a mis espaldas, me pone la carne de gallina. No se me ocurrió que, tal vez, estaba en la cocina y quiero estrellar mi palma contra mi frente por no considerar esa posibilidad. Todo mi cuerpo se tensa ante el sonido de su voz, pero me obligo a enderezarme y encararlo.

La visión de su rostro me paraliza.

Hay una ligera hinchazón en su pómulo derecho y su labio inferior está reventado. No puedo creer que no haya podido notarlo anoche. Supongo que la poca iluminación de la sala escondió cualquier vestigio de violencia que pudiese tener.

—¿Qué te pasó en la cara? —la pregunta sale de mis labios, antes de que pueda registrarlo.

—Me metí en una pelea callejera —sonríe, pero el gesto no llega a sus ojos. Se encoge de hombros y añade—: Debiste ver cómo quedó él.

Mi corazón se estruja y una oleada de remordimiento me invade.

«¿Por eso no llegó?...».

—Como sea —rasca su nuca en un gesto distraído—. ¿Salimos esta noche?

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora