En los vestidores

5.3K 798 520
                                    

Ambientado en: Harry Potter y el misterio del Velo Negro.

En los vestidores

1996

Siendo honestos, el mayor problema de unos vestidores compartidos no era que uno tuviese que cambiarse frente a sus compañeros. Con el paso del tiempo, conversaban e incluso bromeaban mientras se vestían, y no es como que alguno se fijase en lo que hacía o dejaba de hacer el resto.

Excepto cuando te gustaba uno de ellos.

O cuando salían.

Así que, para Draco, el verdadero problema de unos vestidores compartidos era que durante esos segundos en que se agachaba para soltar el firme agarre de las botas del uniforme, Harry se sacaba la túnica y la camiseta. Ambas prendas se deslizaban hacia abajo y caían a sus pies, en el preciso momento en que Draco se enderezaba en el banquillo. El jodido banquillo que estaba justo detrás de Harry.

Tragó en seco.

Harry tenía los hombros más anchos que él, los músculos se le marcaban de ese modo sutil que lo hacía ver como pinceladas sobre piel de oro. Le daban ganas de estirarse para recorrer cada centímetro con las yemas de los dedos.

¿Y por qué no? Insistía una vocecita dentro de él. Podría haberse contenido tiempo atrás, cuando empezó a surgir el molesto impulso. Ya no era necesario. Harry era su novio. Dijo lo que debía decirse, era correspondido, tenía una oportunidad con la única persona que le había gustado de esa forma y a esa magnitud.

—¿Lo haces a propósito? —preguntó, en voz baja.

Harry se detuvo, a punto de desabotonar el pantalón, y le echó un vistazo por encima del hombro. Pareció extrañado cuando notó que Draco se había quitado una de las botas y un guante, pero aún tenía el par de cada uno.

—¿Qué cosa? —inquirió, vacilante, dándose la vuelta.

Bendito Merlín. El resto del equipo de Slytherin permanecía en el campo, se suponía que recogían los balones, para ayudar a Harry, que era el nuevo Capitán. Se encontraban solos allí dentro y su novio lucía casi confundido.

Draco lo recorrió de pies a cabeza con la mirada, fijándose más tiempo del necesario en el torso, el pecho, los brazos. Para el instante en que regresó la vista a su cara, Harry había captado el punto y empezaba a ruborizarse.

—Ah- no pensé en...

Se giró para buscar el cambio de ropa en su taquilla. No pudo colocársela, antes de que Draco se hubiese puesto de pie para aproximarse por detrás. Pegó su pecho a la espalda de Harry, quien se quedó muy quieto. Podría jurar que contuvo la respiración, a medio vestir, con un brazo todavía extendido hacia los compartimientos de las prendas.

—¿Draco?

—Un momento —musitó, pasándole los brazos alrededor. Le besó el hombro, se rio porque todavía estuviese un poco sudado por el entrenamiento, y lo estrechó más al percibir su ligero estremecimiento—. Dame un momento, ¿sí?

—¿Para qué? —Harry sonaba entre divertido, nervioso y ensimismado, al ladear la cabeza, dejándole continuar un rastro de besos por su garganta. Un sonido leve, similar a un suspiro, sólo lo animó a continuar.

Lo escuchó soltar una risita cuando mordió su cuello, simulando un gruñido. Luego llevó los besos a la parte de atrás de su cabeza y lo alto de su espalda. Inconscientemente, la sostenía la cadera con la mano todavía enguantada, mientras con la otra daba unas caricias perezosas al nivel de su torso.

Harry le sujetó el brazo con que lo envolvía, apartándolo por un instante, apenas lo justo para darse la vuelta y quedar de cara a él. Tenía el rostro entero ruborizado, los labios entreabiertos. Le brillaban los ojos. Draco no creía proyectar una imagen tan diferente.

Levantó un poco la barbilla, ofreciéndole los labios. No había manera de que quisiese negarse a esa imagen. Draco volvió a rodearlo y se inclinó para besarlo.

Fue un beso largo, lento, que continuó mientras Harry se sostenía de sus hombros, y las manos de Draco vagaban por su espalda desnuda, rozando, acariciando, sintiendo.

De algún modo, terminó presionándolo contra la taquilla. Harry echó la cabeza un poco hacia atrás, se aferró a sus hombros, y se perdió en medio de un juego con su lengua, que terminaba en que volvía a besarlo. Draco le sostuvo la cadera por un instante, a ambos lados. Luego sus manos descendieron un poco más y le apretaron el trasero. No pudo lamentar que aún llevase el pantalón del uniforme. Harry se había movido todavía más cerca de él ante el gesto, elevando una pierna hasta casi envolver la cadera de Draco con ella.

Cuando apretó un poco más, a Harry se le escapó un sonidito estrangulado que desconectó por completo su cerebro. Allí no importaba nada más que la boca de Harry, seguir besándolo, seguir tocándolo. Seguir provocando esos ruiditos.

Claro que el resto del mundo continuaba ahí afuera.

—¡Maldita sea, yo sabía que era cuestión de tiempo para encontrarlos a ustedes dos así...!

Se apartaron jadeando, Harry sujetando sus brazos para esconderse a medias por la repentina llegada del resto del equipo. Sin pensar, Draco casi lo coloca detrás de su espalda. Las demás protestas no se hicieron esperar.

—¡Busquen un cuarto! ¡Este vestidor es para todo el equipo!

—¡Potter, eres el Capitán del equipo!

—Oh, Merlín, comparto vestidor con unos exhibicionistas...

Draco dio un vistazo a su novio por encima del hombro. Harry lo observó de vuelta. Ambos, todavía sonrojados, se echaron a reír, enojando más a sus compañeros de equipo.

—Al menos, nos encontraron antes de que hiciéramos otra cosa —alegó Draco, con una sonrisa burlona. Las quejas no se detuvieron en todo el año.

Rayo de solWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu