Adelantarse a los hechos

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Regresamos a los extras cercanos a la línea de tiempo del segundo epílogo. Alguien me dio esta idea, me hizo reír un montón, y…

Adelantarse a los hechos

—¡...chicos, el tío Jacint acaba de...! ¡Oh, Merlín!

La carcajada de Draco inundó el corredor. Harry siguió el ruido, llevando a sus dos hijos de las manos. Antares prácticamente se escondía detrás de él, y Orión luchaba por ir al mismo paso que su padre. Fue el primero de los tres en ver al hombre en la entrada de Nyx, abrazando a Draco y haciéndolo girar en el aire, emocionado por verlos después de algunos años fuera de Gran Bretaña.

—¿Cómo es que vas a tener cuarenta pronto? —Jacint devolvió a Draco al suelo y le sujetó el rostro, sólo para dedicarse a jugar con sus mejillas—. No, no, tú tienes cinco. Cin-co. Si me dices que no, voy a llorar.

Draco rodó los ojos y apuntó hacia los niños. Jacint sonrió, lo soltó, y saludó a Harry con un abrazo.

—A Orión lo conociste cuando era un bebé —señaló Draco, parándose a su lado—, pero a Antares no lo has visto, así que intenta ser un poco...

—¡Hola, cosita! —Jacint lo ignoró por completo y cargó a Antares, quien gritó al ser alzado, girado y puesto de cabeza. Tanteó su torso y comenzó a hacerle cosquillas, por las que el niño chilló y se retorció. De pronto, lo enderezó y le pellizcó la nariz—. Este sacó lo tierno de los dos. Con ese cabello, hasta me recuerda a Harry de pequeño...

En ese preciso instante, el cabello de Antares se tornaba negro, mientras él intentaba imitar el tono de los ojos del mago, que sonrió más al notarlo.

—Mucho gusto, pequeñito, soy tu tío Jacint. ¿Has jugado con los regalos que te mandé? —A pesar de no estar presente físicamente, Jacint enviaba regalos más o menos cada seis o cuatro meses para los niños. Cuando Antares se percató de que era quien lo hacía, los ojos le brillaron y le rodeó el cuello con los bracitos, para empezar a contarle que había intentado construir el barco que le regaló, pero le faltaban un par de piezas y su papá Harry no sabía dónde iban.

Jacint se reía, prometiéndole que lo ayudaría ya que se encontraba ahí. Harry y Draco observaban su interacción con atención, hasta que colocó al pequeño en el suelo, y se fijó en su hermano mayor.

—Hola, Orión, tú no debes recordarme...

A Draco le preocupaba que su hijo mayor tuviese una reacción menos entusiasta frente al "desconocido" parado en su vestíbulo. Aparentemente, fue un temor sin sentido. Orión estaba boquiabierto y extendió los brazos hacia Jacint de inmediato, dejando que lo saludase con un abrazo.

Alrededor de un minuto más tarde, cuando Jacint estaba agachado frente a Antares y conversaba sobre el barco en construcción con este y un desorientado Harry, que formaba pucheros, Orión sujetó el brazo de Draco y lo jaló, emitiendo un ligero "psssst".

—Padre, ¡padre! —llamó. Cuando Draco lo miró, el niño se puso las manos a los costados de la boca, para disimular lo que decía, y preguntó:—. ¿Me puedo casar con el tío Jacint cuando sea grande?

Draco tenía la sensación de que había oído una conversación similar alguna vez. Vio a Jacint, luego de nuevo a su hijo, y contestó, con gran solemnidad:

—Es un poco mayor para ti, ¿no? Tendrá arrugas cuando te puedas casar con él.

Orión vio a Jacint con insistencia, su boca apretada y el entrecejo arrugado, a medida que lo sopesaba.

—Y —añadió Draco, para convencerlo, poniéndole una mano en el hombro—, tú tendrás a alguien más.

Entonces su hijo lo observó sólo a él, muy atento.

—¿Sí? —Draco asintió, serio. Orión lo imitó—. Está bien, padre.

Y se unió a la conversación sobre el barco en construcción. Harry lo vio de reojo, con una pregunta silenciosa de qué sucedía. Él sacudió la cabeza, sonrió, y se dedicó a escucharlos protestar por lo difícil que era armar un barco de madera metido en una botella que los encogía para entrar.

Se preguntó si ya sería hora de ver en cierto estanque. No estaría mal adelantarse a los hechos.

Rayo de solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora