Capítulo 5

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Cuando volvemos al edificio, es casi de día. El sol está empezando a salir y hace un rato que el tráfico de la ciudad ha despertado.

Los médicos me atendieron en el momento en el que llegué al hospital en brazos de Bestia. Soy capaz de suponer que lucía terrible, ya que ni siquiera tuvimos oportunidad de llenar el formulario cuando entramos a la sala de urgencias.

Me hicieron toda clase de estudios, y yo no paré de preguntar cuánto iba a costarme el servicio. Nadie fue capaz de responderme.

Al parecer, no tuve heridas internas. El puñetazo me fracturó la nariz, así que es probable que luzca un poco desviada y necesite cirugía estética; sin embargo, a estas alturas, una nariz rota es el menor de los daños hechos hacia mi persona. El golpe en mi mandíbula no causó ningún daño severo, y tengo todos mis dientes. Los hematomas van a aparecer y estaré adolorida por días, pero estoy viva. Estoy viva y no puedo dejar de pensar en qué hubiera pasado si Harry no hubiese aparecido en el momento indicado.


Subo las escaleras a paso lento y pausado, solo porque no permití que el chico de las cicatrices me cargara en sus brazos una vez más. Sin embargo, todo mi cuerpo grita de dolor.

No hemos pronunciado palabra alguna desde que salimos del hospital. No me sorprende que sea de este modo.

La incredulidad con la que me observó mientras escuchaba las mentiras que pronuncié cuando me preguntaron acerca de lo ocurrido, fue suficiente para saber que estaba más allá de lo indignado.

Sé que debí haber denunciado a mi papá, pero no tuve el valor de hacerlo. Dije que había sido asaltada cerca de casa y que Harry había estado ahí para ayudarme. Cuando le preguntaron su versión de los hechos, no me desmintió. Se limitó a decir que había visto todo y que había corrido en mi auxilio; lo cual, técnicamente, no es mentira.

Cuando llegamos al piso donde vivo, me detengo en seco. No quiero volver a ese lugar. No estoy lista para enfrentarme de nuevo al hombre que dice ser mi padre, pero tampoco quiero quedarme cerca de mi vecino...

Una mano cálida se posa en mi espalda baja y me empuja con suavidad hasta el otro tramo de escaleras. Mi vista se clava en Harry, pero él ni siquiera me mira. Se limita a guiar mi camino lejos de ese apartamento.

Una vez en su piso, rebusca las llaves en el bolsillo trasero de sus vaqueros, y quita el cerrojo de forma mecánica. La puerta se abre, pero no entra; se limita a mirarme fijamente.

Sé que espera que entre a su casa, pero no sé si confío en él lo suficiente. Me salvó, pero tiene un arma. No sé qué clase de persona es; y es un hecho que nadie hace nada por ti sin esperar algo a cambio.


Harry hace un gesto impaciente con la cabeza para indicarme que entre, pero no lo hago de inmediato. Me tomo mi tiempo antes de avanzar con vacilación. Mi corazón late con fuerza ante la expectativa, mis manos se sienten sudorosas, y un absurdo y ridículo miedo hacia él se apodera de mí mientras me adentro en la estancia.

La puerta se cierra una vez que ambos estamos dentro, pero no me atrevo a moverme. Mi mirada recorre el lugar y me sorprende la limpieza del área. La alfombra que cubre el suelo es de color azul grisáceo y los sillones que están estratégicamente acomodados son de piel negra, la mesa de centro de la sala es de madera y hay un mueble donde descansa una televisión y una consola de videojuegos.

No hay decoración alguna en las paredes de color gris claro, y tampoco hay nada que traiga vida a la estancia. Este es un lugar sombrío...

«Justo como él...».

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora