50. Andrea

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En poco más de dos horas salía el vuelo a Estados Unidos, estaba sentada en uno de esos incómodos asientos de aeropuerto junto a Andrea, quien quiso acompañarme y acepté sin dudarlo. Ya teníamos programado el vuelo de regreso a Bogotá, nuestra estadía en Estados Unidos sería más corta que las horas de viaje, pero todo valía la pena si iba a volver a estar frente a Calle, pudiendo sentir su aroma, su cuerpo, escuchar su voz... si es que quería verme y hablarme.

Mis pensamientos negativos se esfumaron cuando mi celular comenzó a sonar ruidosamente, haciendo que recibiera miradas de quienes estaban sentados cerca, me alejé un poco de todos y atendí, se trataba de Micaela.

—Hola—. salude alegre.

—Hola María José—. ella aún no superaba que yo no era una chica ruda apesar de usar chaqueta de cuero y manejar una Harley Davidson, por ello prefería llamarme María José, según ella, para conservar su imagen de mi versión ruda.

—¿Qué tal estás?—. cuestione mientras hacía pequeñas caminatas cerca de los asientos.

—Mal porque no has venido a visitarme, me abandonaste—. dijo ella fingiendo dolor, yo solo reí por lo bajo, no quería llamar tanto la atención de la gente.

—No me verás hasta dentro de unos días.

—¿Por qué?—. preguntó con un poco de tristeza.

—Me estoy yendo de viaje—. exprese un poco nerviosa al pensar en la reacción que podría tener Calle al verme.

—¿A dónde?—. pude sentir que ella comenzaba a caminar en la tierra que rodeaba la tienda y su casa.

—A buscar al amor de mi vida—. dije haciéndome la poética.

—¿Y dónde está el amor de tu vida?—. su insistencia en saber me hizo recordar las palabras de Marcos: "No sabes cuánta gente aliada a mi te puede estar rodeando". Sacudí mi cabeza, había conocido a Micaela de forma muy casual como para creer que Marcos pudiera estar detrás de ello.

—En Estados Unidos—. decidí seguir confiando en ella, estaba segura de que ella no tenía nada que ver con Marcos.

—Va a ser un viaje largo—. dijo ella —¿Por qué vas tan poco tiempo—. preguntó mientras abría una puerta, por el ruido supuse que era la puerta principal de la sucia tienda que poseía.

—Tengo trabajo—. antes de poder seguir hablando la figura de Andrea se hizo presente, traía su ceño fruncido —Te tengo que dejar, hablamos cuando aterrice—. dije sin esperar respuesta de Micaela —¿Qué sucede?—. le pregunté con un poco de miedo a Andrea.

—¿Qué sucede?—. repitió mi pregunta de forma sarcástica, con una risa —¿Qué te sucede a ti?—. su risa se cortó de forma brusca para hacer esa pregunta mientras su ceño volvía a fruncirse —¿Por qué le diste toda esa información a esa amiguita tuya?—. me alivie al conocer la razón de su enojo.

—Es una amiga, confío en ella, no va a pasar nada—. su cara seguía mostrando desconfianza, no la culpo, pero yo sabía que podía confiar en Micaela —Te lo prometo, no haría ninguna estupidez ahora mismo.

—Más te vale—. me regañó antes de volver a su asiento, yo la seguí.

—¿Sabes? me encantaría poder subir a Calle a mi Harley Davidson y pasear con ella por toda la ciudad junto a Ramón—. hable con una sonrisa boba en el rostro, hace mucho no me sentía tan relajada como en ese momento.

—Toma—. dijo alcanzandome un pañuelo descartable a mi rostro —Tienes un poco de baba ahí—. señalo mi boca mientras se echaba a reír.

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