Capítulo 50

390K 31.9K 15.8K
                                    



Una roca se ha instalado en la boca de mi estómago y se siente como si pudiese vomitar en cualquier momento. El terror recorre mis venas y me paraliza por completo. No puedo moverme. No puedo apartar la vista. Ni siquiera puedo respirar como se debe.

El hombre parado delante de mí esboza una media sonrisa torcida, pero no se siente honesta.

Estoy aterrorizada, pero trato de no hacerlo notar mientras estiro la mano en su dirección para saludarlo. Temo que sea capaz de sentir el temblor de mi cuerpo. Temo que sea capaz de percibir el miedo y el pánico que emanan de mis poros.

—Estoy seguro de que puedes ayudarme, amor —quiero pedirle que no me llame así, pero no me atrevo a pronunciar palabra alguna—. Busco al dueño de este apartamento. ¿Sabes dónde puedo localizarlo?

Trago saliva, en un intento desesperado por aminorar la sensación de pesadez que se ha apoderado de mí.

—¿Se refiere a Bestia? —digo, con un hilo de voz. Me odio por llamarlo de ese modo, pero sé que si utilizo su nombre, Rodríguez sabrá que algo sucede. Él se dará cuenta de qué significa Harry para mí. Va a saber qué ocurre entre nosotros—. Está en la ducha.

El hombre asiente con aire despreocupado y se abre camino hacia la sala como si fuese el dueño y señor del lugar. Yo lo sigo a una distancia prudente.

Irradia seguridad, peligro y amenaza, y eso me pone los nervios de punta.

Al llegar a la estancia principal, se deja caer sobre uno de los sillones y estira los pies para subirlos sobre la mesa de centro. Sus dedos se entrelazan detrás de su cabeza en un gesto desenfadado y me mira fijamente —como si estuviese retándome.

—¿Te molesta si lo espero aquí? —dice.

Mis puños se aprietan con tanta fuerza, que mis uñas se clavan en la carne blanda de mis palmas. Sin embargo, me las arreglo para sonreír.

—Para nada. Le haré saber que ha venido a buscarlo.

—Espera —su voz hace que me congele cuando apenas he dado un par de pasos. Todos los músculos de mi cuerpo se tensan, pero me obligo a encararlo. Él inclina su cabeza con curiosidad y una sonrisa baila en las comisuras de sus labios—. Tengo una pregunta para ti, Maya Bassi.

La manera en la que pronuncia mi nombre, hace que un escalofrío de pura repulsión recorra mi espina dorsal.

—¿Cuál? —sueno asustada hasta la mierda.

—¿Estás con Harry?

No voy a caer. No puedo permitirme caer en una trampa, así que imito su gesto curioso.

—¿Harry? —pregunto.

Él sonríe, encantado con mi respuesta.

—El nombre de Bestia es Harry.

Oh...

—¿Estás con él?

—No —miento y me encojo de hombros—. Solo nos divertimos un rato.

Mis propias palabras duelen, pero sé que es necesario cortar de tajo cualquier lazo que pudiese unirme a Harry. Al menos, delante de este hombre.

La sonrisa de Alexis Rodríguez se ensancha, como si le hubiese contado la más divertida de las bromas. Eso es lo único que necesito para saber que no ha creído una mierda de lo que dije.

—Dime, Maya —Rodríguez cruza los brazos sobre su pecho y me mira directo a los ojos—: ¿Desde cuándo?

—¿Desde cuándo, qué?

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora