De por qué no pueden volver ahí

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Ambientado después de: Harry Potter y los Inventores de Hechizos.

De por qué no pueden volver ahí

1999

La Torre Eiffel poseía un área mágica que los muggles ni siquiera notaban. La llamaban "la tercera planta", aunque no era un piso como tal. Ni una plataforma. Se trataba de un conjunto de estrechos pasillos que rodeaban la estructura principal, desde diferentes ángulos y alturas; la propia torre la ocultaba gracias a un efecto óptico que se producía desde abajo, y una cantidad considerable de barreras que el Ministerio de Magia francés decidió colocar.

A Harry le contaron que, en un principio, esa sección de la torre estaría abierta al público también, pero un incidente con un par de magos provocó que sólo los que tienen magia aguanten estar allí. Un muggle empezaría a vomitar por una repentina sensación de vértigo. Él intentaba poner su mejor expresión de interés al guía que se lo explicaba, cuando en realidad su atención se dividía entre las palabras que oía, y Draco.

Su novio había tomado una fotografía para Pansy y luego se recargó en la barandilla del pasillo, observando. El cabello se le sacudía un poco con la brisa nocturna y las luces más próximas se reflejaban en su rostro y ojos, dándoles más color. Cuando notó que lo observaba, giró el rostro en su dirección, y le guiñó.

Apenas se quedaron solos en el corredor, Draco le pidió que se acercase a la barandilla para tomarle una foto. Él sonreía con timidez ante la cámara. Se ganó un par de besos, entre risas, por "verse tan bien en el fotografía".

—Voy a subir un poco más —indicó Draco, con una sonrisita traviesa. Le tendió la cámara, y sacó la capa de invisibilidad del bolso que llevaba, mismo que dejó a los pies de Harry. Se desvaneció bajo la capa—, quiero una foto desde la cima...

—¿Eso es legal?

Escuchó su risa, en el momento en que la cámara flotaba lejos de sus manos y también desaparecía bajo la capa.

—Harry, Harry...¿cuándo comenzó a importarnos un detalle como ese?

No le contestó, pero sí supo cuándo se alejó. Supuso que era mejor no tener idea de qué hechizo utilizaría para subir, en caso de que lo detectasen y le hicieran preguntas a él también. Draco era imposible, si tenía un capricho.

Harry se inclinó de nuevo en la barandilla, por debajo de varias de las barras de hierro que ayudaban a disimular los corredores, y contempló el lugar. Era bonito. Ir con su novio lo hacía mejor. No sería de los que se enamoraban de París al punto de querer vivir allí, pero sí podía apreciar que Draco observase algún sitio con ojos brillantes, le dijese que quería otra foto suya, o lo besara en los "ambientes románticos". Lo último era su detalle favorito.

Se percató del instante en que Draco se acercaba, porque oyó su risita contenida. Vio hacia un lado y la cámara flotó por sí sola de regreso al bolso abandonado en el suelo.

Su novio no se quitó la capa de invisibilidad.

—¿Qué se supone que planeas ahora? —Harry se rio, observando alrededor. Intentaba ser sigiloso, y sí, puede que lograse un buen efecto, pero si se concentraba lo suficiente, se haría una idea de dónde estaba Draco.

Podría haberle retirado la capa con un giro de muñeca y atrayéndola hacia sí; sin embargo, decidió dejar que continuase con lo que fuese que tenía en mente. Percibió un ligero soplido cerca de su cuello y una presencia próxima.

—Draco, ¿vas a...?

Unos pasos, la presencia se movía. Se deslizó, agachado, por debajo de los brazos de Harry, que sostenía la barandilla. Después se enderezó y compartió a medias la capa con él, atrapándolo bajo la tela y en un largo beso, que le arrancó una carcajada. Draco también se rio y se apartó de nuevo, lo justo para que su espalda chocase contra la barandilla. La capa se fue con él, ocultándolo de la vista de Harry, que formó un puchero al no obtener otro beso.

Rayo de solWhere stories live. Discover now