El regalo de Draco

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Ambientado después de: Harry Potter y los Inventores de Hechizos.

Creo que lo único de lo que me arrepentí con respecto a LDL fue que cuando tocaba un Draco top, yo no estaba de ánimo para describir la escena, así que…

El regalo de Draco

1999

El día en que Harry Potter cumplió los diecinueve años, fue la primera vez que no estuvo con su familia por esa fecha. Pensó que le harían falta los abrazos, las risas, la compañía, el pastel, las mil felicitaciones y el bullicio general; al fin y al cabo, provenía de una familia donde los adultos se hacían llamar "Merodeadores", y era miembro honorario de los Weasley. Pedir un cumpleaños normal habría sido demasiado aburrido.

Draco le había preguntado si quería ir a casa por su cumpleaños, pero por entonces, ninguno podía estar seguro de que el Legado no le impediría abandonar el país en cuanto hubiese regresado. Le dijo que no. Amaba a Draco. Amaba esa experiencia de viajar con él. Si podía alargarla sólo un poco más, seguir viendo esa expresión feliz y relajada en el rostro de su novio, y llevarse más recuerdos agradables, lo haría.

Un cumpleaños a solas con Draco tampoco sonaba a un mal plan. La verdad era que él, al oírlo, se dio a sí mismo la tarea de compensar a Harry por todo aquello que le haría falta ese día.

Comenzó a media mañana. Draco lo había dejado dormir cuánto quisiera, hasta que se hubiese cansado de estar tendido en la cama y su estómago comenzase a exigir comida. Gran parte de ese tiempo pasó abrazándolo, de ese modo en que hacía desde que empezaron a dormir juntos, rodeándolo con ambos brazos, entrelazando sus piernas; Harry creyó que se detendría con el transcurso del tiempo, cuando ya no le encontrase la novedad, o haberse acostumbrado lo aburriese. Se equivocó.

Draco le besó las clavículas, la garganta, el mentón, las mejillas, los párpados, la frente. Murmuraba frases somnolientas de "feliz cumpleaños, Harry", "buenos días, dormilón", y palabras sueltas en francés que reconocía sólo por haberlas oído con frecuencia durante esos meses. Harry se retorcía por debajo de él, riéndose y abrazándolo. Fue una linda manera de despertar en su cumpleaños.

Ya que sabía que le gustaba cocinar, Draco no le llevó el desayuno a la cama. En cambio, cocinó con él. Esto era mejor por la sencilla razón de que Draco aún no manejaba los hechizos respectivos, así que abrazaba a Harry mientras él intentaba preparar algo sin distraerse, le besaba el hombro, o lo ayudaba con una tarea realizada sin magia. Por supuesto que había protestas de por medio, pero ninguna real. También hubo muchos besos, carcajadas, y un desastre de ingredientes.

Desayunaron en el suelo. Draco, sentado en el espacio entre sus piernas y recargado en su pecho, vestía una de las camisetas de Harry, que quedó manchada de ingredientes de origen desconocido relacionados a lo que prepararon. Harry, que lo rodeaba con un brazo, se reía con más fuerza cuando él se dedicaba a revolverle el cabello, también sucio del desastre de comida que armaron.

No abandonaron el cuarto del hotel por el resto de la mañana. Se pelearon por alguna tontería que no recordaba media hora después, terminaron besándose por varios minutos sobre la cama. Harry persiguió y capturó a Draco cuando intentó colarse en la ducha antes que él. Forcejearon sin aliento, a causa de la risa. De alguna manera, luego se encontraron en lados opuestos de una gran bañera, bebiendo vino y decidiendo a dónde almorzar y qué hacer después.

Tuvieron un picnic a las afueras de la ciudad en que se encontraban, en un parque botánico que los muggles no conocían. Se suponía que almorzarían a la sombra de uno de los árboles más grandes, no que Harry terminaría embarrándole la mejilla de comida, porque Draco giraba el rostro cuando intentaba darle en la boca, alegando que era muy cursi y riéndose. Basta con decir que el cabello de Harry volvió a ser un desastre por esa pelea de comida.

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