Capítulo 53

354K 29.9K 12.2K
                                    



Las voces bajas invaden mi audición y toman fuerza conforme empiezo a ser consciente de mí misma.

Los familiares susurros inundan mis oídos y todo mi cuerpo reacciona ante ellos. Mis párpados revolotean, en un intento desesperado de abrirse, mis dedos aferran el suave material debajo de mi cuerpo y trato de encontrar mi voz mientras me aferro al aquí y al ahora.

—Ve tranquila —dice una voz vagamente familiar, y mi pecho se llena con una emoción que no soy capaz de describir—. Yo me quedaré aquí con ella.

El sonido de una puerta cerrándose hace que sea un poco más consciente de lo que ocurre, pero no es hasta que pasan unos largos instantes, que soy capaz de abrir los ojos.

La habitación es blanca en su totalidad. Un enorme ventilador aparece en mi campo de visión, pero está apagado; al igual que la luz del foco central. Los pitidos agudos que resuenan en todos lados, hacen que un suave dolor se apodere de mi cabeza.

Me siento confundida y adormecida, así que, cuando el rostro de Jeremiah aparece en mi campo de visión, me toma unos segundos reconocerlo.

El alivio que refleja su expresión, hace que mi pecho se estruje.

—¡Joder, Maya! —dice, con la voz temblorosa debido a las emociones contenidas—. Empiezo a creer que eres inmortal. ¿Qué clase de pacto tienes con Dios que te hace sobrevivir a cosas tan impresionantes?, ¡creí que morirías, maldita sea!, ¡estaba muy preocupado!

Hay lágrimas en sus ojos, pero no logro procesar del todo lo que está ocurriendo. No sé dónde estoy, cómo llegué aquí, ni por qué luce como si estuviese a punto de echarse a llorar.

«¿Qué pasó?». Quiero preguntar, pero no puedo hacerlo. Hay algo atascado en mi garganta.

Llevo mi mano a mi boca para retirar lo que sea que tengo en la tráquea, cuando el ardor se apodera de mis manos. Un sonido adolorido se escapa de mis labios y mis ojos se aprietan con fuerza.

—¡Mierda!, ¡quédate quieta! —Jeremiah me sostiene con cuidado de las muñecas, pero el escozor aumenta con su toque. Entonces, siento cómo la cama se hunde con su peso—. Estás en un hospital, ¿de acuerdo?... Te han intubado y acabas de arrancarte las agujas que te unían al suero y al medicamento.

Niego con la cabeza mientras trato de hilar lo que me dice.

«¿Qué demonios estoy haciendo aquí?».

—Maya, te dispararon hace casi dos semanas —habla, y sé que trata de sonar tranquilizador, pero no lo está consiguiendo—. Estuviste grave tres días enteros. Tuvieron que inducirte en un coma porque solo empeorabas. La bala te dio en un pulmón y, ¡joder!, ¡fue horrible! —niega con la cabeza—. Estuviste inconsciente casi dos semanas y apenas hace dos días diste signos de mejoría y te pasaron a piso. Es un jodido milagro que estés aquí ahora mismo.

Los recuerdos vuelven uno a uno y se asientan en mi cerebro como la más dolorosa de las torturas. Las palabras de Tyler resuenan una y otra vez en mi cabeza, y en lo único que puedo pensar en este momento, es en que Harry mató a alguien para protegerme.

Clavo mi vista en mi amigo. Quiero saber dónde está. Necesito saber qué demonios pasó con él y con Tyler. Necesito entender qué diablos está ocurriendo.

Jeremiah parece leer la preocupación en mi expresión, ya que vacila unos instantes. Su expresión pasa de ser aliviada a insegura. Sus facciones parecen ensombrecidas por una emoción que no comprendo del todo y eso hace que un nudo se apriete en mi estómago y se estruje con violencia.

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora