24. Ramón

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A la mañana siguiente desperté sola en la gran habitación con un enorme ventanal que daba al asombroso océano, el sol ya iluminaba todo el cuarto lo que me indicó que era tarde. Poché no estaba durmiendo a mi lado algo que me pareció extraño, ya que ella era muy perezosa. Sonreí recordando todo lo que sucedió la noche anterior y lentamente me levanté de la cama para dirigirme al baño y darme una larga ducha. Agradecí que mi amor se haya levantado antes así podía bañarme tranquila sin que la ducha se tornara en algo caliente y sucio en vez de refrescante y limpio.

Tarde alrededor de cinco canciones dentro de esa ducha, algo que me hizo completamente feliz y me relajo muchísimo. Salí envuelta en una toalla a la habitación en busca de una de mis maletas, cuando encontré la que buscaba saqué un vestido azul con lunares blancos, aunque era de mangas largas era super liviano y fresquito para el clima que estaba haciendo en la isla. Me maquille y peine de forma rápida para poder acudir donde Poché, a quien desde la noche anterior no había visto y tampoco había muchas señales de ella.

Camine a paso ligero hacia la cocina donde encontré a la mujer que buscaba. Estaba cocinando, o bueno, tratando de hacerlo. Llevaba una camiseta larga y al parecer no se había duchado aún. Me acerqué a ella para abrazarla desde atrás por la cintura. Al tocarla ella se sobresalto un poco haciendome reir. Comence a dejar besos en su cuello mientras prestaba atención a que era lo que estaba haciendo.

-¿Necesitas ayuda?-hablé un poco divetida y suave ya que estaba cerca de su oído.

-Creo que después de intentarlo tantas veces ya me esta saliendo-dijo con mal humor.

-¿Que estás haciendo?

-Magras-respondió soltando una sonrisa tierna.

-¿La receta que yo te enseñe?-cuestioné recordando la primera vez que dormimos juntas y a la mañana siguiente yo le enseñé a hacer esta receta.

-Si, cuando te fuiste a Estados Unidos la hacia seguido porque me hacía sentir un poco más cerquita de ti-respondió girandose para darme un pico en la nariz, yo sonreí feliz por esa acción y por sus palabras, definitivamente esta mujer me traía babeando.

-Eres maravillosa, lo sabes ¿cierto?

-Obvio-dijo pretendiendo ser una persona egocéntrica.

Desayunamos y me sentí la persona más feliz y especial de todo el mundo, Poché me hacía sentir la mujer más hermosa y especial del Universo entero y eso me robaba el aliento, me volvía loca, me hacía feliz, me hacía cada día amarla un poco más, cada día confirmar más que ella es la persona con la que me quiero casar, formar una familia, estoy segura de que ella es la mujer con la que quiero pasar toda mi vida y nunca me cansaría de ello.

Luego de una visita rápida a Google y de hacer un pequeño itinerario salimos de la villa a conocer más de el lugar increíble en el que nos encontrábamos.

Durante todo el día estuvimos recorriendo cada rincón de la isla, paseamos por Chora, lo que es el centro de la ciudad y se nos fue la pila del celular sacando fotos, había sido uno de los lugares más pintorescos en los que he estado. Dentro de Chora hay un lugar llamado Pequeña Venecia, hace alusión a la ciudad italiana y es bellísima. Decidimos visitar un lugar bajo el nombre "Jimmy's Gyros" donde comimos un gyro, que consiste en carne acompañada con salsa de yogur, cebolla y los vegetales que elijas, estaba deli y al parecer es uno de los platos típicos de Grecia.
Cuando la noche se acercaba fuimos hasta unos grandes molinos donde, según dicen, se ven los atardeceres más hermosos, no perdimos tiempo ni dudamos de que ese era un lugar en el que ibamos a estar si o si, y no me arrepiento, la vista era preciosa.

-La naturaleza es espectacular-dijo Poché mientras miraba fijamente al horizonte, sus ojitos reflejaban gran admiración por el espectáculo de luces que teníamos en frente.

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