Capitulo 39

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Sentía algo mojado que recorría la parte de atrás de mi cabeza, además del espantoso dolor que tenía. Me sentía mareado un poco confundido hasta que un golpe me despertó por completo.

Al abrir los ojos y enfocar donde estaba, la vi a Clarisa frente a mí, estaba en la misma posición en que la había encontrado. Quise acercarme a ella pero mi cuerpo no se movió, me vi sentado en una silla pero atado, en mi sudadera corría liquido rojo, lo que supuse era mía.

—Vaya, vaya vaya. El niño bonito encontró a su puta ¿Quién lo iba a decir? — esa voz me hizo estremecer, pero al mover mi cabeza para ver su procedencia, no podía verlo por lo que sabia estaba detrás de mi.

—¡Deja que te vea cobarde! — le grite intentando liberarme. Vi aparecer una figura desde mi lado derecho, hasta que se coloco frente a mí, subí la mirada desde sus pies, iba vestido completamente de negro y su cara estaba cubierta por un pasa montañas.

—¿Te crees muy hombre? Solo por el hecho de encontrarla— sus ojos estaban completamente negros y al no verlo no sabia como actuar, pero no me deje amedrentar por el.

—¿Quién demonios eres? ¡Déjala ir es a mi a quien quieres! — lo escuche reír mientras se volteaba para quedar frente a Clarisa.

—¡¡No!! — grite cuando le dio una cachetada, dejándole la mejilla izquierda completamente roja. Ella se quejo y vi lágrimas en sus mejillas, lo miraba con odio hasta que sus ojos se toparon con los míos y nuevas lágrimas bajaron de sus ojos.

—Cristóbal— susurro y pude notar en su voz algo diferente.

—Clarisa— sonreí cuando ella lo hizo y lo único que quería era llegar a ella, abrazarla, besarla y sacarla de ahí cuanto antes.

—Miren nada mas— dijo el tipo colocándose entre nosotros — la doble C reunida otra vez— camino hasta situarse detrás de Clarisa —he de decirte que tienes un gusto exquisito en lo que a mujeres se refiere— decía mientras acariciaba el cuello con su nariz, bajando sus manos por su pecho hasta posarse sobre su vientre.

—¡¡No la toques Maldito!! — grite tirando de mis amarres pero fallando. El se enderezo, y comenzó a reír — No la toques, déjala ir, es a mi a quien quieres, no le hagas daño— oí como Clarisa ahogaba un grito de preocupación.

—Mira niño bonito, no te queda hacerte el héroe— me quede callado, escuchándolo. Tenía un acento, que estoy seguro de haber oído antes, pero no sabia muy bien de donde. El tipo desapareció de nuestra visión. Y al fin pude contemplar a Clarisa. Estaba delgada y temblaba, la temperatura en este lugar era muy baja.

—Te extrañe— dijo susurrando.

—¿Qué tienes? Te oigo muy extraña— además de que la veía muy pálida.

—No he bebido agua o comido algo— ese hijo de perra ¿Planeaba matarla de hambre?

Escuche que algo se arrastraba y cuando apareció traía consigo una silla que coloco entre nosotros pero de alguna forma éramos un triangulo visto de arriba. Se sentó y comenzó a estirarse para después quitarse el pasa montañas. Nos miro alternando la mirada, para después centrarse en mí. Su cara no me era del todo desconocida, pero tenía mis dudas, tenia que hacer tiempo a que alguien nos encontrara.

—Bueno no vas a preguntarme nada. Creí que al verme te lloverían miles de preguntas para mi— dijo el muy hijo de perra, al ver que no decía nada continuo —Okey, seré yo el que hable—

—Veras conocí a tu padre mucho antes de que se casara con Carlota, tu madre, éramos amigos, bueno al menos eso creía yo. Crecimos juntos, nos apoyamos mutuamente a lo largo de los años — lo vi entrecerrar los ojos, como viendo a través de sus recuerdos — aun recuerdo cuando fuimos a campar cerca del lago o cuando hicimos nuestra casa en el árbol, como olvidar nuestro primer baile, llevamos gemelas y por extraño que parezca me divertí como nunca— comenzó a reír recordando el momento.

—Un día, después de volver de la Universidad vi que una familia se mudaba al lado de mi casa, vi a los padres y a sus hijos, pero ella ¡wow! Era espectacular. Una hermosa joven que apenas iba a conocer el mundo—

—Me costo trabajo, pero logre acercarme a ella, me di cuenta de que a sus 18 años quería ser una profesora antes de formar una familia y yo con 20 quería ser parte de esa familia. Tu padre aun no sabia de su existencia pero no tardaría mucho en darse cuenta… — mientras el continua con su relato, yo comienzo a recordar una historia similar que mis padres me contaron, cuando aun era niño.

De pronto la voz de mi madre me recordó lo que me había dicho horas antes de que saliera “No puedo creer que aun no hayas atado cabos” y con esa frase comencé a pensar con lógica, hasta que la verdad me cayo como balde de agua fría.

—Eres tu…— dije en un susurro y el detuvo su platica —Eres Daniel… el hermano de mi padre— el se callo y soltó el aire que esta reteniendo.

—¿Cómo es posible? Se supone que moriste en el accidente en el puente—

—Tardaste mucho en darte cuenta de mi identidad, estaba seguro de que me reconocerías por el acento, pero me equivoque; y en cuanto al accidente, pues fingí mi muerte— estaba alucinando ¿Qué ha dicho?

—¿Lo fingiste, porque? — aun no entendía que demonios estaba haciendo el aquí.

Se levanto, haciendo que la silla callera, poniendo las manos en puños, dispuesto a golpear.

—Porque tu padre me arrebato ¡TODO! — Dijo en un grito —Me arrebato a la mujer que amaba, me quito el cariño de mis padres, todo lo mejor lo tenia el… mientras que yo tenia sobras—

—Eso no es verdad, mis padres se enamoraron a primera vista, ella jamás te lastimo, siempre te dejo claro sus sentimientos por ti. Eres tu el que malinterpreto todo, mi padre no te quito nada. En cambio tú le quitaste la vida ¡ASESINO! ¡¿Cómo pudiste hacerlo?! ¡¡ERA TU HERMANO!! — estoy que hiervo de coraje, este idiota quiere vengarse por una estupidez.

—¡No! Te equivocas. Él me lo quito todo, el tuvo la vida que debió ser mía—

—¿Cómo puedes decir eso? Tu nos lo arrebataste, mi hermano ni siquiera convivio con el. Hiciste de nuestra vida un ¡infierno! Y quieres hacernos pagar por nuestros errores y no te lo voy a permitir— así que con la adrenalina corriendo por mi cuerpo, me levante con todo y silla y lo teclee, tirándolo al piso.

Él no tardo mucho en ponerse de pie y me aventó de espaldas ocasionando que la silla se rompiera por el impacto.

—Ahora te quitare lo que amas, a tu amada Clarisa, y después iré por tu hermano y su familia, al final dejare a la perra de tu madre que pagara el haberme traicionado— dijo mientras se acercaba a ella con una navaja en la mano.

Vi todo en color rojo, con el odio que sentía por él, me levante y lo volví a tirar al piso, pero esta vez lo agarre a golpes. El me golpeo con algo en la cabeza lo que hizo que me callera, me dejo tirado ahí y volvió a acercarse a ella.

Me levante lo gire del hombre y le di un golpe seco en plena nariz. Cuando regreso la cara estaba chorreando sangre y comenzó a reírse, se puso en guardia y yo ataque, dándole varios golpes en la cara, pero el me dio un rodillazo en las cortillas que me hizo doblarme.

Lo vi limpiarse la nariz y sonreír; con su mano izquierda sujeto el respaldo de la silla de Clarisa y la tiro haciendo que ella gritara por el dolor. Eso fue la gota que derramo el vaso, me puse de pie, me limpie la sangre de mi labio y fui por el.

No me detuve ante nada, lo patee, lo golpee varias veces en la cara, costillas y piernas, le doble el brazo y a punto estuve de rompérselo. Pero el recuerdo de mi padre me detuvo. Sabia que él no quería que terminara así, lo deje tirado lejos de Clarisa y camine hasta ella. Levante la silla con cuidado y vi que se había desmayado por el dolor. Intente despertarla, pero sabia que seria mas doloroso para ella.

Me acerque para quitarle las sogas de sus manos y me detuve cuando escuche un clic. Me enderece y vi a mi querido tío con el arma que yo traía, apuntándome sin pestañear.

AmorEs De aquí a allá, un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora