Capítulo 16. Ya te amo, pelirroja.

Magsimula sa umpisa
                                    

Deja un beso sobre mi cabello y se separa de mí, toma mi rostro entre sus grandes manos y deja otro beso sobre mi frente. Le sonrío cuando se aleja y me pongo de puntitas para dejar un beso sobre su mejilla. Se aleja completamente de mí, y yo rodeo el auto para subirme en el lugar del copiloto. Quito la mochila de mi espalda y la dejo caer sobre mis pies. Tomo el cinturón de seguridad, cruzándolo sobre mi cuerpo. Giro hacia mi lado para ver a través del cristal de la ventana a mi padre hablando con Darian. No tengo la menor idea de lo que le está diciendo, pero por el miedo plasmado en las facciones de Darian, asumo que no es algo bonito. Es la primera vez que lo veo así. Sin duda alguna mi padre ha logrado intimidarlo. Supongo que es algo bueno que comience a exteriorizar sus emociones y deje esa cara de pocos de amigos que se carga siempre.

Vuelvo mi vista hacia el frente y espero a que suba. Cuando siento su presencia a mi lado, trago grueso. Extrañamente comienzo a sentirme cohibida. Dios mío, solamente se trata del odioso de Darian. Me recuerdo. Pone en marcha el auto y comenzamos a desplazarnos sobre la calle. Saco mi teléfono de la mochila para enviarle un mensaje a Maia diciéndole que ya salí de casa. Ella se fue ayer por la tarde con Jacob a casa de su abuela en Phoenix. No volveré a verla sino hasta fin de mes. Pronto obtengo una respuesta de su parte.

Maia J
Que te vaya bien, dulzura. Y no olvides pedirle que se detenga a mitad de camino, en un área despoblada, para besuquearlo 

Sonrío levemente y ruedo los ojos después de leer su mensaje. Esta niña no cambia. Guardo mi teléfono. Levanto la vista hacia el frente, dándome cuenta que ya nos hemos incorporado a la US-101. Me recuesto en el espaldar del asiento y fijo mi vista en la ventana, observando afuera. Darian enciende la radio y la música llena todo el interior del auto. Cierro mis ojos por un momento para disfrutar de la canción que suena.

Siento un leve toque en mi hombro y me remuevo incómoda. No quiero abrir mis ojos, quiero volver a la dulce inconsciencia en la que estaba. Otro toque más, esta vez un poco más insistente. Hago un mohín, aún somnolienta y abro mis ojos paulatinamente. Lo primero que enfoca mi vista son un par de orbes azules que me miran fijamente. Cuando mi cerebro se despereza de su letargo y comienza a cobrar consciencia, me doy cuenta de que es Darian quien me mira fijamente. Al instante reacciono corriendo mi cabeza hacia atrás.

—Llegamos —musita.

Alejo mi vista de él y observo mi alrededor. Efectivamente, hemos llegado. Desabrocho el cinturón de seguridad y salgo del coche. Darian me entrega la mochila que tenía a mis pies. La tomo, y le agradezco en un susurro. Le doy un vistazo a la enorme casa que se extiende delante de mí. Es de color blanco y de dos pisos; los cuales tienen dos balcones al frente. Es realmente asombrosa.

Sacudo la cabeza levemente para despabilar un poco. Entonces, finalmente idealizo que estoy aquí, y... Joder, ¿dormí cinco horas? No puede ser. ¿Cómo rayos pude dormir tanto? Se supone que solo iba a disfrutar de esa bonita canción. Diablos.

Darian se acerca a la puerta para abrirla. Camino hacia él, quien me ofrece pasar antes. Lo primero que veo al entrar es el salón principal. Las paredes pintadas en color blanco, haciendo lucir el lugar todavía más espacioso de lo que es. Dos sofás largos y llenos de cojines, cada uno ubicado frente al otro. Una mesa ratona cuadrada de madera, y una más pequeña de vidrio al lado. Ambas con distintos objetos de decoración encima. Y dos pequeños sillones. Un televisor colgado en la pared izquierda, y delante de nosotros, un enorme ventanal que se extiende desde el suelo hasta el techo, simulando una pared y proporcionando una hermosa vista de la playa.

Cuando me giro, un poco alejado, está el comedor. Y a la derecha, se logra divisar la cocina. También a mi derecha están las escaleras, y una serie de puertas dobles que llevan a lo que parece ser una terraza.

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