El estanque

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Me dieron la idea de subir 2/3 capítulos de golpe, pero "lento" (intentaré que sea diario/día de por medio, dependiendo de cuándo tenga tiempo para corregir y luz para subirlo). Así no sufrimos tanto por acabarlos ¿?

Este transcurre en algún punto previo a la historia.

El estanque

Lucius se lo mostró cuando se comprometieron; era una de esas "cosas mágicas" que era mejor conocer de antemano.

El estanque de la fortuna funcionaba con la misma magia de los antepasados Malfoy, pero en un sentido opuesto. Ellos eran el pasado, la Mansión el presente, y ese estanque, pequeño, redondo y un poco más profundo de lo que aparentaba, el futuro.

—Hay una historia sobre esto —le contó Lucius, mientras ambos observaban la superficie clara del agua y las piedras blancas, brillantes, en el fondo—. Mi padre me dijo que teníamos otro apellido hace muchos años, no hay registros de eso, pero sonaba como Mer-ve-foy en su traducción, algo tendría que ver con "merveilleuse".

—¿"Maravilloso" en francés? —indagó Narcissa. Él asintió.

—Se supone que hubo un Malfoy muy desconfiado que hizo un trato con el Legado para que le permitiesen echar un vistazo a su futuro y el del siguiente Malfoy. Una de las condiciones que le pusieron fue cambiar nuestro apellido a Malfoy, que puede traducirse como "mala fe".

—Vaya sentido del humor tiene tu Legado...

—Cissy, tu Legado intentó morderme el brazo —recordó él, sin alterarse. Aunque los hombros de Narcissa se sacudieron, no escuchó su risa.

—Te estaba probando.

—Quería matarme. O que me amputasen una extremidad, al menos.

—Los Black sólo encuentran sentido en las pruebas en que enfrentas la muerte, no me preguntes por qué, no lo entiendo.

Lucius meneó la cabeza y decidió olvidarlo.

—El punto es que, recientemente, se me permitió una visión. En este momento, por nuestro compromiso, tú también puedes ver algo allí.

Narcissa alzó la vista, aturdida.

—¿De verdad?

—Podrás verlo ahora, y continuarás viendo esa imagen cada vez que lo pruebes; jamás se te concederá otra, ya que no eres una Malfoy de nacimiento.

—¿Y qué podré ver?

Lucius mostró la expresión más cercana a la timidez que le había visto, desde que la invitó a salir por primera vez.

—Creo que es mejor si lo miras —puntualizó, en voz baja—. Un día, a mi heredero se le dará la oportunidad de otro par de visiones, y nada más. Es importante prestarles atención.

—¿Se cumplen, Lucius?

Él asintió, serio.

Siempre se cumplen.

Narcissa se fijó de nuevo en el estanque, se lamentó de tener que mojarse el cabello, que se recogió mejor, y metió la cabeza. La experiencia no fue muy distinta de la de un Pensadero.

Excepto porque ese hombre de cabello rubio y ojos grises no pertenecía a sus recuerdos. Narcissa contemplaba la escena desde afuera, una simple espectadora de una fiesta en la distancia, y dos personas de pie a la salida de un vivero. Por más que lo observaba, lo único que llenaba su mente era el gran parecido con Lucius, y al mismo tiempo, sus claras diferencias.

Ese mago sonreía de un modo en que Lucius jamás se hubiese permitido. Le brillaban los ojos, se movía con soltura. Existía en él una gracia natural y más sencilla que la de cualquier sangrepura que hubiese conocido antes.

Y Narcissa supo que lo querría más que a nadie en el mundo.

—...dijo que le contaría a Harry unos supuestos "secretos del matrimonio" —explicó el hombre rubio, junto a una Narcissa mayor, encogiéndose de hombros—, no tengo idea de qué será.

La Narcissa mayor le enseñaba una pequeña sonrisa.

—Seguramente algo muy útil para ambos, dragón.

—Por Merlín, espero que...—calló. Su mirada fue a parar a otro hombre, uno de desordenado cabello negro, que le hizo una seña para que se acercase. La sonrisa en su rostro creció y se tornó más suave—. Bueno, el deber de esposo empieza ahora, madre. Concédeme un baile más tarde —pidió a último momento, inclinándose para plantarle un beso en la mejilla.

Ambas versiones de Narcissa lo vieron alejarse. Abrazó al hombre que era su esposo, lo besó, y ambos charlaron entre risas, mientras el más bajo apuntaba hacia un grupo de personas y le indicaba algo.

Resplandecían juntos.

Narcissa sacó la cabeza del estanque y no prestó atención a Lucius secándola con un hechizo. Tenía la sensación de que , acababa de ver algo importante.

Revisó el estanque en tres ocasiones más, siempre para comprobar la misma imagen. Una, cuando conoció a un joven Auror con una apariencia increíblemente similar al del hombre de la visión. Se apellidaba Potter.

La segunda fue tiempo después, cuando un niño con el mismo apellido y un nombre que le sonaba familiar intentaba hacerse amigo de su querido Draco.

La tercera fue durante la adolescencia de su hijo, en el final del quinto año, para ser más exactos. Lo examinó a consciencia, segura de lo que significaba y de aquellos a los que incluía.

Su Draco, sin duda, lo estaba haciendo bien.

Rayo de solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora