La caja

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Este transcurre en algún punto de la línea de tiempo del primer epílogo.

La caja

—¡Accio zapatos! —Draco emitió un vago quejido cuando el hechizo no funcionó— ¡accio...!

Bien, tal vez no fuese Harry, quien cocinaba sin ver los utensilios que levitaban a su alrededor con vida propia, pero estaba seguro de que su magia sin varita se encontraba en un nivel aceptable. Frustrado, se acercó a la cama y se agachó. Empezó a tantear y halló un zapato.

Al final, resultaría que él era el del problema; cuando su habitación en Nyx comenzó a llenarse de prendas de Harry, le dio un cajón, parte del armario y un lugar donde poner los zapatos, para que no los tuviese regados por ahí. Él lo ordenaba mejor que cuando eran estudiantes, pero la ropa de Draco estaba tirada por todo el cuarto a causa de la noche anterior. Todavía no tenía idea de qué hacía su camisa colgando del candelabro.

Creyó rozar el otro zapato y probó con un tercer accio. Oyó el movimiento, mas no sintió lo que buscaba.

En su lugar, encontró la caja.

Lucía como una caja de zapatos vieja, no estaba sellada y fue dejada bajo su cama. Técnicamente, Harry también vivía ahí desde hace unos días, y creía recordar haberlo visto guardarla.

La devolvió al suelo, aunque no la ocultó de nuevo. Ladeó la cabeza para ver más allá de la puerta del cuarto, buscando a su novio.

—¿Harry? —Esperó a que le contestase en tono distraído, para agregar:— ¿sabes que Nyx tiene mejores sitios para esconder cosas que bajo la cama? Las paredes tienen compartimientos que se abren en los dibujos...

Harry estuvo bajo el umbral en cuestión de segundos. Observó a Draco, la cama, la caja en el piso, y otra vez a Draco. Se sonrojó.

—Ah- yo- es una costumbre tenerla ahí...

Draco se encogió de hombros e hizo ademán de regresarla al "escondite".

Harry carraspeó, cambió su peso de un pie al otro y balbuceó. Tras un instante, se acercó, se sentó a su lado y recuperó la caja de debajo de la cama.

—Tengo esto desde hace años —explicó, abriéndola para que pudiese ver el contenido—, creo que estaría bien cambiarla a uno de los compartimientos de Nyx.

El interior estaba repleto de sobres de cartas, rollos de pergamino, trozos de papel. Utilizaba un hechizo para expandir el espacio, y en un costado, aguardaban un par de fotografías y un broche mágico de una mariposa blanca, que agitó las alas al reconocerlo. Harry se rio cuando notó que lo veía y sujetó el broche, las alas se sacudieron de nuevo.

—Esto me lo regaló el niño-que-brillaba en uno de los días en que se hacía el ritual de primavera —recordó, con una sonrisita—; me había peinado pero mi cabello no se quedaba quieto, así que me puso su broche. Teníamos...unos ocho años, creo.

Draco no apartaba la mirada de la caja. Sabía lo que veía. Sabía lo que estaba ahí.

—¿Niño-que-brillaba? —repitió, con un deje divertido.

—Bueno...—Harry jugueteó con el broche de mariposa, antes de devolverlo a la caja—. Era un niño que conocí hace mucho tiempo, muy lindo y con el cabello tan rubio que parecía que brillaba bajo la luz.

Lo dijo con solemnidad, como si hablase de una persona diferente. Draco lo observó, luego a la caja otra vez.

—Debió ser importante para que guardaras tantas cosas —opinó, en el mismo tono serio. Harry sonreía.

Rayo de solOnde as histórias ganham vida. Descobre agora