46. Insomnio

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Mi cuerpo estaba acurrucado por atrás al de Micaela, debido a que ella era más pequeña que yo. El calor de nuestros cuerpos desnudos comenzaba a ser insuficiente porque la noche comenzaba a arribar, cuando me moví para alcanzar una pequeña manta cerca de nosotras ella despertó, sonriendo al verme, daría lo que sea porque ella fuera Calle.

—¿Ya no soy tan caliente?—preguntó jugando.

—Babeas cuando duermes, eso no es para nada sexy— respondí en el mismo tono que ella—Creo que perdiste todo un día de trabajo— comenté notando como la oscuridad de la noche estaba presente dentro de la casa.

—Cualquiera perdería un día de trabajo a cambio de unos buenos orgasmos— contestó ella haciendo referencia a lo acontecido hace unas horas, antes de quedarnos dormidas, yo me limité a sonreír victoriosamente, siempre es bueno para mi ego saber que hago bien el trabajo.

Nos quedamos un rato así, abrazadas, cubriendo nuestros cuerpos con una delgada manta en aquel sofá cama floreado, pronto todas las sensaciones positivas desaparecieron para abrir paso a la negatividad. 

Calle volvió a mi mente, me sentí asqueada por haber estado con otra mujer que no haya sido ella, mamá sufriendo una fuerte golpiza por mi culpa volvió a aparecer en mi mente, las voces en mi cabeza volvieron a hacer su trabajo de hacerme sentir una total mierda.

—Debería irme—no pude levantarme porque Micaela me tomó del brazo, impidiendo que me levantara.

—Deberías quedarte, no se cuando te volveré a ver—susurro cerca de mis labios, envolviendolos en un beso apasionado, al cual no me pude negar. 

El beso fue apasionado, como todos los demás, nuestras lenguas danzaban perfectamente coordinadas, las palpitaciones volvieron a mi centro, haciéndome sentir húmeda de nuevo, su besos hacían que todo lo negativo desapareciera por un rato, llenarme de sensaciones en otras partes de mi cuerpo, vaciaba mi cabeza.

—Parecemos conejas—hablé entre sus labios, de forma agitada, ella rió y se separó de mí, levantándose del sofá que había sido testigo de tantas cosas, pude apreciar su figura definida, azote suavemente una de sus nalgas antes de que se fuera, recibiendo una risa de parte de ella.

La vi vestirse entonces yo comencé a imitarla, quería estar cómoda por lo tanto volví a ponerme todo lo que traía menos la chaqueta y el brasier.

—Ya te di almuerzo, ahora te voy a dar cena

—comenzó su camino a la tienda pero yo la detuve cuando comencé a hablar.

—Tal vez no esté aquí cuando vuelvas—dije en un tono frío. Ella se detuvo a analizarme, me miró fijamente unos segundos antes de volver a hablar.

—Me voy a arriesgar entonces, solo una cosa, si te quedas puedes tener postre— dichas esas palabras salió nuevamente en dirección a la tienda, dejándome sola de nuevo.

Una parte de mi quería quedarse, pero otra solo podía pensar en Calle. Probablemente ella estaría con Julián, y aunque eso era completamente mi culpa, me molestaba saber que fui reemplazada en tan solo horas, así que supongo que estar con Micaela no es tan malo, ya que lo nuestro es algo que no va a ir más allá de esta noche.

Micaela volvió a aparecer en la sala, sonriendo por volver a encontrarme allí, respondí con una sonrisa para luego fijarme en lo que sus manos cargaban, se trataba de dos pequeñas bandejas con pasta.

—Voy a calentar esto en el micro, ¿podrías poner alguna de las películas?—preguntó ella y asentí abriendo las puertas de aquel pequeño mueble.

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